martes, 15 de septiembre de 2015

Viva México (mientras tomo chocolate caliente de Guatemala).

No por mucho madrugar, amanece más temprano; sin embargo al que madruga dios le ayuda. Aunque, dios le ayuda al que madruga, pero no amanece antes, por mucho que uno se levante antes que el alba. ¿Qué será mejor? ¿La acción, la pasividad, la queja perpetua, las bombas molotov, el espionaje telefónico, el sabotaje, la inserción para hacer mayor daño desde adentro, la desobediencia civil o el acatamiento de las leyes? ¿Serán los vacíos legales los eternos salvadores de los que pueden pagar por ellos? ¿Alguna vez hubo verdadera justicia? Y si no la hubo, ¿a quién le importó esta falta de justicia?
Esta clase media que, por un lado lucha diariamente por ganar un pan, una tablet (siempre me negaré a decirle tableta, esa palabra es para las medicinas), llenar el tanque de la gasolina, ver series nuevas por su sistema de entretenimiento de pago vía internet (me negaré a mencionar el nombre de la compañía), también acusa las injusticias; es testigo mudo (sí, mudo, porque en general sólo utiliza sus dedos para pulsar las teclas y escribir sus puntos de vista), y exige la restitución de las miles y millones de faltas de las que muchas veces no tiene vela en el entierro, ¿por qué? ¿Por qué esta clase media se siente responsable de los males que han estado aquejando? ¿Qué ha hecho para contribuir a la maldad, al terror, a la desaparición, a los cuerpos desmembrados, a los encarcelamientos ilegales, a las mujeres acusadas de aborto? Esta clase media, ¿acaso está atrás de estos y muchos otros actos de injusticia? o ¿acaso esta clase media, solamente ve, se queja, escribe (como su servidora), pero no sale a las calles para reclamar? Bueno, ¿para qué? ¿eso sirve de algo?
Supongamos que esta clase media sale a las calles para reclamar una u otra injusticia, además de granaderos, además de personitas con caras tapadas, además de anexos y acarreados, ¿qué? ¿En serio ha cambiado algo? No digamos algo dentro de la legalidad, de este bonito sistema, no, sino dentro de algo con mayor importancia, ¿se ha logrado algún cambio en la opinión pública?
Los que no luchan por llenar el tanque de la gasolina, sino por agarrar un lugar más o menos cómodo en el camión para cenar la torta que compraron en el paradero, ¿han cambiado de opinión? ¿Han tomado ellos un bando, han defendido sus verdaderos intereses, le han dado la espalda a la corrupción, se han sentido responsables por los destinos de terceros y cuartos, aquéllos seres humanos cuyas vidas han sido perturbadas de maneras muy desagradables?
No lo creo. No creo que toda esta lucha por internet haya valido para algo y no lo hará si las personas de esta clase media no se conectan entre a sí, cara a cara, ni si no lo hacen con las otras clases medias, ni con las otras clases no tan medias, ni con las clases altas. ¡Pero todo cara a cara! Nada de salir a las calles y ya, ni de diálogos con una sola persona; nada de esperar a que no salga aprobado en las cámaras. Podría esta clase media salir de sus casas, reunirse, charlar, beber té o café, integrarse como grupo, plantear acciones y hacer; acercarse entre sí verdaderamente.
Ah, pero siempre llegará un Judas, como en todas las historias de la Humanidad, o vendrá el mal llamado corrupción, o, en el más silenciado de los casos, vendrá la represión Estatal, a la vieja usanza de esta nación de la que dice mi credencial, soy ciudadana.
Ya terminé mi chocolate.

Paseo de la Reforma



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