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martes, 15 de noviembre de 2022

Escritura rápida

Hoy que estoy sola, me di cuenta que por andarle jugando al teatro este año, no he hecho las cosas que me gustan, no me mal interpreten, me gusta saltar y andar haciendo cosas nuevas, cosas que nunca antes me atreví, pero no he podido hacer lo que disfruto. No he podido leer, cocinar, no he podido escribir aquí, ni en ningún otro lado, y tampoco he podido pensar bien, bien en mi porvenir, en el mío, el personal e íntimo.
Andar de teatro es rico, es duro y fuerte, pero también aturde. No se puede pensar en más mucho, sobretodo yo, que soy una persona que sólo tiene una línea de pensamiento, aunque finja tener más. Es jugar con la gente, entregar el cuerpo, jugar y crear una fantasía, pero también es lidiar con los egos y las locuras de la gente, sobretodo de gente con pensamiento general, absoluto, gente con la que no se puede dialogar, pues ellos y sólo ellos tienen la razón.
El teatro así pareciera una secta, donde se sigue al gurú ciegamente, un lugar en donde las fantasías y la superstición lo es todo.
No soy gente de teatro, soy gente de ARTEEEEE, soy gente que le gusta expresar y provocar, incomodar. Soy gente que no precisamente desea agradar, porque el ARTEEEE, aunque sea bien ejecutado, no es un adorno para presumir, sino una manifestación del pensamiento humano, de las emociones, del cuerpo, del entorno. Soy persona de gustos simples también, me gusta cocinar, me gusta criar plantas, cuidar gatas, me gustan las niñas más que los niños, me gusta la vida tranquila y salvaje, pero no me gusta que venga cualquier prejuicioso a ensuciar mi vida simple, a vigilar que cumpla el "deber ser" según sus creencia, según sus dogmas. No me gusta la gente que mata árboles para Navidad o que pone insecticidas sin mirar por otra alternativa. No me gusta la gente que siempre mira la paja en el ojo ajeno, pero no es capaz de ver el contexto en el que está pisando. No me gustan las personas que dicen que han cambiado gracias a dios y que por eso piensan que ya cualquiera debe perdonarle y olvidar sus faltas. No me gusta que se crea que se debe amar y honrar al padre y a la madre sin conocer antes si los progenitores fueron cuidadores suficientes de sus críos.
No me gusta el "Deber ser" de nada.
No me gustan los prejuicios.
Y si continúo respirando y haciendo ARTEEEE será para derrumbar las paredes mentales de estos dos males mencionado.

Seguiré descansando.



Gaia mi amor.

domingo, 23 de enero de 2022

Enero, que acaba enero.

De los días buenos a los días malos, y de regreso. ¿Acaso los hubo?
Días buenos, pendientes casi saldados, casi hechos. Lo último que nos queda es esperar a que acabe el día de este mes que fue el de enero, este mes que termina para mí cuando acaba la era del Capricornio, porque el resto no es para mí el mes mío, sino de otros. Este mes que me aclara cosas y no me aclara nada; que tiene para mí la esperanza de que va todo derecho, sin falta y sin detalles, ojalá y sí se logre, esta vez sí.
Ojalá y sí se logre el año y no se quede como hace doce meses, que se quedó en esperanza vana y se convirtió en terrible llanto. Las pérdidas están atrás, pero están curadas. Se llenan vacíos con el caos que está dentro de mí casa, el caos que acaba de tirar algo de la mesa y que me niego del todo a ver de qué se trata… El caos se llama Gaia.
Un pequeño nudo de tripas y ruidos latosos, una tibieza blanca en la noche umbría, risas, carcajadas, y unas cuantas preocupaciones. El caos se llama Gaia. 
Ella a vino a nuestras vidas de la tragedia, vino a alegrar el día y dar luz en mi alma, vino a complicar la vida de las otras gatas y a descubrir la inmensidad de mi paciencia. Vino a cobrar en sonrisas los amargos duelos y tropiezos, a mostrarme lo liviano de los nudos más inmensos. 
El caos se llama Gaia.
Y de éste viene la vida y nos da pie al más natural de los órdenes, el del amor todo inmenso, todo eterno.

Gaia