Enloquecido, loco, revuelto, escuchemos alemán mientras dormimos con la esperanza de convertirnos en hablantes nativos. Todas las preocupaciones encapsuladas, envueltas de tejido poroso. De un momento a otro se desparraman y todo contaminan. Si hubiera menos descanso, ya estaríamos en otro lado. ¿Cómo se pueden solucionar las cosas?
No hay descanso y el desánimo se acumula en torres de periódico mojado, hace masa y se desparrama. Cae.
Una tras otra se acumulan las preocupaciones, las ocupaciones ajenas, los pendientes de otros mundos y otras tantas cosas, ¡cuantas! Como si no fuera a terminar nunca; como si hubiera llegado la sombra al camino de todos nosotros y no nos dejara ver más allá de unos metros.
Uno a uno los acontecimientos nos apedrean. Todo parece terrible. Ahogados.
¿Alguien me permitirá un descanso?
Y apenas comenzamos.
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