lunes, 19 de abril de 2021

Confesiones de Primavera

Desde diciembre de 2019 que mi vida perdió rumbo, y tomó uno distinto e igual a la vez. Desde diciembre que se metieron a la casa de mi madre y se quedó sin ella, voluntariamente, deseando estar de nuevo allí, a pesar del frío, a pesar de la vida mala que tuvo, deseaba estar en su casa, a pesar de decir que tenía otra nueva, lista para ser estrenada, deseaba su casa, esa casa, la misma de donde huí, la misma a la que le lloré un poco cuando desalojé más de mis cosas, mi cuarto, su cuarto, el cuarto del Huehue. La casa bonita que necesita más vida, que requiere toda la vida y nada del frío.
Desde 2019 se perdió el rumbo de todos.
Creo que primero del Huehue, cuando una perdió parte de su mente, por su vida disipada, disoluta, variada, desordenada, su vida, esa que perdió y anhela, yo sé que la anhela. Se ve en sus ojos tristes de párpados caídos.
Luego fue mi madre, con su hogar su casa, la pérdida de algo que desconozco, el temor, la angustia, la paranoia. Sólo ella supo de qué huía; sólo ella supo el nombre del terror que le alimentaba. Su casa que ya no era su casa, porque ya no quiso. ¿Qué fue de ella? Que se perdió en sus angustias, que le carcomió el alma el terror sin nombre y con cara. Hasta que murió.
Mi mamá se murió porque se quedó sin casa.
Luego fui yo. Con padre que es como un niño y sin madre. Mirando por él, sabiendo los pendientes de ella. Luego estoy yo, que me fui lo más lejos posible de esa gran casa con el sueño de volver a ver a mi madre en su casa, do quiera que fuera y no, ya no la vi. ¿La última vez que la vi? ¿Lo último que le dije?
¡Vámonos María! Y se la llevaron los camilleros a su clínica del IMSS para que siguiera con su hospitalización, hasta que el cuerpo ya no le dio. Y quedé.
Si bien, en febrero del 2020 me sentía desamparada, ahora lo estoy más.
Ese desamparo que te quita el aliento y que no te deja pensar. Ese desamparo que sólo provoca el anhelo de que tu padre te vuelva a conseguir un libro que no se ha editado o del poder contarle a tu madre alguna mala acción de un tercero. ¡Qué terrible el convertirse en tus padres así de pronto!
Estuve huyendo de mis responsabilidades familiares durante un año, para que cayeran sobre mis hombros de la manera más funesta. ¿Huyendo? ¿Hacer mi vida era escapar y evadir a los padres?
Al parecer así siempre parece que fue.
No tengo más que decir por ahora.
Ah no, sí.
Es muy, muy molesto que cualquier persona me diga que necesitaré terapia.



No hay comentarios: