viernes, 18 de marzo de 2011

Wind


Viento hace y oculta el sol. Las nubes viajan sin quejarse y los remolinos vuelan con las pocas hojas secas que lograron permanecer a pesar de la nieve. Afuera, la casa la casa de herramientas del vecino sufre con el azote de su puerta abierta. Azul el cielo, tanto tiempo sin verlo así.
Me han preguntado lo que extrañaré de estos lares: puede ser que hasta el congelamiento, o las pulgadas de nieve, o el inglés constante; puede ser que todo quede olvidado en cuanto sienta el calor, la otra calidez, la calidez familiar. ¿O no? ¿Será desilusión segura? No esperar nada, seguir en la nube en la que estoy, donde todo es irreal, donde nada de esto parece estar pasando. ¿Es lo que sucede siempre con los viajes, sean largos, sean cortos?
Éste, el que está por terminar, me ha dejado con la mente fuerte y con el cuerpo deseoso de calcio. Vamos por él.

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