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lunes, 2 de octubre de 2023

¿Las razones equivocadas? UNA.

Sé, a pesar de todos, sé, aunque no me encuentre, sé. Sé quién soy yo.
Una chica, una mujer, siempre aquella niña temerosa de que se burlaran de mí.
Ya no más. Ahora, ya, finalmente, ya después de muchos, muchos, muchísimos años, sé quién soy, y de qué lado masca la iguana, mi iguana.
Ahora, ya a los cuarenta años, cua-rennnn-ta años, sí, 40 con número y letra, pude descubrir quién soy y para qué sirvo, casi sin tapujo, y digo casi, porque siempre hay un negrito en el arroz (aunque digan las rectas conciencias que eso es racista, pero las frases idiomáticas son las frases), y porque siempre debe haber alguno para darle esa nota de dificultad a las cosas que nos hace querer recapitular, retomar, retrasar, replantear la vida…
En este caso mi negrito en el arroz es la nueva maestra en la empresa nueva-casi-vieja que estoy iniciando. ¿Que por qué escogí estudiar de nuevo? Pues porque siempre estuvo en mi plan de vida. Tan sencillo como la respuesta de siempre del porqué estudié alemán: "Pues para la carrera de canto", decía yo, porque en esos entonces, no sé ahora, la licenciatura llevaba francés y alemán, además del italiano que me chuté en el propedéutico y, como se me hacía más difícil el alemán y me lo quería ahorrar en tiempo, lo adelanté, según yo, en el CELE de la UNAM. ¿Y luego?
Luego ya no licenciatura en canto y puro dar clases de alemán ad nauseam desde 2008. No, ya no doy clases del Deutsch desde marzo de este año. No es bueno para mi salud física y mental. ¿Y entonces, por qué ahora escogí nuevamente estudiar? ¿Qué? Pues Música estudiar. Y sí, ¿no? Hay que terminar lo que una empieza, a pesar del tiempo y del espacio, a pesar de los dolores viejos en las articulaciones y las uñas rotas. Total que no hay nada ni nadie que me lo impida…Ah, pero, ¿y el canto? ¿No que eras cantante, niña?
Pues sí y pues no.
Además de ser cantante, soy artista, artista escénica, artista performera. ¡Eso es lo que soy! Y en algún momento me voy a clavar más en eso, que poco a poco me he zambullido en eso, que no se diga que no. Porque sí, a estos cuarenta años finalmente he visto lo que soy: UNA PERFORMERA.
Oiga, ¿y la literatura, la escritura? Ah, esas también soy. Una mujer capaz de escribir y representar, realizar performáticamente literario, y qué mejor si es propio, porque sí: Yo también escribo bien bonito. 
Que no se diga que el esfuerzo parental fue en vano, que el tiempo que mi madre invirtió en mí (aunque no sabía exactamente en qué me metía) fue vano, y el tiempo que mi padre invirtió también (que él sí se imaginaba de qué iba la cosa, pero no tenía la dimensión justa) se tiró a la basura; porque sí, ambos me criaron como una Princesita, la niña más preciada y única de sus vidas, la que todo lo que quería hacer, lo hacía (claro, que en algún momento de la vida eso se fue restringiendo). Y es por eso que no me queda más que seguir la misma senda marcada desde tantos años atrás, ¿y qué más da? No hay más que lo que quiero hacer conmigo y eso es…Aunque…
La maestra de canto que me trata de soprano y que me llena de esfuerzo porque no se me ha tratado se soprano así, no tan así, porque el registro ha crecido, mucho, porque voy de abajo a arriba, porque no quiero ser sólo una cantante. Porque la razón de estudiar música-canto es para tener el recurso y utilizarlo en mi obra, en mi ARTEEEE y no ser yo un vehículo caja-musical, sino el vehículo de EL ARTEEEE y cantar-escribir-actuar-bailotear-CREAR así y ya y serlo todo, SER UNA, la más grande que siempre me imaginé y que está aquí conmigo, sorprendiéndome, siendo increíble, que soy yo.
Para eso sirvo y para eso vine aquí y he de perfeccionarme. Se lo debo a UNA. Me lo debo a mí.
UNA en la UAM-I


lunes, 10 de julio de 2023

Conversación imaginaria.

–¿A qué le tienes miedo?
–Al ridículo.
–¿Por qué?
–Porque de niña se burlaban de mí y no me tomaban en serio.
–¿Quiénes? 
–Algunos parientes, aunque supongo que mis padres no; tal vez pensaban que era sólo un capricho lo que hacía, pero aún así me apoyaban, me llevaban y me daban lo necesario para hacer mis cosas.
–¿Tú sientes que eso es apoyo?
–Si, nunca me faltó nada material para llevar a cabo mis labores.
–¿Aunque al inicio no era exactamente lo que tú querías?
–No, sí, al inicio me quería dedicar a otra cosa, pero me dijeron: "Primero aprende a cantar y luego a tocar el piano."
–Y te quedaste cantando, ¿o chiflando en la loma?
–A veces siento que sigo chiflando en la loma.
–¿Qué consideras que es ser Artista?
–Ser Artista es ser una persona de crear, escenificar, imaginar, concretar y así provocar a las personas.
¿Tú crees que ese Artista que dices ser, sería hoy valorado por tu madre?
–…
–¿Tú lo crees?
–…
–¿…?
–Ella decía muchas cosas por fuera, pero pocas para mí. Me decía que podía hacer muchas cosas, pero como si no las hiciera o como si las cosas que hacía no retribuyeran y, por ende, no fueran valiosas.
–¿Tú crees que ese Artista que dices ser, sería hoy valorado por tu madre?
–No, no lo creo.
–¿En qué te basas?
–En que son ideas poco visibles y poco capitalizables.
–¿Aunque sea algo vistoso y escénico?
–Siempre le veía detalles. 
–Tú sabes que ella te presumía con sus amistades, ¿verdad?
–Sí.
–¿Entonces?
–Ella siempre se veía desesperada, como si estuviera segura de que yo no sabía lo que quería.
–¿Y lo sabías?
–En parte.
–¿Cómo?
–Sabía lo que quería, pero aún no sabía cómo llevarlo a cabo.
–¿Y ahora sabes?
–Sí.
–¿Qué cambió?
–Que ella murió, que siento que puedo hacer lo que quiera sin que nadie me regañe y que tengo un Amor.
–¿Y no lo tenías antes?
–Sí, pero no habíamos echado tantas raíces aún.
–Para finalizar, ¿tienes algo qué decirle a tu mamá?
–Ojalá me veas y disfrutes las cosas que hago, aunque no las entiendas. Isis cuida muy bien, yo creo que sí lo sabes.
Soy yo en el Tren Escénico.


viernes, 23 de junio de 2023

Uno de esos días...

He tenido la tentación de escribir acá, mas no me he podido dar el chance de hacerlo, puesto que, cuando he tenido un par de minutos, he estado ya bastante cansada, o con el tiempo encima. Justo ahora el tiempo cambió y me dio la oportunidad de saltar mis obligaciones y escribir un poco sobre mí, sobre el otro, sobre los días que requeman mi cabeza y me llenan de insatisfacciones y esperanzas de: ¿En verdad soy capaz de? Tuve la idea de hacer algo así tan vago, un ejercicio de escritura pequeño, pequeñito, no obligatorio, aleatorio, un mero juego, tuve la idea y salió algo que yo no supe si salió, pero que alguien externo confía en que sí lo sea, en que sí vale lo suficiente para presentarlo públicamente, ¿seré yo capaz de rellenar 60 minutos de ideas y creatividad sin ninguna canción, sin ninguna ponencia, ninguna cosa de interés social o escénico? Quién sabe. El chiste es que por alguna razón desconocida un profesor piensa que escribo poesía y me dice que la lea en público, así, como leen las personas de literatura (de entre las cuales estoy y no, sólo por el flamante título de licenciatura que finalmente poseo, pero que no dice más sobre mis capacidades intelectuales). ¿Qué será de mí en ese día? ¿Haré el ridículo?
Uno de esos días… Como el día en que so pretexto de trámites, nos escapamos y tuvimos una cita de esas como las que teníamos antes, una cita soleada y llena de viento, de añoranza y de ganas de salir más allá, más arriba, sin más planes que caminar hacia la otra calle y llegar para tener una mejor vista, un café o una comida rica. ¿En qué momento dejamos todo eso? Ah sí, en el momento en que nos mudamos y el sol inclemente impide ese tipo de salidas, en el momento en que dejamos de encontrar sitios agradables y en donde todo sitio era rellenado con chocolate líquido y dulce sobre dulce, sin posibilidad de contraste en el gusto. ¡Qué terrible gusto! Uno de esos días que tanto nos queríamos y que caminábamos sin rumbo y con estilo por las calles, esas calles que ya no son nuestras calles, sino la de otros miles de personas que es el mejor futuro el estar en esa ciudad tan llena, tan acomodada, tan sin agua y con millones por todas partes.
Será que la construcción de mí misma está aquí, cimentada en el no ser como ellos, como esos otros, los de la ciudad, los del campo, los de las afuera. Será que Una es Una y nada más, y que tal vez sí sea capaz de aprender, de emprender de nuevo el sueño que yo misma corté, por miedo y comodidad, por querer tener un futuro estable, ese que no lo hay, por saber más y quedarme corta, tan sólo con unas cuantas fuentes.
Total que quizás sí de el ancho y tenga parque y pueda leer poemas sin tanto desgaste, pero eso sí, con un poco de histrión, tal vez sí, porque de literatura soy, pero también le hago al teatro y de música y de arte y de todo, como un mole bien hecho, no tan picante, no tan dulce, pero bien condimentado y que sí, también cae pesado.

Una


martes, 28 de marzo de 2023

Los días de enferma: La voluntad.

Y al final, se miró una luz.

Hizo viento loco y se alborotó el calor, o eso fue lo que sentí ahorita. Esto lo he estado masticando los últimos días de dolor, de casi muerte, no muerte, pero sí de gravedad:
He estado bastante indispuesta estos días, en cama, en fiebre, en vómito y diarrea, he estado realmente mala y no ha habido un diagnóstico acertado a la primera, por lo que mi cuerpo ha tardado más de lo acostumbrado en recuperarse. Dentro de las casi alucinaciones y dolencias, dentro de los insomnios que pena e idas al baño no he hecho más que pensar, más que en darle vueltas a los acontecimientos de mi vida. Aunque justo ahora no puedo recordar exactamente de qué quería escribir. Creo que de la nada.
La nada que es todo y que soy yo. La lucha de voluntades, los días pasados.
¿Por qué mi padre y no mi madre?
Y la respuesta vino después del duelo incesante de mis tripas: La voluntad. No había otra más. Porque no dependía todo de mí, sino de las dos, porque la constante pelea de ambas jamás iba a acabar, sino con la muerte, porque no se puede ayudar a quien no quiere, aunque las opciones estén dadas. Pensando esto, escribiendo esto…creo que soy igual. Y cada quien tiene que descubrir su camino sin otra cosa más, porque de eso también se trata la vida, ¿no? No sólo de ser feliz, no sólo de comer y del placer, no sólo de aprender, sino de hacer la regalada voluntad, porque cuando no se tiene aquello, ¿acaso la vida es? ¿Qué más da entonces vivir si no se puede hacer un papalote con dicha acción?
Justo ahora no estoy enfocando bien, porque la enfermedad me ha quitado algo: La atención y la capacidad de enfocar mis ojos con atención, pero, qué más da…
Cuando cumplí años me di el regalo de una lectura de Tarot. El buen amigo tarotista me dijo que habría un duelo en este año, que no temiera, que era parte del camino, ¿será acaso este el duelo? ¿Un terrible recordatorio de que este cuerpo envejece y ya no soportará más excesos? Ojalá sea eso y no otra cosa, aunque tampoco sé lidiar muy bien con el duelo del cuerpo, ¡¿dónde está?! Lo necesito para muchas cosas. Lo necesito para andar, para ejercer, para ejecutar, para actuar, para cuidar, para amar, para mí. Lo necesito para mí. ¿Dónde ha estado?
Recordé a mi madre y su constante pérdida del cuerpo. Su lucha por querer seguir viviendo, por querer hacer su voluntad. Quizá así lidiaba con estar enferma una y otra vez; era rebelde de las instrucciones médicas, porque su cuerpo todavía resistía y resistía y resistía… y ya. Era una persona rebelde, así lo puedo ver ahora.
Enferma, cuidando al padre y enferma. Hubiera querido que ella estuviera aquí para que viera por mí, aunque después recordé que no precisamente me cuidaba de mis enfermedades varias cuando las tenía. Me reclamaba y me mandaba a volar. Como la vez que me sacó de mi cama por una supuesta reparación, o las veces de cólico que sólo me reclamaba que había comido mal. De sus cuidados maternos recuerdo solamente los que me daba de niña, cuando me daba desenfriolito en una cuchara con té de manzanilla, pero después…
Eso de idealizar a las madres y los padres es de lo más terrible; lo que dicen en la televisión es mentira. Ni ellas son cuidadosas, ni ellos protectores. Al final del día, una es la que se cuida y la que se protege, y termina cuidando al padre en su enfermedad inesperada. 
Y así sigue la vida, el tiempo transcurre, se escurre y yo dejo de sentir un poco más. A veces es sólo anhelo, pero ya es poco el deseo. ¿Terminaré en convertirme en una flor que se marchita? Tendría que saber qué palabras utilizar para terminar esta madeja de ideas.
No las hay.
Soy la nada.

lunes, 9 de enero de 2023

La significación (cumplí 40).

Una imagen en la cabeza, muchas. Los días contados avanzan y el plazo finalmente llega. ¿Qué sería de mí sin los que vienen no fueran los mismos? Yo quería escribir algo, pero no tengo nada en concreto que escribir, de pronto me vacié, pero es cansancio, nada más, porque la vida adulta me atropelló hoy. ¿Qué es la vida adulta sino cumplir con una serie de trámites para satisfacer el ego y el status quo? Nada más que eso. En fin.
Pasó el día de mi cumpleaños y comenzó la semana de preparativos para mi fiesta. Entre cansancio, berrinches, los "ya sabía que no vendría" y los "avisé con mucho tiempo", también los "ni modo de enojarme, así pasa". Llegó el día del festejo, porque cumplir 40 años no es cualquier cosa, y menos después de la apaleada que la vida me dio un par de años atrás, (¿o fue menos?) El trabajo me rebasaba. De sentir que iba a ser muy simple, se convirtió en picar y picar, preparar y preparar y la gente comenzó a llegar. Aún no terminaba todo.
Llegó una amiga reciente, una amiga-hermana de corazón justo a tiempo para la ayuda necesaria: Entre picar, corregir, supervisar el fuego, el ride a mi Amor por mi pastel (que según él, apenas estaban terminando). Llegó como del cielo, aunque en realidad llegó de Cuautla, y se lo voy a agradecer siempre, porque no hubiéramos armado la fiesta sin ella. ¿Quién hubiera pensado que en un momento de la vida llegara una ex-alumna a hermanarse conmigo? Circunstancias adversas parecidas, hijas únicas y chinos, los chinos.
Siento que esta narración está un tanto insulsa, no sé por qué, será porque estoy haciendo sopa.
Pasó algo extraordinario, algo que no hubiera pensado, tomé mi confianza y la deposité en otros así, sin miramientos, simplemente me dijeron "hago" y dejé, simplemente dije "tú haz" y se hizo. No fueron grandes cosas, pero sí fue un gran descargo, unas cosas pequeñas que le dieron forma a toda la fiesta, entre correr y ver qué faltaba, entre oír conversaciones cortadas y no decir nada. Fue raro porque estuve allí y no estuve en nada por estar en todo; sin embargo hubo destellos que le dieron certidumbre a la reunión y a mi vida misma. ¿Cómo detalles tan simples denotan la naturaleza de las relaciones?
Entre mi amiga a la parrilla, mi ex la encargada del queso, mi Amor, el de los nopales y que se cercioró de que todos tuvieran bebidas…Creo que acabé pocas conversaciones, y creo que abarqué mucho mucho. Como los días cotidianos de correr sin descanso, como los domingos de no estoy para nadie, como comer y jugar y beber y charlar y no hacer eso.
Hubo momentos en los que mi ex me platicaba, me preguntaba cosas y yo tuve ese resquicio del pasado que ya no es y pero qué bueno, tuve la seguridad del vínculo más allá de los problemas y rencores, más allá del amor carnal y los placeres. Saber que se es y que somos y no fuimos, con ella, con él, con todos lo que estábamos en ese patio y alrededores.
Regalé tiempo, así como ellos a mí el suyo. Regalé confianza, así como ellos a mí. También fui una reina maga, porque eso siempre es algo que me nace.
No podía decir gracias, no podía expresar cosas lindas, ni el gran discurso que quizá sí estuve pensando por días, mas sí les di una parte de mí, la más reciente, la que se ha construido aquí, en estas tierras, tan rota, tan ajada, tan fortalecida por el Amor, por ellos…
Yo no sé si le quiero regalar esta emoción bonita a quien no me conoce así, yo quiero tenerla para mí para siempre. Esa certidumbre de cariño y confianza, de falta de duda y de totalidad, eso que no se puede hablar mucho y que vale del todo. Las ganas de besar en la boca, de abrazar, de contarlo todo y escucharlo por igual.
Lo que hubiera querido tener antes, ya no tengo.


La ex, el gato cósmico, y yo


El abrazo de Acatempan.


El Amor y yo


Los reunidos


martes, 10 de mayo de 2022

Sufrimientos

Este día de la madre la recuerdo, pero no la recuerdo ni bonito ni feo, sólo la recuerdo, no a ella, sino lo que opté por hacer ese día para festejarla. Comida y pastel. No había otra cosa más que saliera de mi corazón, ni de mi bolsillo, porque le gustaban cosas muy caras, o perfumes muy oloroso, o aretes sólo de oro, porque le hacían reacción los otros, que sabía que perdería muy prontamente.
Alguna vez de algún viaje le regalé una mañanita, esa sí le gustó.
También alguna vez le regalé un rebozo, ese también le gustó.
Fuera de eso, cualquier otro regalo no sé, creo que no le gustaba, o tal vez sí, pero me era difícil encontrarlo en esas fechas, puesto que todo está retacado de cosas que el mercado dice que le gusta a las mamás, cosa más mentirosa.
Este día de la madre la recuerdo y la recordaré, porque veo que muchas la festejan, la exponen, la presumen. Yo no, sólo, acaso, muestro su imagen, la expongo un tanto. Jamás en vida la presumí, jamás dije, miren todos es mi mamá. No era vergüenza, era algo personal e íntimo, era mi relación con ella y nada más. Nadie más tenía que inmiscuirse en ella, nadie. Aunque al final resultara que todos querían meter su cuchara, que varios dijeran pestes de mí con ella y que ella optara por no decirme las cosas importantes. Aunque al final resultara que quien yo creía que era ella, no era, sino su imagen en mi cabeza, la que quise construir, la que tuve que formar para crear mi propia personalidad, tan alejada de ella como me era posible, y al mismo tiempo, tan parecida. Qué terrible.
Y ahora, en este día de las madres he llorado, pero no por ella, sino por mí, porque no entiendo, porque entiendo, pero porque necesito ternura y no la tengo, porque debo ocuparme de las cosas viejas, de las nuevas, de las nunca estrenadas y también de mi padre, porque debo ver que no se mate, que sobreviva, que viva lo más decentemente posible. Vivirá.
Y vivirá a costa del cansancio de mi cuerpo, de mi cintura rota por hacer el doble de guisado, por andar de un lugar a otro y tratar de dejar todo cubierto, para poder sobrevivir yo, y poder pensar en mí nuevamente. Hace falta mi vida, y no la tengo, no por el momento. Tan cansado mi cuerpo.
Tiene poco que me dijeron que ya no siento, que sólo pienso y es cierto, totalmente cierto, porque no puedo sentir, porque todo duele y porque, cuando necesito sentir encuentro un muro agresivo, un muro sombrío, agreste. ¿Qué culpa tiene mi padre de no poder tener toda su mente en forma?
Sólo quiero alejarme ya mismo, en este momento. Sólo eso, y sé muy bien de la fecha especial que se avecina, pero también sé que poco se podrá hacer esta ocasión y es triste, también terrible, aunque también sé muy bien que el corazón falto de ternura no podrá dar mucho ese día.
Si tan siquiera fueran dulces conmigo…

La dulzura

El pasado


martes, 15 de febrero de 2022

Se fue el 14 de febrero.

Aún recuerdo cuando mi madre vivía.
Justo ayer rememoraba cuán difícil era el vivir con ella. Cuán irracional parecía a veces, casi siempre. Esa vez que le avisé que saldría con un amigo y que me llevaría tarde a casa, hasta la puerta de mi casa, esa lejana y fría y no le importó el aviso, ni la rectitud de mi amigo y su disposición, e hizo un drama de grandes magnitudes porque la película que empezaba tarde no acababa a la hora que ella quería y porque no me teletransportaba y porque me llevaba un amigo hasta mi casa a entradas horas nocturnas. No, no le importó la oportunidad y estuvo molestando vía telefónica por todo lo que pudo, hasta que se cansó y no, yo no era una adolescente, sino una mujer ya entrada en los veintes. (Antes de que me digan cualquier cosa de que por qué seguía en casa, han de saber que dejar ese techo es lo más difícil por economía y por mente, se logró, pero se le trabajó). Lo primero que dije al terminar mi relato fue: "No vuelvo a tener mamá", porque MADRE no es sólo la que te arropa por las noches, te mima y vela por ti cuando estás enfermo, ni es sólo la que siempre te respalda y que tú sabes que no estarás solo, no, madre también es aquella que crea tormentas mentales, se crea historias, te recrimina, quiere que haga lo que ella quiere cuando ella dice, sin tomar en cuenta la voluntad del hijo; madre es la que te tiene como hijo, extensión siempre suya, te inculca valores y se empecina en que cumplas sus mandatos, tal cual ella los imagina,  y que, a pesar de que sí los sigas, esté convencida de que estás errando el camino.
Sí, eso también es madre. Yo no sé qué angustia tan más grande pueda tener una madre, que se convenza día a día que afuera todo es peligro, que tú no eres capaz de sobrevivir sin su guía, que seguramente has sido el más sordo y no hayas jamás oído sus consejos sabios sobre la vida fuera y dentro de casa, sobre las relaciones interpersonales, sobre el cuidado personal. No, no lo sé. Una gran amiga me ha dicho que no tenga hijos porque se vive en total angustia por ellos, por su bienestar, y le creo, tan le creo que, ya a la distancia, lo he visto con mi madre y he visto cuanto espanto tenía ella de mí, por mí y para mí. ¿Y yo, madre? ¿No lo logré acaso?
Ya está por darse un año de su muerte, inesperada y esperada, y aún estoy en duelo. La extraño, lo bueno, mas lo malo está ya muy lejos. Esa relación terrible que tenía con ella ya no será más, para mi pena y también mi alegría. Hace un año, un 14 de febrero de 2021 lo único romántico que hice con mi Amor fue un arrumaco fugaz por la mañana, toda helada y dura, porque nos estábamos quedando a dormir en la casa donde ella rentaba y porque allí no había más que cartones y cobijas para acostarnos, y el piso, además de duro, era sumamente frío. Yo recuerdo que me acomodé para acercarme por un poco de calor al cuerpo de mi amado y ya…Feliz 14 de febrero. El resto del día, supongo, fue duro. Fue de hospital, de tronarnos los dedos por dinero, de espera porque sobreviviera mi madre, de cansancio por haber dormido muy mal. Mi Amor dice que estuvo conmigo porque ni modo de dejarme sola. Quiero pensar que hay algo más que eso, que lo hace por amor verdadero, porque él es mío como yo de él, (aunque se pongan furiosas las que rechazan el amor heterosexual, aunque sepan que el nuestro no es nada heterosexual, pero si se exaltan al leer que nosotros nos pertenecemos y simplemente le dan lectura de amor normalizado, horriblemente llamado romántico, no merecen explicación alguna de la naturaleza de nuestro amor bisexual-dominatrix-esclava que hay entre nosotros) y que valgo tanto para él como él para mí.
Me acordé de ese 14 de febrero tan áspero y lo contrasté con el 14 de febrero que acaba de pasar, donde tuve el disgusto de leer por todos lados lo terrible que es el amor heterosexual y cuánto hay que analizar y sobreanalizar las relaciones, no sólo porque el capitalismo nos dicta las conductas sociales, sino por los vínculos enfermos que se crean a partir de éste, sí, pues, todo eso es cierto, pero es totalmente injusto, cansado y hartante leer comentarios al respecto el día de los enamorados, el día que una puede y quiere estar con su Amor, porque al fin, tras un largo año, hemos tenido el tiempo de relajación y nos hemos encontrado nuevamente a nosotroas mismas. Cuando finalmente hemos podido tomarnos de la mano y recordar nuestros años juntos, sonreír, reír, tocarnos y disfrutar. 
¿Por qué convertir el Día de San Valentín en un espacio de análisis duro y seco y no dejar en parz a los verdaderos enamorados? ¿Por qué el énfasis de la lección y del recordatorio? Entiendo lo de las distintas posibilidades para ver el camino tortuoso o feliz del amor verdadero o no, pero ¿por qué demonios tengo yo que leer esas reflexiones y por qué no caen donde deben de caer?
De tanto leer estas cosas lo mejor que pude hacer fue relajarme, bañarme, perfumarme, vestirme bonito y salir con mi amorcito, a una cita íntima para comer wafles a la moda, que no había encontrado en años, café y unos tacos en el puesto de la esquina.

Gracias mi Vida, por tanto, por todo, por ti.
Mi Amor y yo

Wafles a la moda


domingo, 2 de enero de 2022

Mañana es mi cumpleaños 2022

El día de mañana es mi cumpleaños. Imagínense ustedes. Pasar todo un año entre trámites, consultas y cosas que no son parte regular de tu vida, ni de tu rutina, ni de tus planes. Pasar un año entero esperando que no pasa nada más malo y pasa, y pasa, y pasa.
Mi gata murió empezando febrero, empezando un año que creía sería bueno, que creía sería para mi casa, mi hogar y nuestras cosas y planes, con una bolsita de borrego de la suerte que jamás estrené porque mi gata enfermó y murió, y a los pocos días, al día siguiente, mi madre enfermó y murió, y a partir de ese momento la cabeza fui yo, la cabeza, el cuerpo, pero la vida no, la vida ya no fui yo. Tuve que hacerme cargo de lo había dejado mi madre, de mis dolores, de los dolores ajenos; tuve que ver no sólo por mí, sino por mi padre, a pesar de todo, a pesar de que no habíamos sido los más unidos. Tuve por deber y por cariño.
En este año mi amor tambaleó, no el sentimiento en sí, sino su corazón, su cuerpo, su vida. Se sintió rendido, ausente de sí, sintió que perdió todo un año y no por él. Me disculpo por eso. No podía pensar bien ni darme cuenta por completo de sus pesares, por eso, cuando hacía sus cosas, miraba que las hacía y no lo interrumpía.
¡Cuánto cansancio emocional y físico nos dio el 2021! ¡Cuántas pérdidas!
No bien recuperada estuve del dolor, cuando mi perra enfermó, enfermó y murió. Fue el colmo. Mi corazón se rompió, no tanto por su muerte, sino por su enfermedad, su incapacidad de ser más ella. Siempre tan libre, siempre tan su voluntad y luego, una semana y no se pudo levantar más. Cayó y no se pudo levantar, ni para obrar, ni para comer. Luché y luché, como con Isis, para que Gilda no muriera, y murió.
No era justo tanto penar. No es justo tanto penar y, a pesar de que todo lo demás ya tenía cierta estabilidad, la sensación de desamparo no se iba, ni se fue en mucho tiempo. Dejar a mi madre y mi padre, dejar la casa del sur, que después fue robada, y robada, y robada. Dejar parte de mi vida allá, lejos, en el frío, a mis perritos bebés, pensar que todo iba bien y luego todo iba mal, mientras seguía pensando que todo iba bien. Los silencios de mi madre, sus secretos, esos que, como telenovela, se llevó a la tumba. La enfermedad de mi padre, sus cosas pendientes y deseos que, como puedo, intento resolver. La vida trunca, en pausa, pero trunca, todas las cosas por hacer que no he, ni hemos podido emprender…
Mañana es mi cumpleaños y no quiero que el dolor me vuelva a someter. Quiero pasarla bien, con mi amor. Quisiera pasarla con mis amigos, todos ellos que me ayudaron durante el difícil trance, ya sea con sus palabras, con su presencia, con una ducha caliente, con internet o con comida, pero estamos lejos y aún estamos en esta pandemia. Quisiera caminar por allí, comer muchos mariscos y rico pastel, tener muchos regalos y sonreír y un abrazo de mi mamá, aunque ya no esté, unos golpes de cola con terribles garras de mi Gilda, aunque ya no esté y unas lamiditas constantes en mi brazo con suaves ronroneos de Isis, aunque ya no esté.
Quisiera gorditas con repollo y dejar de llorar, y tener mucho tiempo para descansar el cuerpo y esta mente que da vueltas en los pendientes y que sólo quiere un buen momento de letargo,  ensueño y diversión.
Siempre digo que ojalá nos veamos pronto, que ahora que se pueda con esta pandemia nos reunamos, lo digo con fervor y deseo constante que de sea real, de que nuevamente en esta vida, en este año, pueda volver a hacer un día de campo lleno de comida y felicidad por todos, para esos, mis hermanos de vida que han sido mi constante y mi aliento. Un día lleno de alegría y carcajadas nos quisiera regalar…

Ya mañana es mi cumpleaños.

martes, 23 de noviembre de 2021

No sufran.



No me gusta que mis amigas sufran. No me gusta que quien quiero tenga dolor del alma. ¿Qué hacer para evitarlo? Nada. Quisiera poder abrir una caja mágica y arreglarlo todo de un cerrón, cerrón tostón. Quisiera poder tener la gracia de calmar sus penas con tal sólo oírlas. Una amiga muy sincera sufre hoy por haber terminado su relación de doce años. Otra amiga muy breve sufre por las mismas dolencias que yo misma: La pérdida de la madre y se hija única. Qué refriega que nos toca. A ambas las entiendo, a ambas las quiero, en la misma cantidad y medida, así como también he padecido su dolor, ajeno y propio. Es tristísimo sabernos solas, cuando no debiéramos. Es terrible saber que alguien siente lo mismo que tú has sentido. ¿Qué es de nosotras, las dolientes, una vez que ha pasado? Las siguientes. No me gusta que mis amigas sufran, ni mi amiga bella y candorosa, ni mi amiga madre tan lejana, tampoco mi amiga soltera, ni la casada, ni la juntada. No, ninguna, porque ninguna de ellas merece el llanto y el desasosiego, ninguna de ellas merece padecer. Todas ellas, tan bellas, tan generosas y tremendas. Todas ellas decorosas, despeinadas, vellosas y tiernas. Todas nosotras, que fuimos niñas, que crecimos entre mofles y ruinas, que alcanzamos a comprender el mundo en medio de todo barullo. Todas nosotras, tan grandes y fuertotas, y que ahora sufrimos. No nos gusta sentir pena, pero menos ellas, ellas que me lo han dado todo y yo, que tan poco les puedo dar. Las amo.



jueves, 4 de marzo de 2021

De las pérdidas.

Tiempo ha que no he escrito, ni leído. Tiempo ha que no he escrito aquí, ni allá, ni en lugar alguno. He estado ocupada, atribulada, desvencijada. He estado, y eso es ganancia.
Hoy no haré ninguna felicitación para una gata, porque ha muerto.
Hoy no río.
Hoy sólo recuerdo y conmemoro, un poco, sólo un poco, porque duele.
Porque el dolor es suma de dolores, vacíos y silencios.
Porque hay mucho por decir, pero más por hacer.
Me dicen que me tome un tiempo, que respire, que haga por mí, que me apapache, pero el tiempo viene volando y me lleva de vuelta a la resolución de cosas, las más inesperadas.
No pensaba que mi madre moriría.
Pensaba que la cuota era mi gatita Isis y que mi madre sobreviviría, que su cuerpo aguantaría nuevamente las batallas y que la tendríamos en casa en un par de semanas más…y no.
No resistió su corazón.
Falleció.
Murió un lunes 22 de febrero. Fui al hospital, porque insistieron y cuando llegué la noticia fue funesta, implacable, terrible. "¿Ya se murió? Pensé que sobreviviría."
Y no. Ahí quedó la prieta. 
Se llevó su voz, sus dedos ya chuecos. Se llevó sus secretos y problemas. Se los quedó todos y dejó aquí un regadero de emociones intensas, un regadero de hojas, cuentas, enredos. Dejó una hija que no sabe qué hacer con su padre, porque está allí, todo triste y desbaratado, todo sin saber exactamente qué día es por los antipsicóticos que le recetaron hace tiempo.
"Yo no sé qué voy a hacer sin mi mamá." Y no, no lo sé.
Estoy siguiendo la bola. Estoy consiguiendo tiempo, pero no lo tengo, como ella no lo tuvo para sí, como mi gatita hermosa que se fue en un estertor, como mi madre que simplemente tuvo paro y su corazón ya no jaló, a pesar del medicamento, a pesar del carrito de choques. Nadie pensaba que eso pasaría. Tampoco ella, ella que pensaba que iría a casa pronto, que necesitaba sus ropas para irse a su casa y luego ir a su otra casa, aquélla que tanto estuvo preparando para finalmente habitar un espacio a su gusto. El espacio que se quedará vacío, sin ella. Sus sartenes, su cocina integral, sus muebles bien pensados, morados, según recuerdo.
"Se murió mi mamá." Recuerdo que escribí. Y mis amigos no lo podían creer.
"Ya se murió mi mamá." Recuerdo que le dije a su hermana y lloró desconsolada. "¿Qué vas a hacer? ¿La vas a cremar y la vas a traer para acá?" No, ella nunca quiso ser cremada.
Tantas llamadas y palabras. Tantas suspicacias.
Y nada, nada me dio sosiego.
Acaso algunas notas, acaso el abrazo largo de mi tío y el llanto de mi prima, acaso el apoyo fuerte de mi Amor y mis gatitas sobre el pecho. Y mi casa tan sola, sin mi Isis, esa gata que sabía darme el consuelo exacto ante todo, esa gata que se dejaba cargar y llenar de lágrimas, la que me miraba paciente mientras dormía. La amo.
Y mi madre muerta, que también amo.
Tal vez jamás se lo dije.
Tal vez siempre pensó que no la quería.
Quién sabe.
Tampoco sé si me quería de verdad o si creía que mi vida era un juego de niños. No lo sé. No sé.
Mientras sus amigas diciendo pavadas, que la llevé a que la mataran al seguro social, sí, ¿y con qué se pagaba el resto del hospital? "Ella tenía dinero." "¿Dónde, tú sabes?, me ayudaría mucho." "No lo sé, eso te corresponde a ti saberlo."… Saberlo, si ella jamás me dijo nada, si ella todo lo guardaba y luego, cuando me quiso contar todo, no pudo, ya no pudo, y se fue a un hospital, la entubaron y poco hablé con ella, acaso unos días que estaba más consciente, porque entre la oxigenación baja y las toxinas que no filtraba su único riñón, ella alucinaba, veía cosas y luego se ponía necia. Quería irse a su casa.
Yo no la dejé.
Mi madre muerta y la vida que sigue y el dolor encarnado, silente, terrible. Quizás muchos entiendan, se agradece que lo digan.
Gracias mi madre, por hacerme, aunque sea yo un desmadre.
Qué triste.


miércoles, 4 de marzo de 2020

El verdadero amor. 4 de marzo.

Isis, la gata Isis cumple años, ¿cuántos años cumple ya? 
Dieciséis, ni más, ni menos. ¿Qué siente Isis de ser tan mayor?
Me mira con hastío, con pereza, me mira con insistencia. Algo quiere, ¿qué querrá? ¿Qué es lo que quiere la gata?
Comida, agua, salir a la terraza, salir a salir, pancita, que le hable, que me suba, que la contemple, todo quiere, todo quiere de mí y de Gato miau, porque ahora él también está en la ecuación, se convirtió en parte de la casa y sabe sacar provecho, ¡su esclavo!
La gata Isis a veces se lava, a veces se lame, casi siempre duerme; de vez en cuando platica. Ahí viene. Mira a la cama, da un salto, sube, me dice miaaaaau, me mira, mira mis pies, me vuelve a decir miaaau, luego miauu, se acerca a mí con pasitos, le acaricio el lomo y la cola, hace ummm, hace un poco de masitas, hace su maniobra de aproximación para echarse (Isis 380), lentamente se echa, o no, se queda sentada como pensando en si lavarse y lo hace. Se lava una pata y luego mejor no, se echa lentamente en su lugar de la cama (el lugar de Gato miau, ¡pero qué importa!) Se lava la pata delantera, se detiene, algo mira, mejor se hace ovillo y se mantiene atenta a los ruidos externos.
Isis, ¿qué piensas, gata? ¿Estarás cansada de esta vida larga? ¿Será que sí me quieres y por eso soportas tanto al lado mío?
Isis se acuesta y creo que es feliz, a pesar de que las otras gatas suban y vengan a importunarla, y hasta se coman su comida (aunque eso no le hace mella, total, que el urinari siempre está colmando el plato).
Cumple años la gata Isis, mi corazón, no hay más palabras dichosas para ella que las que las que sueltan mis labios por las noches, cuando está molestando queriendo salir o quién sabe qué: "Isis, ven gatita, no estés chingando, ven súbete, no tengo patita, tengo sueño, déjame dormir, ven súbete, Isis, no estés jodiendo…"

Feliz cumpleaños a mi gata bonita, la aplastable y pomponosa Isis.

Miaaaaaaau