lunes, 30 de marzo de 2015

De las vueltas de la vida

O de cómo las cosas caben sin siquiera saberlas acomodar.

Pues es raro no ver a tus amigas en mucho, mucho tiempo, ni platicar con ellas por alguno de los múltiples medios que ahora existen. Es raro que cuando las ves, no sabes exactamente qué decir, qué preguntar, qué contar. Es raro ver que después de tanto tiempo son iguales y a la vez son muy distintas una de la otra. Es raro de pronto sentir que los temas de conversación se pueden agotar en 15 minutos. 
Es raro guardar las charlas por días, semanas, meses y hasta años y que pasados los siglos todo parezca tan igual y tan distinto. Es raro ser soso, cuando antes se creía ser complejo; y raro ser complejo cuando antes se era soso.
Es raro mirar al espejo y ver un cuerpo no agradable y que alguien sí lo vea agradable.
Y es aún más raro querer desahogarte y no poder, nunca poder.
Es mentira. Es raro que ante la súbita soledad, ante el súbito cambio de costumbres una persona recurra a quien menos pensaba recurrir, será que fueron mejores amigas por mucho tiempo y que eso no fue difícil de disolver, a pesar de las complicaciones que después vinieron.
Es raro encontrar la paz y la confianza en donde se perdió la confianza y un poco de paz, pero sí pasa, sí se encuentra y sí, también incomoda.
Es bien raro no tener ese vínculo mágico que siempre creí que iba a tener, esa figura de La mejor amiga.


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