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martes, 3 de diciembre de 2024

¿Ustedes no extrañan a sus papás?

Justo antier estaba recordando el momento exacto en que me sentí desamparada, algo huérfana, lejana de mis padres, sí, huérfana y desamparada, de plano. Ese momento fue cuando tuve un esguince en el tobillo y no había quién me asistiera bien a bien, no, porque mi madre estaba lejos, mi padre enfermo, incapacitado mentalmente, y mi pareja pues, estaba trabajando y se ausentaba dos días a la semana, aunque si bien, él me acompañaba en el transporte público para mis actividades, había otras, las del hogar, en las que no podía asistirme del todo. En la más difícil era en la del baño. Vieran qué difícil es tener que bañarse con regadera y un yeso… por eso comencé a usar la cubeta comex y la jícara, era más eficiente y sencillo para no mojar la pierna; sin embargo eso daba otra dificultad: La de tener que subir la cubeta, calentar el agua, poner todo listo para no caerme. Recuerdo que un día él estaba malhumorado y me contestó de fea manera, supongo que estaba cansado, harto del baile de las cubetas, pero yo no tenía por qué tolerar eso. Recuerdo muy bien que con todo y férula calenté mi agua, me puse la cubierta en la pierna y me bañé así, yo solita, porque tenía calor, porque hacía calor, porque lo necesitaba. Nunca hablamos de eso.
A partir de entonces tuve la idea de pedir lo menos posible, a pesar de que me había dicho que le pidiera lo que fuera, que él lo haría con gusto.
Desolación. Desamparo.
La primera vez que me sentí así fue cuando necesité muletas, mismas que me prestó una amiga inmediatamente, cosa que le agradeceré de por vida y que hizo que yo la amara tanto, justo ahora la sigo amando. No. La primera vez que sentí desamparo fue cuando se metieron a la casa de mi madre y todo fue caos, y nadie sabia bien qué hacer, menos ella, y todo fue para mal. ¿Qué iba yo a hacer con mi perra? Nadie le quiso dar asilo, ni los conocidos de la familia, ni mis amigas acá; tampoco mis caseros se vieron cooperativos, a pesar de haber sido un evento bastante traumante. Sí, ahí sentí el desamparo. En una tierra lejana, sin los míos, que son pocos, con las manos atadas. Después fue el desamparo de las muletas y, después, la necesidad de usar un bastón. ¿Dónde conseguirlo en esta ciudad? No fue hasta tras casi un mes, que mi madre pudo venir a verme, que ella se pudo mover y traerme un bastón, mismo que aún conservo y adorné con estampitas de Hello Kitty. Ella y yo platicando sobre lo extraño que nos resultaba pensar: "Le voy a decir al Huehue que traiga…" y después constatar que eso ya sería imposible lo que restara de nuestras vidas. El desamparo de la persona que siempre estuvo allí, satelitalmente a veces, pero allí, y que dejara que ser/estar.
La desolación. Cuando sientes esa libertad, ese TE-MANDAS-SOLA, pero no hay más allá que ti misma, no hay a quien robarle un billet o a quien contarle cualquier pavada, que, aunque le pueda contar al padre, no habrá la misma respuesta, uno, es el padre, dos, no tiene la misma habilidad. Esa misma desolación que sentí aquella tarde en que me calenté sola el agua, cubrí mi pierna para no mojarla, y supe que era yo y yo, a pesar de todas aquellas palabras que en eso momento se vieron huecas.
Sí, este es un largo PMS. ¿Cuándo fue la última vez que me bajó la regla?



martes, 30 de julio de 2024

Lo hecho, desecho.

Me encuentro. ¿Pregúntenme cómo me encuentro?
Otra vez el ruido, otra vez la vida y los días, los odiosos días. No poder escapar. No poder simplemente salir sin un horario y admirar las nubes, esas maravillosas nubes de verano que todo cubren: Mis sentimientos, mis motivos, mis ojos. Otra vez las nubes.
Y yo que pensaba que no las habría, ni tampoco luciérnagas, ni libélulas. 
Y al final las hay, pero ¿qué más me da? Qué ganas de ser perrito de zona arqueológica para ir caminando feliz por los lugares frescos y recoger caricias y proteger las tierras. Qué ganas de ser gatito zampón, que duerme como un bendito, que recibe besitos. Qué ganas.
Me encuentro. ¿Cómo me encuentro?
Un tanto desecha de los nervios. A veces –casi siempre– me causa gran pena el hecho de mover las actividades diarias y acomodarlas al antojo del padre (porque no hay de otra). A veces –casi siempre– quisiera no tener horario y entregarme a la vagancia, recoger las hojas, tirar para delante y estar en una playa bien remota. A veces –casi siempre– pierdo el sentido de las cosas, se me atiborran las ideas y el cansancio invade hasta la punta de mis cabellos.
Hoy rescaté una luciérnaga mientras regaba mis plantas. ¡Qué dicha de verlas brillar, qué dicha de que me caminen la mano! Agradezco esos pequeños pedazos de vida que me sujetan al suelo y me quitan de pronto tumbarme y no levantarme.
No es que no quisiera críos, es que ya pasó el tiempo. Es que valoro mi vida, mi tiempo (el que tengo mío), mi silencio. Es que no deseo perder mi salud –si es que la tengo– y poner en riesgo mi vida. Este cuerpo ya va para otro camino, el mío, el que me he forjado, y ahí no están esos críos. A veces –casi siempre– me es molesto hablar de eso con gente, ¿qué demonios les importa, si ellos no soy no, si no saben de mi mente?
Son impertinentes. Son molestos. Debieran callar, callar para siempre.
Me encuentro. ¿Qué es un encuentro? Un hallazgo de dos o más cuerpos en una encrucijada abierta, entre flores, cañas y olores. Me encuentro arrastrando dolores.






martes, 18 de junio de 2024

Ruido

Aquí hay ruido. Ruido muerto. Ruido molesto. Ruido y caos. Caos muerto, Caos Molesto. Pronto voy a poner. Ya he puesto música. Música ruidosa. Continua. Continua como esta vida, que no acaba, en la que no cabe el descanso. Sigue y sigue.
¿Para qué quiero descansar de todos modos? Quizá sea el calor el que me tiene atosigada, incómoda, sudorosa, terrible y temible. Quizás sea el cuerpo que no tolero, la cantidad de libros, las ganas de leer y de estar sola, pero los trastes deben ser adecuadamente ordenados antes de lavar los siguientes. (No lo he hecho) Me he dedicado a hacer mis cosas y luego nada, casi nada. A hacer eso pendiente del auto, la limpieza del polvo que jamás acaba, jamás se va, siempre permanece. ¿Qué aroma es ese? Un dolor de panza eterno, terrible, ya lo estoy sintiendo. No pude evitar comer esa galleta. Tenía ya mucha hambre. ¿Para qué estoy estudiando lo que estoy estudiando? ¿Para qué sigo en ello? ¿Es eso mi vida?
Tiene tiempo que no lo hago de verdad. Aquí no encuentro nada ni nadie. Aquí nadie puede ver ojos en otra cara. Para hacerlo propiamente me tendría que mover a otra ciudad, qué otra ciudad, otro Estado, porque aquí no he encontrado, además, gente afinada. 
No, no necesito silencio. Necesito mi propia tonada. Solamente la mía, no otra. Sólo quiero escucharme a mí misma, sin complicaciones. Ir de mi punto A a mi punto B, sin interrupciones (y sin embargo, me interrumpo a mí misma). 
Cuidar las cosas. Cuidar de los demás. Cuidar de las cosas de los demás. Cuidar lo que digo. Cuidar lo que escribo. Cuidar lo que pienso. Cuidar lo que no pienso. Cuidar de escuchar lo necesario. Cuidar de escucharlo todo. Cuidar del sonido, del silencio, de la oportunidad, de la depresión, del pan dulce, la grasa, los irritantes. 
Mirar el horrizonte quebrado por una lona y una espantosísima barda de block gris. ¿Por qué la gente usa ese material tan inmundo para construir? Sé que es barato, pero es realmente espantoso, o Hespantoso, así con hache. Quita la vista, corta el viento, da calor. Te-rri-ble
¿Y de qué más me he de quejar esta vez? De la levedad de algunos días y la pesadez de otros. Del dolor de panza con cólico menstrual. (Me arrepiento de haber comido esa galleta ahora mismo). Qué largo, qué fiaca, qué calor, qué más da.
Si puedo, me sentaré a leer el libro que he querido comenzar desde hace semanas, pero que, por una u otra razón (tarea de guitarra, salida, enfermedad), no he podido hacer. Ojalá lo logre. Ojalá termine esto pronto. Ojalá de verdad haya ayuda. 



domingo, 10 de marzo de 2024

Sobre los resquicios rimbombantes: El 8 de marzo.

Tiempo ha, nuevamente, que no escribo nada de nada. Ni en diario, ni una nota. ¡La nota! Terminó el semestre; creo que salí bien; aunque siempre me confundo con los modos griegos y alguna otra cosa. Si no los canto, no los capto. A la siguiente los cantaré. Hay cambios simples y cambios sencillos; también hay cambios complejos y verdaderos. Tuve que cambiar mi computadora; no fue culpa de Gaia, sino mía por descuidada. Prometo ser más cuidadosa y no dejar nada cerca de mi ordenador y de mis gatas. Todo por creer que sería un día tranquilo, pero aquí estoy, creyendo que puedo escribir algo este domingo, algo significativo, algo bueno, y no. Todo es solamente una sarta de ideas inconexas en lo que sale algo bueno de mi cabeza.
Puedo hablar de la marcha del 8 de marzo, el #8m, puedo decir muchas cosas de esta ocasión, (¿dejaré de ser sorora si digo lo que estoy pensando?). Pues lo dejo de tarea:
Esta marcha fue corta, fue pequeña, la convocatoria estuvo difuminada por otras convocatorias, por el ruido, los balazos de esta ciudad. Marchamos solamente unas cuantas y no abarcábamos más de una cuadra. Todas tenían pancartas y unas se sabían las consignas, otras tantas no. Las más básicas recitamos: ¡Alerta, alerta!, Señor, señora, Señora consciente se une al contingente, Verga violadora. Se repartieron más consignas, pero no las escuché, sobretodo porque estaba pintando con aerosol verde y esténcil las banquetas, pintaba leyendas tan bellas como: ABORTO LIBRE y VIVAS Y LIBRES. Decidí usar verde y no morado, porque soy totalmente proaborto, porque ese tema sigue causando escozor y porque es algo que jamás debe dejarse atrás, porque, ya se ha visto, que no es un derecho garantizado, ni aunque lleve años en un país de primer mundo, porque pronto vienen ya los derechistas a querer imponer sus ideas de carcamanes arcáicos y católicos y decir que su moral es la que debe regir las legislaciones del mundo. Fundamentalistas aquí y allá, debo decir. El mundo está en peligro real, pero a ellos no les importa, con que siga rolando su dinero, que se acabe el agua, que se mueran los pobres.
Es realmente alarmante, también, que haya señores profesores que se alegren de que se mande fuerza pública a sus alumnos y que esos señores se reproduzcan, porque seguramente son de esos que dicen que el derecho de nacer, que el cuerpo de las mujeres no es de ellas, sino que es un templo de dios y sepa qué dios, pero cuando alguien llega y les dice "este hijo será tuyo" son los primeros en desear el aborto ajeno.
Pero ese es tema de otra semana, o de la misma, porque en realidad es parte de lo mismo. Como el hecho de que haya muerto el creador de Dragon Ball, Akira Toriyama, y que los señores otakus de porquería hayan utilizado su muerte para vomitar su odio contra una causa y un grupo vulnerable que año tras año sale a las calles a protestar porque nada, absolutamente nada, ha cambiado desde, no sé, desde siempre. Porque a mi abuela la violentaron, a mi mamá la molestaron, a mí me jodieron y a las chicas que están creciendo también las están fregando.
Una niña como de 18 años se me acercó mientras adornaba la Alameda y me pidió el aerosol. Me comentó que justo el día anterior un señor había intentado tocarla.
"¿Y qué hiciste?"
"Nada"
"Sí, una no sabe qué hacer… A mi mamá se lo hicieron, a mí y ahora a ti. Nada cambia. Mejor lleva un seguro y los picas o saca unas tijeras y diles que si les sobra algo."
Se empezó a reír.
Porque sí, se dice que hay equidad, que hay derechos iguales para todos los habitantes, pero no hay respeto, no lo hay. No existe un respeto para las mujeres por ser personas. Sí lo hay por ser madres, por ser abuelas, por ser esposas, todas de, pero no por el simple hecho de haber nacido mujeres, tan no existe que un desconocido tuvo a bien/mal en tratar de insultarme, agraviando la masculinidad de mi Amor, que si es mandilón, que si soy la patrona, que si también le gustan los hombres, que si nos maquillamos juntos, que si es un pelafustán por tener por pareja alguien que quiere destruir la propiedad privada… Sí, pero ese no era el punto. El meollo era que tengo una pareja que me acompaña, que me apoya y que le gusta que haga cosas, al igual que a mí me gusta que él se ponga a querer ver arder el mundo. Sin embargo el desconocido quería insultarme diciéndole maricón a mi Amor. (ja, ja, ja) 
Tan las mujeres no son respetadas por sí mismas que prefieren insultar al que ellos creen, que son poseedores de nuestras vidas. No, las cosas no han cambiado, ni cambiarán. Tienen miedo y reaccionan más violentamente, ante una desconocida, con lágrimas de señor enfurecido, incapaz de manejar cualesquiera emoción que tuviere.
Y como dije, en broma antes de salir a marchar este 8 de marzo, en consigna genérica:

DE NORTE A SUR
DE ESTE A OESTE
EMASCULAREMOS UN HOMBRE AQUÍ
CUESTE LO QUE CUESTE.


Aborto Libre

 



lunes, 2 de octubre de 2023

¿Las razones equivocadas? UNA.

Sé, a pesar de todos, sé, aunque no me encuentre, sé. Sé quién soy yo.
Una chica, una mujer, siempre aquella niña temerosa de que se burlaran de mí.
Ya no más. Ahora, ya, finalmente, ya después de muchos, muchos, muchísimos años, sé quién soy, y de qué lado masca la iguana, mi iguana.
Ahora, ya a los cuarenta años, cua-rennnn-ta años, sí, 40 con número y letra, pude descubrir quién soy y para qué sirvo, casi sin tapujo, y digo casi, porque siempre hay un negrito en el arroz (aunque digan las rectas conciencias que eso es racista, pero las frases idiomáticas son las frases), y porque siempre debe haber alguno para darle esa nota de dificultad a las cosas que nos hace querer recapitular, retomar, retrasar, replantear la vida…
En este caso mi negrito en el arroz es la nueva maestra en la empresa nueva-casi-vieja que estoy iniciando. ¿Que por qué escogí estudiar de nuevo? Pues porque siempre estuvo en mi plan de vida. Tan sencillo como la respuesta de siempre del porqué estudié alemán: "Pues para la carrera de canto", decía yo, porque en esos entonces, no sé ahora, la licenciatura llevaba francés y alemán, además del italiano que me chuté en el propedéutico y, como se me hacía más difícil el alemán y me lo quería ahorrar en tiempo, lo adelanté, según yo, en el CELE de la UNAM. ¿Y luego?
Luego ya no licenciatura en canto y puro dar clases de alemán ad nauseam desde 2008. No, ya no doy clases del Deutsch desde marzo de este año. No es bueno para mi salud física y mental. ¿Y entonces, por qué ahora escogí nuevamente estudiar? ¿Qué? Pues Música estudiar. Y sí, ¿no? Hay que terminar lo que una empieza, a pesar del tiempo y del espacio, a pesar de los dolores viejos en las articulaciones y las uñas rotas. Total que no hay nada ni nadie que me lo impida…Ah, pero, ¿y el canto? ¿No que eras cantante, niña?
Pues sí y pues no.
Además de ser cantante, soy artista, artista escénica, artista performera. ¡Eso es lo que soy! Y en algún momento me voy a clavar más en eso, que poco a poco me he zambullido en eso, que no se diga que no. Porque sí, a estos cuarenta años finalmente he visto lo que soy: UNA PERFORMERA.
Oiga, ¿y la literatura, la escritura? Ah, esas también soy. Una mujer capaz de escribir y representar, realizar performáticamente literario, y qué mejor si es propio, porque sí: Yo también escribo bien bonito. 
Que no se diga que el esfuerzo parental fue en vano, que el tiempo que mi madre invirtió en mí (aunque no sabía exactamente en qué me metía) fue vano, y el tiempo que mi padre invirtió también (que él sí se imaginaba de qué iba la cosa, pero no tenía la dimensión justa) se tiró a la basura; porque sí, ambos me criaron como una Princesita, la niña más preciada y única de sus vidas, la que todo lo que quería hacer, lo hacía (claro, que en algún momento de la vida eso se fue restringiendo). Y es por eso que no me queda más que seguir la misma senda marcada desde tantos años atrás, ¿y qué más da? No hay más que lo que quiero hacer conmigo y eso es…Aunque…
La maestra de canto que me trata de soprano y que me llena de esfuerzo porque no se me ha tratado se soprano así, no tan así, porque el registro ha crecido, mucho, porque voy de abajo a arriba, porque no quiero ser sólo una cantante. Porque la razón de estudiar música-canto es para tener el recurso y utilizarlo en mi obra, en mi ARTEEEE y no ser yo un vehículo caja-musical, sino el vehículo de EL ARTEEEE y cantar-escribir-actuar-bailotear-CREAR así y ya y serlo todo, SER UNA, la más grande que siempre me imaginé y que está aquí conmigo, sorprendiéndome, siendo increíble, que soy yo.
Para eso sirvo y para eso vine aquí y he de perfeccionarme. Se lo debo a UNA. Me lo debo a mí.
UNA en la UAM-I


viernes, 23 de junio de 2023

Uno de esos días...

He tenido la tentación de escribir acá, mas no me he podido dar el chance de hacerlo, puesto que, cuando he tenido un par de minutos, he estado ya bastante cansada, o con el tiempo encima. Justo ahora el tiempo cambió y me dio la oportunidad de saltar mis obligaciones y escribir un poco sobre mí, sobre el otro, sobre los días que requeman mi cabeza y me llenan de insatisfacciones y esperanzas de: ¿En verdad soy capaz de? Tuve la idea de hacer algo así tan vago, un ejercicio de escritura pequeño, pequeñito, no obligatorio, aleatorio, un mero juego, tuve la idea y salió algo que yo no supe si salió, pero que alguien externo confía en que sí lo sea, en que sí vale lo suficiente para presentarlo públicamente, ¿seré yo capaz de rellenar 60 minutos de ideas y creatividad sin ninguna canción, sin ninguna ponencia, ninguna cosa de interés social o escénico? Quién sabe. El chiste es que por alguna razón desconocida un profesor piensa que escribo poesía y me dice que la lea en público, así, como leen las personas de literatura (de entre las cuales estoy y no, sólo por el flamante título de licenciatura que finalmente poseo, pero que no dice más sobre mis capacidades intelectuales). ¿Qué será de mí en ese día? ¿Haré el ridículo?
Uno de esos días… Como el día en que so pretexto de trámites, nos escapamos y tuvimos una cita de esas como las que teníamos antes, una cita soleada y llena de viento, de añoranza y de ganas de salir más allá, más arriba, sin más planes que caminar hacia la otra calle y llegar para tener una mejor vista, un café o una comida rica. ¿En qué momento dejamos todo eso? Ah sí, en el momento en que nos mudamos y el sol inclemente impide ese tipo de salidas, en el momento en que dejamos de encontrar sitios agradables y en donde todo sitio era rellenado con chocolate líquido y dulce sobre dulce, sin posibilidad de contraste en el gusto. ¡Qué terrible gusto! Uno de esos días que tanto nos queríamos y que caminábamos sin rumbo y con estilo por las calles, esas calles que ya no son nuestras calles, sino la de otros miles de personas que es el mejor futuro el estar en esa ciudad tan llena, tan acomodada, tan sin agua y con millones por todas partes.
Será que la construcción de mí misma está aquí, cimentada en el no ser como ellos, como esos otros, los de la ciudad, los del campo, los de las afuera. Será que Una es Una y nada más, y que tal vez sí sea capaz de aprender, de emprender de nuevo el sueño que yo misma corté, por miedo y comodidad, por querer tener un futuro estable, ese que no lo hay, por saber más y quedarme corta, tan sólo con unas cuantas fuentes.
Total que quizás sí de el ancho y tenga parque y pueda leer poemas sin tanto desgaste, pero eso sí, con un poco de histrión, tal vez sí, porque de literatura soy, pero también le hago al teatro y de música y de arte y de todo, como un mole bien hecho, no tan picante, no tan dulce, pero bien condimentado y que sí, también cae pesado.

Una


jueves, 9 de marzo de 2023

Mi aborto del feminismo.

Pido perdón por no cumplir con el feminismo, por no llenar los estándares, por querer sacudirme en todo momento los "deber ser" y los preceptos de éste.
Pido perdón por no ser 100% sorora y no dejar de torcer los ojos ante algunas acciones que me incomodan, de esas que parecen mandato, de esas que me saben a imposición, a regla inquebrantable y absoluta.
Pido perdón por no haber soportado ya los absolutos, los no rotundos, la ceguera ante el contexto, ante las personas individuales y sus historias.
Pido perdón por haberme exaltado con una compañera que tuvo a bien el querer proteger identidades de mujeres, sin saber exactamente si se les estaba vulnerando o si era real lo que se le estaba diciendo.
Pido perdón por no soportar esos absolutos feministas, esos "porque es hombre" y punto, aunque se haya tratado de razonar con ella, aunque se le haya dicho "él es mío y hace lo que yo le digo y es mi material", aunque se le haya dicho "vine a cubrir el performance de mi esposa", mientras ella hubo respondido: "Pero no todas son tus esposas".
Pido perdón por pedirle a mi único compañero de vida, al bueno, que me acompañe en cosas simples, en recoger material gráfico y echarle un ojo a las compas, así sin estorbar y sin protagonismos. Pido perdón por ahorita no tener una compañera lesbiana que me pueda apoyar en ello.
Dicho todo esto. Dejaré de ser feminista.

(Aunque siempre me llamará la atención de cómo paulatinamente hay chicas aquí y allá que se quejan de que las activistas les han hecho mal).

Gestorbener Feminismus

jueves, 26 de enero de 2023

No hacer. Hacer nada.

Enfermé esta semana. Quedé con tantito moco y me cuido de la ronquera, porque sino, ¿de qué otra forma podría yo comenzar el año dando clases de canto? Acabo de limpiar el suelo. Esta semana lejos de las actividades pública y físicas han dejado en mi un cuerpo más o menos descansado, una cabeza un tanto clara, pero una casa realmente sucia. No es porque seamos en realidad muchos, sino porque tenemos un nuevo gato y nos trae tierrita, además de que aquí la caña carbonizada cae como nieve y brinda a la tierra nutrición, y a las losetas, mugre. Purita y toditita mugre. Pero ni modo, ya no quería vivir en el monstruo llamado CDMX que porque era imposible, y sí. El plan era venir a vivir acá con mi Amor, encontrar un terreno para construir, comenzar a hacerlo y vivir haciendo lo que fuera que nos gusta. Y tantán.
El plan era venir a vivir aquí con mi Amor, mi gata Isis, mi perra Gilda y que a los pocos meses se mudara mi madre a Querétaro, donde tiene su casa amueblada, y todos abandonáramos la gélida casa el sur de la Ciudad. El plan fue, porque Gilda se quedó con mi madre, al igual que ella con mi padre y todo pasó por delante, justo antes de la pandemia, y nos llegó el año parado, luego vino el otro, y mi gata, y mi madre, esas dos se fueron.
No sé si en realidad me ha hecho bien ir con una psicóloga y hablar de las cosas así sin objetivos, porque me siento laxa, pero no quiero rigor, porque los objetivos me agobian y me llegan de desazón. La gente dice que está mal vivir así, que está mal no tener ninguna meta, ninguna ambición, que está mal no poderse imaginar en el futuro así exitosa, estable, remunerada. La verdad es que no me gusta hablar de ello, ni del éxito, ni de la estabilidad, mucho menos de la remuneración. Me la he estado viviendo así, cachando lo que viene para mí, sin mucha ambición de querer lo mejor, (¿o no?). No quiero lo mejor, ni lo ambiciono, porque lo mejor siempre implica más casas, más autos, más dinero, más fortuna, lo mejor para mi pobre cabeza crecida en este triste mundo no implica más nutrición, ni mejores condiciones, ni más felicidad.
Tampoco me gusta imaginar mi futuro, porque esas proyecciones siempre han de ser el de una casa propia, perro, gato, marido, carrera, trabajo estable, propiedades, compras, viajes, cosas que sí me van, pero que son para todos y yo no soy todos. Quiero un viaje a la playa, pero no a la playa donde todos van, quiero estabilidad, pero no la que implica no ver ni el atardecer, quiero carrera (pero si ya tengo una, pero no la ando presumiendo, aunque de tantas pausas nadie sabe de ella y todo se va para atrás porque además, al lugar al que vine a parar nadie te presta ni un lápiz si no sabe quién eres). Lo único que quiero es una casa propia y ahí es cuando llega la frustración, porque ya estamos en el umbral de febrero y ni siquiera hemos hecho lo que habíamos convenido hacer en diciembre, ¡en diciembre! Yo creo que haré esas agencias solas, sino eso tampoco va a avanzar, así como trámite del ISSSTE.
No me gusta hablar de mi futuro porque no se concreta, ni en uno, ni en dos, ni siquiera en cinco años. Lo que realmente quiero es construir una casa y habitarla antes de ser demasiado vieja, tener mi casa para nuestras actividades, nuestros gustos, nuestra familia, un lugar donde de verdad, nadie, NADIE nos moleste y no tengamos que vestirnos para ir al baño.
Pero en fin, lo único que venía a escribir es que me enfermé un poco y que finalmente hice la nada, LA NADA, y he podido ver series, películas, ¡he podido leer! Cosas que quiero, que me nace, cosas que hago para rellenar el tiempo, casi sin pensar en pendientes, obligándome a echar para adelante los trámites por hacer, los pagos, la maldita vida adulta. Esta semana en donde sólo me he cuidado a mí y un poco a las gatas. Esta semana merecida que seguirá así, hasta la última hora de este domingo, porque por supuesto que no iré a taller de teatro el sábado, donde seguirán ad nauseam con La Bella y La Bestia, porque he visto en las redes sociales que se promociona como taller de teatro musical y eso sí que yo no quiero, no me late, me cansa, me fastidia, hasta sueño que estoy harta. He pensado en renunciar, pero entonces, ¿cómo practico y perfecciono?
Y justo ahora, se ha ido la luz…
¿Por qué, en serio, a la gente le gusta disnei y el teatro musical? Tanto ruido, tantas luces y sonidos: estridencias que no te dejan la cabeza más que para ellas y no para las cosas buenas y mesuradas. Por eso es que no me gusta imaginarme en el futuro, mucho menos hablarlo, porque mi futuro imaginado –si acaso lo pudiese realmente elaborar en la mente– no es como el de los otros, con canciones sosas y luces y sueños de fantasía en donde al final el bien siempre triunfa, mientras que el mal es castigado. Eso no, eso siempre es muy aburrido. Mi película tiene suaves cabellitos, muy buena música bien estructurada y un argumento sólido como edificación antigua aún no descubierta por los saqueadores de tesoros (y los arqueólogos).

Yo


martes, 15 de noviembre de 2022

Escritura rápida

Hoy que estoy sola, me di cuenta que por andarle jugando al teatro este año, no he hecho las cosas que me gustan, no me mal interpreten, me gusta saltar y andar haciendo cosas nuevas, cosas que nunca antes me atreví, pero no he podido hacer lo que disfruto. No he podido leer, cocinar, no he podido escribir aquí, ni en ningún otro lado, y tampoco he podido pensar bien, bien en mi porvenir, en el mío, el personal e íntimo.
Andar de teatro es rico, es duro y fuerte, pero también aturde. No se puede pensar en más mucho, sobretodo yo, que soy una persona que sólo tiene una línea de pensamiento, aunque finja tener más. Es jugar con la gente, entregar el cuerpo, jugar y crear una fantasía, pero también es lidiar con los egos y las locuras de la gente, sobretodo de gente con pensamiento general, absoluto, gente con la que no se puede dialogar, pues ellos y sólo ellos tienen la razón.
El teatro así pareciera una secta, donde se sigue al gurú ciegamente, un lugar en donde las fantasías y la superstición lo es todo.
No soy gente de teatro, soy gente de ARTEEEEE, soy gente que le gusta expresar y provocar, incomodar. Soy gente que no precisamente desea agradar, porque el ARTEEEE, aunque sea bien ejecutado, no es un adorno para presumir, sino una manifestación del pensamiento humano, de las emociones, del cuerpo, del entorno. Soy persona de gustos simples también, me gusta cocinar, me gusta criar plantas, cuidar gatas, me gustan las niñas más que los niños, me gusta la vida tranquila y salvaje, pero no me gusta que venga cualquier prejuicioso a ensuciar mi vida simple, a vigilar que cumpla el "deber ser" según sus creencia, según sus dogmas. No me gusta la gente que mata árboles para Navidad o que pone insecticidas sin mirar por otra alternativa. No me gusta la gente que siempre mira la paja en el ojo ajeno, pero no es capaz de ver el contexto en el que está pisando. No me gustan las personas que dicen que han cambiado gracias a dios y que por eso piensan que ya cualquiera debe perdonarle y olvidar sus faltas. No me gusta que se crea que se debe amar y honrar al padre y a la madre sin conocer antes si los progenitores fueron cuidadores suficientes de sus críos.
No me gusta el "Deber ser" de nada.
No me gustan los prejuicios.
Y si continúo respirando y haciendo ARTEEEE será para derrumbar las paredes mentales de estos dos males mencionado.

Seguiré descansando.



Gaia mi amor.

martes, 5 de julio de 2022

Adiós, ayer, adiós.

Un encuentro bastante incómodo tuve la semana pasada. Un encuentro que ni esperaba, ni quería, ni sabía el porqué del objeto. ¿Para qué verla? ¿De qué me iba a hablar? ¿Me iba a reclamar algo, a pedir, a solicitar, a ordenar? ¿Querría yo pelear con ella? ¿Querría yo decirle que la culpo totalmente de la muerte de mi madre, de su cansancio previo a dejarse caer al pozo? ¿Valdría la pena el desgaste y la pérdida de tiempo?
La mesura llegó a estos, años, cierta mesura, sí, aunque no la completa calma ante las cosas inoportunas. Ansiedad sí hubo, bastante, incomodidad y alguna pelea. ¿De qué servía acceder a verla? Tal vez era mera curiosidad de saber qué quería de mí, si había alguna novedad, porque algo bueno de ella, no, totalmente no. Lo dudo.
Luego llegó a mi cabeza ese recuerdo infantil de ella cuidándome, llevándome al cine a ver Terminator 2, de darme un libro a leer, de enseñarme cosas y tenerme la confianza para habitar su casa por semanas, todo en esa infancia tan inocente, tan falta de juicios y valores en contra. ¿Qué pasó con la tía que sí cuidaba de mí, que era moderna por ser la más joven? ¿Qué pasó con esa mujer a la que yo admiraba de pequeña, que me subió al metro por primera vez, que me prestaba ropa para sentirme mayor, que me enseñó a que se puede ir al mercado a comprar una fruta cuando se tiene hambre y así matar el apetito sanamente?
Se fue con mi infancia, llegaron los prejuicios que se asientan con los años, con la adolescencia, los prejuicios que se postran sobre la cabeza de la que está creciendo y le impiden ser ella misma, hacer cosas nuevas, y buenas, y al mismo tiempo que mi inocencia desapareciera, sus prejuicios de adulto rancio, de ideas conservadoras, llenaron su mente, (o quizá ya estaban allí, pero era incapaz de verlos). ¿Qué pasó entonces? Me volví otra, me volví yo, me volví Una.
Accedí a verla, a pesar de que se me dijera que para qué. Pues accedí a verla por educación, por cortesía, por verla, porque quizá sí sería la última vez que la viera en la vida, quizá no. Accedí un poco por los recuerdos de la muy lejana tía. Fue tan mesurada la visita, tan de dientes afuera, tan falsamente cortés e hipócrita, tanto que valió la pena, por saber que yo era yo, y soy otra, y soy Una, tan lejana a la que piensan que soy, tan ajena, afortunadamente ajena, y capaz de mostrar una careta correcta, por el bien de todos, a pesar de mi disgusto, a pesar de su presencia, a pesar de que insultara ya sin razón a mi padre, todo por mi padre, por mi tío, que la acompañaba y, sobretodo por mí. ¿Valdría la pena la pelea y el desgaste físico-emocional? No.
Ya no estoy para esos trotes, ya no doy el cuerpo en cosas que no producen el bien en mí. Ya aprendí. ¿Ya aprendí?
Luego vino la llamada telefónica. "¿En qué proyectos estas? ¿Qué estás haciendo?" Cosas, esa fue mi respuesta, cosas, porque soy libre, verdaderamente libre, no le tengo que rendir cuentas a nadie, ni contar mis sueños y proyectos a ninguna persona que no lo valga, y porque, recordé también muy bien, que justo la faceta de carne de mí, la humana, la faceta de EL ARTEEEEEE que me conforma, fue la que más deseó aplastar durante mi formación. Por supuesto que no tendría que contarle absolutamente nada.
Eso, sumado a su insistencia de no aceptar la violencia (como si apartar a su hijo de su familia no lo fuera, como si pelear la cocina con su hermana no lo fuera, como si dejar a su sobrina con hambre después de una ida al hospital a ver a su hermana, no lo fuera), y de recalcar quién era su única familia en este país –su hermano, mi tío– y decir que será la última vez que estará y que sólo viajó por su única familia que le queda. No, no vale para mí ya, ni por el recuerdo, ni por la admiración que alguna vez le tuve, esa que valió para que accediera a perder un par de horas de mi vida en verla. Ya... 

...adiós a la tía


martes, 10 de mayo de 2022

Sufrimientos

Este día de la madre la recuerdo, pero no la recuerdo ni bonito ni feo, sólo la recuerdo, no a ella, sino lo que opté por hacer ese día para festejarla. Comida y pastel. No había otra cosa más que saliera de mi corazón, ni de mi bolsillo, porque le gustaban cosas muy caras, o perfumes muy oloroso, o aretes sólo de oro, porque le hacían reacción los otros, que sabía que perdería muy prontamente.
Alguna vez de algún viaje le regalé una mañanita, esa sí le gustó.
También alguna vez le regalé un rebozo, ese también le gustó.
Fuera de eso, cualquier otro regalo no sé, creo que no le gustaba, o tal vez sí, pero me era difícil encontrarlo en esas fechas, puesto que todo está retacado de cosas que el mercado dice que le gusta a las mamás, cosa más mentirosa.
Este día de la madre la recuerdo y la recordaré, porque veo que muchas la festejan, la exponen, la presumen. Yo no, sólo, acaso, muestro su imagen, la expongo un tanto. Jamás en vida la presumí, jamás dije, miren todos es mi mamá. No era vergüenza, era algo personal e íntimo, era mi relación con ella y nada más. Nadie más tenía que inmiscuirse en ella, nadie. Aunque al final resultara que todos querían meter su cuchara, que varios dijeran pestes de mí con ella y que ella optara por no decirme las cosas importantes. Aunque al final resultara que quien yo creía que era ella, no era, sino su imagen en mi cabeza, la que quise construir, la que tuve que formar para crear mi propia personalidad, tan alejada de ella como me era posible, y al mismo tiempo, tan parecida. Qué terrible.
Y ahora, en este día de las madres he llorado, pero no por ella, sino por mí, porque no entiendo, porque entiendo, pero porque necesito ternura y no la tengo, porque debo ocuparme de las cosas viejas, de las nuevas, de las nunca estrenadas y también de mi padre, porque debo ver que no se mate, que sobreviva, que viva lo más decentemente posible. Vivirá.
Y vivirá a costa del cansancio de mi cuerpo, de mi cintura rota por hacer el doble de guisado, por andar de un lugar a otro y tratar de dejar todo cubierto, para poder sobrevivir yo, y poder pensar en mí nuevamente. Hace falta mi vida, y no la tengo, no por el momento. Tan cansado mi cuerpo.
Tiene poco que me dijeron que ya no siento, que sólo pienso y es cierto, totalmente cierto, porque no puedo sentir, porque todo duele y porque, cuando necesito sentir encuentro un muro agresivo, un muro sombrío, agreste. ¿Qué culpa tiene mi padre de no poder tener toda su mente en forma?
Sólo quiero alejarme ya mismo, en este momento. Sólo eso, y sé muy bien de la fecha especial que se avecina, pero también sé que poco se podrá hacer esta ocasión y es triste, también terrible, aunque también sé muy bien que el corazón falto de ternura no podrá dar mucho ese día.
Si tan siquiera fueran dulces conmigo…

La dulzura

El pasado


martes, 22 de febrero de 2022

Cosas

Hoy he hecho algo que jamás había hecho: He escrito una carta. Una carta que tiene quién la lea, mucho menos respuesta. Una carta que tiene destinatario, pero que ya no existe.
Hoy he hecho algo que jamás había hecho, porque no tenía sentido, porque no había un porqué, o sí, pero más grande era el sinsentido, enorme, como el año de sinsabor y responsabilidades ajenas sobre mis hombros.
Hoy he hecho algo que jamás había hecho: Una carta a una madre muerta. ¿Para qué? ¿Para descargar las culpas? ¿Para contar los pormenores? ¿Para preguntar sin respuesta? ¿Para azotar mis dolencias más hondamente sobre mis carnes, sobre mi seso? ¿Para agitar angustias y desventuras y ponerlas en el marco más grande de la casa? 
Hoy he hecho algo que jamás había hecho. ¿Qué punto tuvo todo esto? Sólo quedé más triste, más solitaria, con ganas de no hacer nada, de escribir más y más y de quedar en silencio, vago silencio. Sólo quedé con el estado de ánimo alterado, lejano, lacónica, como se me solía decir. ¿Para qué he hecho esto si sólo me he sentido peor?
Hoy he hecho algo que jamás había hecho. ¿Fue mi ego solamente? ¿La necesidad de recordar, de ensalzar, de crear un recuerdo, porque quizás no fue así? No se me ha desdibujado su carácter, su genio, sus manías, tampoco se me han desdibujado sus palabras y sus actos de amor y de ternura, pero no, no las digo, no las hablo, o quizá sí, y demasiado, y quizás he hartado ya a esa gente, a ese casi único interlocutor eterno.
Hoy he hecho algo que jamás había hecho. Y no quiero hablar más de ello.

Cuando aún no era mi mamá.


martes, 15 de diciembre de 2020

De los días atrasados y muy pesados y demás.

¿Qué pasó en las semanas pasadas? ¿Qué fue lo que me mantuvo con zozobra por días y días? Interminables días.
Y este día, esta fecha justamente. Un 15 de diciembre del año 1979. Un par de personas se casaron. Después tuvieron una hija, como tres años después.
La verdad no me gusta hablar de mí, nunca, casi nunca, y sin embargo todo el tiempo estoy hablando de mí, ¿de qué otra cosa podría hablar? ¿De literatura, de arte, de música? Podría hacer gala de lo que sé, y lo hago, podría ser más cínica en lo que hago gala, y lo hago. Todo con la finalidad de encubrir lo que en realidad soy, qué soy, a dónde pertenezco. Todo con la finalidad de que no se note lo que me duele, lo que me está lastimando.
Los recuerdos, esos momentos que ya no están, así como las gentes, así como la juventud. Lo único que queda es la muerte, y su recuerdo, aunque no haya muerte, aún, pero el recuerdo.
Soñar con la humedad de una casa, los hongos, el hacinamiento. La preocupación del padre y de la madre. El impedimento de no poder ayudar más, por espacio, por lugares. Aquí no hay espacio, ni lugares. Quizá si hubiera, pero sólo quizá.
Mi empeño en tener mi espacio, mi vida, mi tiempo. ¿Y si eso sólo me hace una egoísta? ¿Y si eso es lo que no debo hacer? ¿Y si eso me convierte en una mala hija, una irresponsable y abusiva? 
Muchos dirían eso, yo misma me lo diría, pero no por mi cabeza necia, sino por lo que he escuchado por años de la gente de esta familia: 
"Yo nunca dejaría a mi madre sola."
"Es tan buen hijo, le puso casa a su madre."
"No estudié lo que quise porque no iba a dejar sola a mi madre."
"Cuida a tu madre."
Y yo xingo a mi madre.
Llevo mucho tiempo intentando terminar esta entrada, me distraigo a propósito, le doy vueltas al asunto, a lo que me incomoda. Entre el "deber ser" y el "tienes que sacar lo que te duele" y no sale, y sí, está allí, pero velado entre palabras necias, porque no hay otra forma en mí para darme a entender. Quisiera teorizar al respecto, pero siento que sería demasiado banal, demasiado falto de importancia, porque finalmente son cosas que me están pasando. Son pérdidas inesperadas.
Jamás pensé que sucedería así, jamás pensé que sería el padre el primero en flaquear, el primero en estar más indefenso, y ahora, al lado de la ya perennemente indefensa madre. Quisiera que estuvieran cerca, pero no tan cerca, y no hay forma de mantenerlos en esta cercanía sana, no hay forma de que no irrumpan en el equilibrio de este hogar si se acercan más. Soy muy egoísta. He de ser un monstruo.
Luego recuerdo que son adultos, que ellos deberían ya saber lo que hacen, pero luego recuerdo lo que es sentirse rebasado. ¿Qué puede más?
He de ser un monstruo.
Pero hago lo mejor que puedo.
Pensar en una vida que jamás me ha gustado, en una dinámica de familia muégano que jamás, JAMÁS he experimentado, porque crecí lejos de todos los parientes, porque sé que así debe ser, por lo menos para mí y para mi amor…
Puede ser por unos meses, puede ser por años, puede ser por décadas, y este momento de la vida, donde he perdido ya tanto tiempo con mi amor, no quiero perder ni un minuto más. Suena tan dramático.
Quizás estoy siendo melodramática y no me dejo llevar por la practicidad de la vida. Si no se puede, no se puede, si me quedo en este paraíso infernal es porque acá estoy tejiendo mi vida, si ellos no vienen es porque no tienen un lugar aquí, porque no lo pensaron así antes. ¿Y ahora? ¿Por qué no hacerlo? No es imposible; sin embargo se necesitan voluntades y tiempo y disponibilidad y todo en plural, porque no todo ha de depender de mí, porque la madre es un ser independiente y yo también (aunque a veces no lo sienta así). 
La deuda moral y más que moral pesa sobre esta cabeza turbia y pesada.



lunes, 8 de junio de 2020

Vidas pasadas.

¿Cuántas vidas ya llevas puestas?
¿Cuánto tiempo más pasará?
Has transitado ya por muchos tiempos, por un par de siglos, por la gente, sus personalidades y problemas. Has visto  demasiado, mas no suficiente (o eso es lo que crees). Te has quedado en anhelos y con los deseos de muchos. Conoces a tantas gentes que no te cabe en la cabeza, has olvidado a tanto, y has sido olvidado por la gran mayoría.
Tus vidas han transitado lentas, pacíficas y pasivas; sin gran complicación, sin dificultad extrema ni problemáticas densas.
Y has pasado de largo de entre ellas, porque sí, es cierto, tú no eres memorable, no eres digna de ser recordada, ni odiada, ni amada, ni admirada, casi que ni leída. Tú eres un grano más de arroz, sin diferencia, no llegas a ser el negrito, ni la paja más larga.
Ese tránsito tan silencioso y decente no llega a la entonación más límpida ni plena, o ni siquiera a una tonada sincera, o tranquila, o pasable.
Normal, acaso normal. No más.
No eres sobresaliente. Entonces eres casi nada.
Todo aquello que pensaste que merecías, no lo es, no logras hacer un algo más para que se te admire, para que se te recuerde verdaderamente. Llegas a la vida de la gente tan fácil como te puedes ir. Y desapareces físicamente, y quedas en nada, tú que te creías el todo.
Y no eres nada.
¿Cuántas vidas han pasado sobre tu espalda? ¿Cuántas tú han desaparecido con el mover de tus dedos, tus brazos, tus piernas, tu cabello? ¿Cuántas vidas más soportarás?
¿No es momento ya de desaparecer para siempre de estas vidas?
¿Cuántas veces has intentado reinventarte? ¿Y cuántas veces no siempre has sido la misma?
Desgastada y vieja, ajada cada vez más.
Primero comida y hongueada por la humedad y el frío.
Después requedama por el sol.
¿Cuántas vidas más aguantará tu mente?
Tus recuerdos se vuelven flácidos; tu oído débil; tu cuerpo lánguido.
No sabes cuánto durarán las ganas de recorrer los caminos distintos, esas vías sin rumbo. Todo sabe a muerte, triste, desecada y necesaria.
Ojalá llegue el momento en que cualquier no extraño te mire con ojos de conocimiento y te haga sonreír sinceramente.
¿En qué vida será aquello?


jueves, 16 de abril de 2020

Resulta que…

Ora resulta que todo está bien, ora resulta que no.
Ora resulta que todo está en pausa, y sí, y no.
Las cosas se están moviendo a su modo, lentamente, con tiento y peligro. ¿Qué es más que eso? Que la vida venga, que la cotidianidad carcoma, esta nueva cotidianidad, la que nadie aguanta más.
Para mí es casi la misma que antes tenía, la del encierro y del aislamiento, con la salvedad de salir un poco menos y quizá de comer un poco más.
Ahora tengo a mi Amor todos los días de la semana.
Ahora, como antes, tratamos de resolver el mundo a distancia.
Ya se verá qué tanto salvamos, qué tanto queda resuelto.
Me falta terminar algunos proyectos, me falta darle vuelta a las cosas, me falta, ¿qué me falta?
Que termine todo y nada vuelva, porque nada volverá a ser como antes, ¡ni que quisiera eso!
Mi realidad cambió drásticamente en diciembre y de allí parece que la bola no ha parado, como si mi tapete se hubiera movido también para los demás. Quizás eso no es tan malo del todo, (aunque muchos piensen todo lo contrario).
¿Qué es de ellos que están tan apegados a sus puestos de trabajo?
¿Qué es de ellos, los que son lo que hacen?
¿Qué es de los planes que se tuvieron que postergar, mover, cambiar y cancelar?
Si la gente, toda, supiera que ya no hay nada más allá que este solo día en que vivimos y respiramos, que, a pesar de los infortunios, siempre tendremos ojos para ver lo que más amamos, pero eso no importa.
Lo que más amamos, al parecer, es el dinero, el poder, las posesiones.
Ya todo se ha mezclado para mal, siempre para mal. ¿Será que no hay bien que por mal no venga?
A saber…
Pero resulta que, por lo menos, ahora todo está tranquilo, estable, que la gente que sí me importa está guardada y que todos los días miro lo que más he querido en este mundo —aunque éste sea matraca— y que es lo más bonito que miran mis ojitos, que huele mi nariz y que tocan mis manitas.


jueves, 19 de marzo de 2020

Canas de Primavera

Aquí, aquí, y no allá.
Los días transcurren, como no pensé que transcurrirían, con sorpresa, y no, con duda, y no, con noches y sí. Ninguna llamada esperada, ninguna visita tan deseada, y despreciada. Lo único que quería era…
Luego que sueño y que sueño con ganas, y luego no hay ganas, no hay nada, sólo la vida seca, maltrecha, ni siquiera cansada, sólo la vida que parece que ya no quiero, la vida que me viene estrecha, y luego ancha, y luego otra vez estrecha. Vienen las gatas y me alegran la mañana, luego duermen, cuajadas por la calor primaveral, esa que está sobre nuestras cabezas, esa que pega y vuelve a pegar, no aguanta nada, dirán, aguanto todo y más.
Me he sumergido en la revolución porque me he cansado de pensar sólo en mí y luego, y luego ya no hay revolución, sólo cansancio, y sólo yo, mi pie, yo, mis deseos, yo, no hay nada, yo, la flojera, yo, ¿por qué siento rechazo?
De verdad que la diosa ha de estar quebrada, de verdad que parece que me ha abandonado. Sólo vacío, sólo un hueco seco, tieso, ni siquiera muerto.
Sólo quería un poco de atención materna, no la hubo, y mis lágrimas inverosímiles fueron detenidas por los sudores y los trabajos necios. A veces hubiera querido que…
Y resultó al final que fue lo mejor que pude hacer cuando salí de esa casa, pero resultó también que todo el mundo como lo conocía no existe más, así, súbito, así, sin una base, un apoyo, un lugar alterno para ir a visitar y a descansar de vez en cuando.
Nada.
Y luego resultó que todo fue molestia.
Nada.
Mejoro para ser una molestia, para que ambos pies duelan y se sientan mal, se sientan feos. Esta vida es como un barco naufragante, a veces, a veces sólo tiene rumbo cambiante, así sin el naufragio, pero mi cuerpo, mi cuerpo no se siente.
Mi cuerpo no se siente, sólo se siente la molestia, mi cuerpo no es mi cuerpo, es de la molestia, que ya ni siquiera es dolor, pero es algo que me posee, que posee mi cuerpo y que me deja en nada, es nada.
Esta gran nada que me está consumiendo.

 

miércoles, 4 de marzo de 2020

El verdadero amor. 4 de marzo.

Isis, la gata Isis cumple años, ¿cuántos años cumple ya? 
Dieciséis, ni más, ni menos. ¿Qué siente Isis de ser tan mayor?
Me mira con hastío, con pereza, me mira con insistencia. Algo quiere, ¿qué querrá? ¿Qué es lo que quiere la gata?
Comida, agua, salir a la terraza, salir a salir, pancita, que le hable, que me suba, que la contemple, todo quiere, todo quiere de mí y de Gato miau, porque ahora él también está en la ecuación, se convirtió en parte de la casa y sabe sacar provecho, ¡su esclavo!
La gata Isis a veces se lava, a veces se lame, casi siempre duerme; de vez en cuando platica. Ahí viene. Mira a la cama, da un salto, sube, me dice miaaaaau, me mira, mira mis pies, me vuelve a decir miaaau, luego miauu, se acerca a mí con pasitos, le acaricio el lomo y la cola, hace ummm, hace un poco de masitas, hace su maniobra de aproximación para echarse (Isis 380), lentamente se echa, o no, se queda sentada como pensando en si lavarse y lo hace. Se lava una pata y luego mejor no, se echa lentamente en su lugar de la cama (el lugar de Gato miau, ¡pero qué importa!) Se lava la pata delantera, se detiene, algo mira, mejor se hace ovillo y se mantiene atenta a los ruidos externos.
Isis, ¿qué piensas, gata? ¿Estarás cansada de esta vida larga? ¿Será que sí me quieres y por eso soportas tanto al lado mío?
Isis se acuesta y creo que es feliz, a pesar de que las otras gatas suban y vengan a importunarla, y hasta se coman su comida (aunque eso no le hace mella, total, que el urinari siempre está colmando el plato).
Cumple años la gata Isis, mi corazón, no hay más palabras dichosas para ella que las que las que sueltan mis labios por las noches, cuando está molestando queriendo salir o quién sabe qué: "Isis, ven gatita, no estés chingando, ven súbete, no tengo patita, tengo sueño, déjame dormir, ven súbete, Isis, no estés jodiendo…"

Feliz cumpleaños a mi gata bonita, la aplastable y pomponosa Isis.

Miaaaaaaau

martes, 20 de agosto de 2019

Aniversario.

Gracias Isis por soportar este cambio.
No estamos muy seguros de el día en que llegamos acá, ¿cuándo fue nuestra primera noche en el hogar conjunto? Estamos con que fue el 18 de agosto, la verdad no nos acordamos, podríamos recordar, ver anotaciones, algo, pero creo que preferimos no hacerlo.
Así que simplemente este pasado 18 de agosto, celebramos nuestro aniversario.
Hice ricas hamburguesas con papas a la crema, nada light, porque no nos gusta la comida light, ni los reemplazos, aunque, a decir verdad, la carne de hamburguesa estuvo compuesta por carne molida y lentejas en puré. Miren que salió bastante bien. No hay fotos, porque vivimos el momento y ya. Fue un buen día.
¿Qué nos deja el aniversario? ¿Qué nos deja el año viviendo juntos? ¿Sentimos más, sentimos menos, sentimos igual? ¿Hemos cambiado?
Creo que no hay respuestas, aún, y no las hay porque no las he querido responder, creo que tampoco mi amor, porque no tiene caso, por el momento, no hay mucho que decir de más, o de menos, solamente escogimos estar y ser felices ese día, el anterior y el que sigue. Fue así, porque tuvimos días difíciles, donde no estuvimos, porque todo apuntaba a la gran pelea, o pequeña, pero pelea, donde todo parecía desacuerdo tras desacuerdo, pero no, eso se ha arreglado, ¿cómo? No lo sé. Creo que tomando distancia (uno, dos, uno, dos, uno, dos, tres…). Siempre es bueno tomar distancia, tener unas pequeñas vacaciones de la vida diaria, mirar con los mismos ojos diferentes aires. Los aires buenos y malos; los malos y helados, esos que no son los del hogar; los buenos y graciosos, de esos que van escaseando. 
La familia está, sólo está. Siempre las mismas dificultades y luego, mejor regresar a mi hogar, este que sí me gusta, este que sí se ajusta a mis necesidades psíquicas, físicas, emocionales, carnales y amatorias. Nuestro hogar, el del caos y el orden que se niega a ser vencido (aunque todo parezca no más que caos); nuestro hogar, cuna de Fufú y de Asuka, retiro de los años de frío de Isis…
Oh, Isis, tan bella gata, que ha soportado la mudanza y al nuevo integrante de la familia,  al que ha sabido manipular y hacer de él lo que quiera, porque para eso son los humanos, según dice mi amor. Yo sólo sé que soy de Isis y que tenemos una relación bastante peculiar y unida, aunque lo niegue la felina.
Nuestro hogar. Todo lleno de plantas que crecen sin control, zapatos que se niegan a estar ordenados, cajas, plásticos y chucherías; lleno de sueños e ilusiones, de sábanas que se ensucian pronto (jeje) y de maullidos demandantes porque ya tienen hambre (aunque coman bichos durante la noche).
Nuestro hogar con nuestra familia de gatitas y que promete ser más grande e innovador, más espacioso y también más alocado y lleno de verdor.
De eso se trata la vida.

jueves, 8 de agosto de 2019

El regreso.

Y estuvo contigo. Está justo aquí, sentado atrás de ti viendo un algo de una nueva empresa que tiene en la cabeza, todo gracias a un viejo compañero de la preparatoria.
Todo ha sido diferente, todo ha sido inesperado. Su regreso, tu regreso, su ida, la vuelta, la vida.
De los anzuelos que tiraste, poco ha picado, pero ahí va, te desesperas.
Me canso, es cansado esperar y esperar, o ver que sí llega, pero que no está lo suficientemente cerca para ti. Es cansado saber que está mal, que tiene su dolencia y que su ánimo no es el más dulce. De verdad quisiera que estuviera bien y suave, que pudiera prestarte toda la atención, y lo hace, creo, pero no del todo, porque hay algo que se lo impide. ¿Qué puedo hacer? Esperar a que pase la dolencia, o ¿qué otra cosa?
Te cansas de saber que algo no corre bien, que hay algo triste en la vida.
A veces parece que soy yo la que no está bien. Tal vez sea que ya no me sé comunicar con la gente, con él, a veces parece que se me acabaron las palabras, o que quiero que capte todas tus palabras, que no se le escape ninguna, porque ya se le escaparon muchas, todas las que no emitiste en el tiempo que no estuvo contigo. Como si me lo debiera. ¿Me lo debe?
¿En realidad me debía las cosas?
Yo sólo quería unos colores prismacolor, era todo. Me pregunto si aún lo recuerda. Temo decirle, porque temo ver cómo lo olvidó. Mejor no digo nada, aunque sé que leerá esto, tal vez, y que sepa que era lo que querías. Eso es todo.
Te hace falta, y eso que ya está aquí, pero te hace falta: Su vivacidad, su cariño, su ser entero para ti, y no para nadie más (¿y para él) Para él también, pero para ti. Has de ser una enferma por querer esas cosas. 
¿No será que no es lo que esperaba? 
No, respondo, no esperaba nada, más que estuviera aquí conmigo, para hacer las cosas juntos, las cosas de los dos. Al principio pensaba que me iba a estorbar en la cama, y no, pude dormir con él a mi lado sin ningún problema, pero…algo ha cambiado, algún hábito, alguna cosita que antes había y que ahora no, porque quizás las noches ya eran muy diferentes así separados. Tendríamos que reconstruir esa convivencia. Será.
Es extraño porque a veces no sabes si está enojado, si tiene molestia, o si la que está enojada eres tú. Tratas de agarrar distancia y dar buena cara, pero no te sientes tú, no te sientes con él, por más que te esfuerzas, no. ¿Qué será?
Tendrán que hablar, pero el sólo hecho de pensar en ello te agobia, como te agobia todo lo que está por venir, todo lo que hay que hacer, el cierre de año encumbrado y dilatado, la vida misma. 
Y tú que quieres toda la atención, todo el cariño, toda la vida, el aliento y la carne, y él, que no te lo puede dar…
Mientras tanto, me mantengo cerrada, callada, creo que ya estaba acostumbrada.

Popocatépetl de mañana.

viernes, 26 de julio de 2019

Día cinco punto seis.

La mantis que me mordió.
Cuenta regresiva.
Te despertó el teléfono. Tenías mucho, pero que mucho frío. Estuvo freso casi todo el día, salvo un par de horas en la tarde; luevo volvió a llover acá, en tu casa, porque a Cuautla ya no la quiere mucho Tláloc, ya no los moja tanto, o sí, no sabes. En este rincón cerca de otros municipios llueve y mucho.
El año pasado no llovía tanto.
Justo hace un año andabas tratando de ayudar a una mentecata, saca varo, pseudoloca, desequilibrada, tarada, una prima tuya que esperas no volver a ver más. Justo hace un año te estabas despidiendo de todos y de todo, porque sabías que el boleto que estabas comprando no tenía vuelta. Sigue sin tenerla. Te encuentras a gusto viviendo acá, aunque lo laboral sea lento, aunque a veces parezca que se cierran puertas y ventanas, pero te sientes a gusto. No sólo por la calor ("la calor" es aquél fenómeno de temperatura elevada, con mayor sensación térmica que el calor, porque el calor es masculino y no es tanto como un sustantivo femenino, que siempre es grosso y grato), sino por la comodidad de las cosas cerca, de la menos gente, de la vida pausada.
Allá estabas mal todo el tiempo: con dolor de articulaciones y dolor del alma.
Aquí lo único que te hace falta son tus amigos, tu familia y tu novio, pero él volverá pronto, te lo ha anunciado, y ha tomado la mejor decisión. Estará acá pronto y dejarás de escribir diariamente por acá, o no, no lo sabes, no aventuras nada. Ya te gustó estar acá, aunque tengas pocos lectores, porque, ¿a quién le importa leer las incoherencias de una extraña?
Te despertó el teléfono. Era para una cita de entrevista de trabajo. Lo hiciste todo lo más rápido posible y llegaste a tiempo, o casi, porque en RRHH de la empresa parecía que, aunque habías tocado y sido educada, no tenían ganas de trabajar.
Llegaste con la entrevistadora y todo fue breve, que si lo fue. Saliste a los quince minutos de haber entrado. Ni modo. A ver qué pasa. El puesto era para profesor de canto, aunque te dijo que les interesaba un profesor de instrumento, ¿no era de canto? En fin. Te echaste tu choro de lo buenos que son los coros para enfocar a los niños, de la responsabilidad, de que los músicos saben trabajar en equipo (ejem) tu choro, pues, para ver si te daba unas horitas al lado de otro profesor.
No les cuesta mucho, es decir, es una escuela particular y así están las colegiaturas.
Ah, perso si son algo amarrados los de las escuelas privadas de estos lares.
Saliste y seguiste tu viernes programado, no sin antes mentársela mentalmente a aquél que cumplió años hoy y que te sacó de su lado por sus prejuicios.
Cumpliste los objetivos del día, hasta el de tirar la basura, y eso que ya pensabas que no pasaría porque no se escuchó en la mañana.
En la clase pusiste Major Tom de Peter Schilling. Tuviste las sensaciones de felicidad y libertad de cuando corrías por el pasto de Zacatenco, cuando niña y luego casi lloras, cuando le dijiste que se suponía que tu generación sería la última que iba a estar abajo y que ahora todo está más abajo aún, que no hay esperanza. No, no la hay, no la ves, ni la sientes. Miras cómo todo se está poniendo gris, turbio y sucio y cómo todos se están dejando llevar por el odio.
Llegaste a casa con eso y preferiste comer un pan con queso, sí, rimó, y te sentaste a escribir acá en vez de platicar con tu amor por el chat, porque necesitabas sacar estas cosas, y porque ya debería saber que escribes esto por las noches.
Pronto estará aquí contigo.