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domingo, 10 de marzo de 2024

Sobre los resquicios rimbombantes: El 8 de marzo.

Tiempo ha, nuevamente, que no escribo nada de nada. Ni en diario, ni una nota. ¡La nota! Terminó el semestre; creo que salí bien; aunque siempre me confundo con los modos griegos y alguna otra cosa. Si no los canto, no los capto. A la siguiente los cantaré. Hay cambios simples y cambios sencillos; también hay cambios complejos y verdaderos. Tuve que cambiar mi computadora; no fue culpa de Gaia, sino mía por descuidada. Prometo ser más cuidadosa y no dejar nada cerca de mi ordenador y de mis gatas. Todo por creer que sería un día tranquilo, pero aquí estoy, creyendo que puedo escribir algo este domingo, algo significativo, algo bueno, y no. Todo es solamente una sarta de ideas inconexas en lo que sale algo bueno de mi cabeza.
Puedo hablar de la marcha del 8 de marzo, el #8m, puedo decir muchas cosas de esta ocasión, (¿dejaré de ser sorora si digo lo que estoy pensando?). Pues lo dejo de tarea:
Esta marcha fue corta, fue pequeña, la convocatoria estuvo difuminada por otras convocatorias, por el ruido, los balazos de esta ciudad. Marchamos solamente unas cuantas y no abarcábamos más de una cuadra. Todas tenían pancartas y unas se sabían las consignas, otras tantas no. Las más básicas recitamos: ¡Alerta, alerta!, Señor, señora, Señora consciente se une al contingente, Verga violadora. Se repartieron más consignas, pero no las escuché, sobretodo porque estaba pintando con aerosol verde y esténcil las banquetas, pintaba leyendas tan bellas como: ABORTO LIBRE y VIVAS Y LIBRES. Decidí usar verde y no morado, porque soy totalmente proaborto, porque ese tema sigue causando escozor y porque es algo que jamás debe dejarse atrás, porque, ya se ha visto, que no es un derecho garantizado, ni aunque lleve años en un país de primer mundo, porque pronto vienen ya los derechistas a querer imponer sus ideas de carcamanes arcáicos y católicos y decir que su moral es la que debe regir las legislaciones del mundo. Fundamentalistas aquí y allá, debo decir. El mundo está en peligro real, pero a ellos no les importa, con que siga rolando su dinero, que se acabe el agua, que se mueran los pobres.
Es realmente alarmante, también, que haya señores profesores que se alegren de que se mande fuerza pública a sus alumnos y que esos señores se reproduzcan, porque seguramente son de esos que dicen que el derecho de nacer, que el cuerpo de las mujeres no es de ellas, sino que es un templo de dios y sepa qué dios, pero cuando alguien llega y les dice "este hijo será tuyo" son los primeros en desear el aborto ajeno.
Pero ese es tema de otra semana, o de la misma, porque en realidad es parte de lo mismo. Como el hecho de que haya muerto el creador de Dragon Ball, Akira Toriyama, y que los señores otakus de porquería hayan utilizado su muerte para vomitar su odio contra una causa y un grupo vulnerable que año tras año sale a las calles a protestar porque nada, absolutamente nada, ha cambiado desde, no sé, desde siempre. Porque a mi abuela la violentaron, a mi mamá la molestaron, a mí me jodieron y a las chicas que están creciendo también las están fregando.
Una niña como de 18 años se me acercó mientras adornaba la Alameda y me pidió el aerosol. Me comentó que justo el día anterior un señor había intentado tocarla.
"¿Y qué hiciste?"
"Nada"
"Sí, una no sabe qué hacer… A mi mamá se lo hicieron, a mí y ahora a ti. Nada cambia. Mejor lleva un seguro y los picas o saca unas tijeras y diles que si les sobra algo."
Se empezó a reír.
Porque sí, se dice que hay equidad, que hay derechos iguales para todos los habitantes, pero no hay respeto, no lo hay. No existe un respeto para las mujeres por ser personas. Sí lo hay por ser madres, por ser abuelas, por ser esposas, todas de, pero no por el simple hecho de haber nacido mujeres, tan no existe que un desconocido tuvo a bien/mal en tratar de insultarme, agraviando la masculinidad de mi Amor, que si es mandilón, que si soy la patrona, que si también le gustan los hombres, que si nos maquillamos juntos, que si es un pelafustán por tener por pareja alguien que quiere destruir la propiedad privada… Sí, pero ese no era el punto. El meollo era que tengo una pareja que me acompaña, que me apoya y que le gusta que haga cosas, al igual que a mí me gusta que él se ponga a querer ver arder el mundo. Sin embargo el desconocido quería insultarme diciéndole maricón a mi Amor. (ja, ja, ja) 
Tan las mujeres no son respetadas por sí mismas que prefieren insultar al que ellos creen, que son poseedores de nuestras vidas. No, las cosas no han cambiado, ni cambiarán. Tienen miedo y reaccionan más violentamente, ante una desconocida, con lágrimas de señor enfurecido, incapaz de manejar cualesquiera emoción que tuviere.
Y como dije, en broma antes de salir a marchar este 8 de marzo, en consigna genérica:

DE NORTE A SUR
DE ESTE A OESTE
EMASCULAREMOS UN HOMBRE AQUÍ
CUESTE LO QUE CUESTE.


Aborto Libre

 



domingo, 19 de noviembre de 2023

Los princesos.


Muchas veces pienso en los princesos. En este momento estoy pensando en ellos, en uno en específico. Los princesos son aquellos personajes con privilegios que no saben hacer mucho o nada de trabajos manuales y trabajos para no morir de hambre. Que no limpian su propia casa, que no saben cocinar, cambiar un foco, cambiar una llanta, que tienen el baño todo sucio, o su cama, o su ropa, hasta que llega alguien –casi siempre una dama– a hacer la maravillosa labor de tenerlo todo listo para él.
Los princesos son muchos y son variados, son flacos, son gordos, chaparros, morenos, güeros, altos; están en todas partes. Una pensaría que con la edad agarran mejor camino, pero todo lo contrario: Se vuelven más comodinos, más flojos, que la edad, que el peso, que ya están viejos, que siempre han sido así y no tienen por qué cambiar.
Conocí uno así, o casi así, y no sé por qué lo sigo recordando. Tal vez todavía lo extraño, porque, a pesar de ser un princeso, yo lo quería, a pesar de no limpiar por sí mismo, de hacer comida prehecha, de no tener estufa, de que le iban a limpiar la casa (y el baño), de que no tenía disposición de cambiar nada, porque ya tenía cierta edad, yo sí le quería, y bien, y quería compartir algo más que un lecho semanal con él, ¿por qué? ¿Sería la mera hormona, la mera casualidad, la fallida gana de experimentar la heterosexualidad completa?
Qué se yo.
Es molesto pensar en los princesos. Pensar que él allí está aún, tan fresco, tan continuado con su vida diaria, tal vez cambiada, tal vez no. Con su hija (¿su ex esposa, la más malvada y loca?), su trabajo, (¿lo habrá cambiado?), sus arraigadas y más rancias costumbres, todas de la vieja alcurnia y la más o menos buena cuna, porque sí, este princeso era de los de árbol genealógico, de los que tenía parientes en política y hasta en rectoría, muy cuco todo, y nada de barrio, nada de pueblo.
Definitivamente no hubiera si yo feliz con ese princeso. Me hubiera aburrido de lo lindo, me hubiera pachucheado, hubiera dejado mi vida loca y casi absurda por la fantasía más ingrata; sin embargo, ¿qué será de él ahora? Por alguna razón psíquica tengo esa curiosidad, ¿seguirá vivo? Creo que sí.
Eso que él rompió un mes de noviembre de 2017, que dejó inconcluso y desgarrado, eso es lo que me hace, de vez en cuando, preguntarme: "¿Qué demonios estará haciendo ahora?"
Pura zonzera. ¡Aléjense de los princesos!

jueves, 9 de marzo de 2023

Mi aborto del feminismo.

Pido perdón por no cumplir con el feminismo, por no llenar los estándares, por querer sacudirme en todo momento los "deber ser" y los preceptos de éste.
Pido perdón por no ser 100% sorora y no dejar de torcer los ojos ante algunas acciones que me incomodan, de esas que parecen mandato, de esas que me saben a imposición, a regla inquebrantable y absoluta.
Pido perdón por no haber soportado ya los absolutos, los no rotundos, la ceguera ante el contexto, ante las personas individuales y sus historias.
Pido perdón por haberme exaltado con una compañera que tuvo a bien el querer proteger identidades de mujeres, sin saber exactamente si se les estaba vulnerando o si era real lo que se le estaba diciendo.
Pido perdón por no soportar esos absolutos feministas, esos "porque es hombre" y punto, aunque se haya tratado de razonar con ella, aunque se le haya dicho "él es mío y hace lo que yo le digo y es mi material", aunque se le haya dicho "vine a cubrir el performance de mi esposa", mientras ella hubo respondido: "Pero no todas son tus esposas".
Pido perdón por pedirle a mi único compañero de vida, al bueno, que me acompañe en cosas simples, en recoger material gráfico y echarle un ojo a las compas, así sin estorbar y sin protagonismos. Pido perdón por ahorita no tener una compañera lesbiana que me pueda apoyar en ello.
Dicho todo esto. Dejaré de ser feminista.

(Aunque siempre me llamará la atención de cómo paulatinamente hay chicas aquí y allá que se quejan de que las activistas les han hecho mal).

Gestorbener Feminismus

miércoles, 16 de septiembre de 2020

Una llamada de Feministlán / Las Heroicas

Mentiría si no me da miedo cada día que mi pareja en algún momento se le botara la canica y se convirtiera en aquel gran macho que todo mexicano tiene en su interior. En el Pater Familias sobre protector, en el hombre controlador de actos y de ideas, en el celoso patológico manipulador. Sí, diario tengo miedo por mí y deseo que no pase, que él siga siendo como se ha manifestado estos años, que siga congruente con sus ideales y jamás deje de poner en tela de juicio las acciones que le enseñaron que un hombre debe ser.
Lo conozco lo suficiente como para confiar en él, mi vida, mis pensamientos, la construcción de nuestro hogar y nuestro patrimonio. Le sé todo y él me sabe todo. No hay nada que ocultar, ni una mentira, ni un saber. Todo nos lo contamos, con la entera confianza de que es verdad, de que no nos hemos de juzgar, de que nuestros puntos de vista serán discutidos, pero jamás minimizado.
¿Qué les enseñan a los niños que deben hacer, que deben pensar y actuar? 
Ellos son los fuertes, nosotras las débiles, ellos deben resistir, nosotras flaquear, ellos deben de tener la mente dura y los músculos dispuestos para todo, nosotras debemos estar agradecidas por su escudo protector, físico e intelectual. Ellos accionan, nosotras nos sometemos a su acción.
Todos los días me pregunto si no uno de estos él tomará esas riendas de la vida, o si acaso no ya las está tomando y no me he dado cuenta, ciega por el amor incondicional que me profesa.
Luego recuerdo a otra persona, alguien que dice ser igual, alguien que dice apoyar la causa feminista, el aborto, la lucha contra la violencia, que decía ser un hombre que se cuestionaba y que ya no era el mismo de antes y…cómo después me desechó sin necesidad de la verdad, mirando sólo sus prejuicios y atacando mis supuestas acciones.
No diré que todos los días lo recuerdo, eso ya no pasa, pero de vez en cuando, y más en estos días, no por causa mía, sino por una tontería que él hizo y noté, pero hoy sí está en mi mente, porque gracias a él encajo, por desgracia, en aquél chocante dicho que reza: "El aliado de una es el agresor de otra." Dicho chocante que generaliza, y que por eso me desagrada. Y por él, porque se las sigue dando de aliado feminista y porque él y sólo él ha sido el único que ha puesto en tela de juicio mi sexualidad, es que caigo en la terrible generalización, penosa, desagradable. 
Él es una muestra de la desgracia, de que el machismo no se sacude con una toalla, que, por un lado se dicen liberados del machismo y por otro lado, lo siguen actuando. ¿Y ellas? Y las mujeres mayores no actúan de la misma manera?
En mi vida nueva en estos lares me di cuenta de muchas cosas, que la burbuja citadina nos protege, que no todas las mujeres crecen y se desarrollan igual, tanto por la zona urbana, como por la clase social, aprendí que muchas mujeres jóvenes crecieron más precipitadamente que yo y se dieron de frentazos con los machos horrendos de estas tierras. Les enseñaron a ser mujeres —cualquier cosa que eso signifique— y como tales las maltrataron muy, pero muy pequeñas, sin haberles dado la oportunidad de respirar un poco de madurez antes del golpe machista. También, por razones generacionales, ellas tuvieron los estereotipos de género dictados por el mercado, mucho más marcados. Así crecieron, sin ver otra posibilidad de vida, creyendo que ser niña era portarse bien y ser mujer era lo que escuchaban y veían en los medio. Y, como se vieron en la necesidad de crecer velozmente, no tuvieron la oportunidad de probar y reprobar lo que les habían enseñado del cómo ser mujer.
Llegué, las conocí y aprendí de ellas. Les llevo ya varios años, muchas de ellas estaban naciendo cuando yo estaba iniciando la carrera, prácticamente ninguna gozó de ver el contraste del siglo XX, de lo sórdido de un muro divisorio a la esperanza de un mundo unido en la paz y la libertad, misma que se desapareció un 11 de septiembre, evento en el cual no ahondaré.
Las conocí y supe que ellas eran sabias, que su fuerza no estaba dirigida por un berrinche, sino por el hambre verdadera de justicia. Supe que sabían lo que hacían, que leían, se informaban, que no todo lo hacían con víscera (no tanto). Supe sus historias, que todas habían llegado a ese punto del feminismo por sus historias de maltrato. ¿Cómo era posible que chicas de menos de 22 años ya tuvieran una historia de violencia física, un procedimiento legal contra alguien, la necesidad de atenderse en un psiquiátrico?
Algo definitivamente se está haciendo mal cuando mujeres tan jóvenes tienen que dar su tiempo de vida en lo que se supone que debía estar solucionado desde hace años.
Y lo que más me enoja, además del sistema que desprotege a las mujeres que apenas están llegando a serlo, son las mujeres mayores; todas aquellas que se ciñen a los preceptos de su edad, de las enseñanzas de su infancia, de su juventud; todas ellas que no ponen en tela de juicio nada y piensan que las más jóvenes son simplemente tontas, por jóvenes, que son inexpertas y, por lo mismo, incapaces de formarse juicios, de organizarse para algo bueno, que todo lo hacen por berrinche, porque ellas no saben. 
Me enoja que esas mujeres mayores crean que las jóvenes son débiles porque se quejan, porque no aguantaron en silencio lo que ellas pasaron, no importando que, tanto las chicas, como las mayores, todas, hemos vivido experiencias similares, porque hemos sido criadas en México, en Latinoamérica machista y misógina. 
Me enoja que esas mujeres mayores quieran medir a las jóvenes con la misma vara con la que fueron medidas, que no se acerquen a ellas, que no dialoguen con ellas y que crean que sus años son la verdad única. Me enoja que las mujeres no deseen desempolvarse el supuesto respeto a sus canas y vean que el problema es de todas, no sólo de ellas y que sólo ellas tienen la solución.
Me enoja la mentira, la mentira de él, las mentiras de las que se creen la Verdad. Me enoja que todo lo quieran ensuciar con lucha política y de fuerzas, que siempre gane el prejuicio sobre la justicia.



jueves, 27 de agosto de 2020

De los tiempos pandémicos.

Tiene tiempo que no escribo una entrada por acá, ¿por qué? No sé, quizá por falta de soledad, quizá por exceso de trabajo, quizá por tantas cosas, quizá. Tengo muchos meses sin escribir, dejé de sentirme especial, dejé de querer compartir mi pensar, mi pesar, mi penar, y me centré en el trabajo, en el estudio, en las cosas por hacer. Sin querer me llené de actividades de un día para otro, sin querer y conociéndome. Desconociéndome. 
¿Qué sería de él sin mí? 
¿Qué sería de mí sin él? 
Estos días me he centrado, concentrado, de forma concéntrica en lazos, en redes, en páginas, en mujeres, todas ellas feministas, y no pude tomar descanso del todo , porque surgía una y otra cosa, porque de lo que me quise encargar, una labor insignificante, pero que ha resultado fructífera. Me censuré. 
Escribo hoy y aquí con más ganas que ideas, mirando a mi gata Asuka, sabiendo que hoy viene mi Amor, porque sí, de nuevo, se irá por días y me dejará a cargo del hogar entre semana. Sin embargo ahora pesa más que hace un año, justo porque ya nos habíamos adaptado el uno al otro, justo porque él tenía su papel y yo el mío, porque ahora tengo trabajo en casa y no tengo mucho tiempo de hacerme cargo de todo, ni del desayuno, que él siempre prepara. Hoy, por ejemplo, terminé almorzando a las 12 del día, entre tirar la basura, entre la charla con la vecina, limpiar lo de las gatas, las otras labores de la internet. Lo bueno fue que dejé mi yogurt de guayaba listo desde ayer y que no pasé hambres por la mañana, o casi no. 
Escribo porque este día es día de escribir, porque se me cancelaron las actividades laborales. En verdad, que ayer tenía una idea muy buena, pero tuve mucha faena y ahora, nada. 
Acabo de recordar a un amigo de mi Amor diciéndole, recriminándole que lo he cambiado, que ahora toma pulque conmigo; y me quedo pensando en lo terrible que es que la pareja cambie por uno, que lo verdaderamente terrible es cuando se cambia por el otro para mal, para enconcharse, para guardarse en su casa, para trabajar y sólo dar el gasto, para dejar de mostrar las rodillas, para dejarse de maquillar, para aislarse de los suyos. Es terrible, triste y peligroso, sobretodo lo último. Dejar de ser por el otro, ser un bulto gris al lado de la puerta, en la esquina de los trebejos, en el umbral de la alcoba, ser un nada porque el otro quiere, porque le conviene, por sus celos, por su explotación, por su ansia de control y su inseguridad e inmadurez. Ser la nada y dejar la humanidad tirada como un trapo viejo. Eso sí que es terrible y peligroso…No beber un litro de pulque. Sólo me vino a la cabeza eso antes de sentarme a escribir. 
Será también que ya no he escrito porque la gente no lee, o porque la gente dice que no lee, cuando en realidad sí lo hace. 
¿Por qué perpetuar esa idea? ¿Por qué seguir repitiendo lo que se ha dicho y hecho desde los 90s? 
La gente sí lee. 
¿Por qué vender un taller literario con la mera imagen? ¿No habría, acaso, que dotar de palabras antes que de imágenes para el quehacer literario? Ya me perdí. Entiendo que la imagen lo dice todo, pero no entiendo el afán de todo constreñirlo a una sola pintura, a una foto, a la idea que te la la foto, sin saber el fondo, sin mostrar el contenido porque, ¿no acaso el contenido en lo literario lo es todo? Y sí, la forma, pero en la forma está el estilo…¡Y no la foto del autor!! 
Me cansa la perpetuación de las superficialidades heredadas del final del siglo XX, me cansa que las repliquen, que no las cuestionen, que simplemente digan que así es, porque los medios digitales, porque las tecnologías y el mercado así lo han colocado. No. No es lo mejor. Sí, mucho poner en tela de juicio el patriarcado, el machismo, pero no poner en la mira la superficialidad que nos ha llevado a los lugares más oscuros y peligrosos, ya no sólo en nuestras psiques, sino en las calles, a manos de los carentes de escrúpulos que así crecieron, así fueron educados, justo con esa idea de la imagen por sobre el contenido. 

No. Me niego a tener una vida de sólo imágenes. Me niego a que e muestre sólo una foto, un retrato, una imagen ya distorsionada de mí y de mis actuares. Hay, que no habrá, hay que cambiar ese círculo vicioso, romperlo, constreñirlo, hacerlo trozos y levantar la cabeza, las ideas. Que éstas lo sean todo y no sólo un pedazo de bits con colores y unas cuantas palabras. Supongo que esto último es lo que en verdad quería escribir desde el principio; y no salía nada, porque las reflexiones siempre vienen a mí tras darle varias vueltas a todas las ideas sobresalientes y triviales que le rodean. 
Ojalá que alguien lea esto. Ojalá haya mentes pensantes verdaderamente.

riqueza gastronómica


lunes, 29 de junio de 2020

Nostalgós, feminismo y hartazgo.

Hay de días a días. Hay recuerdos horribles. Hay tormentos. Hay maldades. Hay todo.
No hay nada.
Esta tristeza que no se salva con nada, ni con laminitas, ni con pastichés, ni con nada. Tengo hambre que es ansiedad, o hambre que es depresión. ¿Será que la pandemia ya me ha rebasado? Llevo meses sin ir a con mi madre, quiero y no, quiero porque no la he visto y no, por miedo a la infección y a todo lo que conlleva ir allá, a perder interminablemente el tiempo para arreglar algo que quizás no tenga arreglo, o sí. Son cosas que tengo que hacer, pero cosas que ahora mismo no he de hacer. ¿Qué más da? ¿Qué más decir?
Será que estoy harta de mí, harta del hastío, harta del mundo de las redes, temerosa del mundo real, de la enfermedad y la muerte. Quizá no me llegue,no quiero que así sea, y sólo me esté llenando de temores, de alucinaciones. ¿Necesitaré terapia?
No. Sí.
No quiero. No quiero. No quiero.
Lo único que quiero es cariño, pero luego no tengo, porque algo pasa, alguna torpeza de mi parte que parte todo, que ensombrece el ya ensombrecido día. Yo sólo quiero ternura que no hay, porque quizá el otro no esté en capacitar de dar. Y entonces sólo lloro, en silencio y en su presencia, y lloro, ¿por  qué no le digo  nada? Porque no quiero, no quiero, no quiero. Simplemente quiero el día llano, sin pedir nada, sin decir, sin accionar. No quiero explicar lo que ya he explicado, y no, no quiero, no quiero, no quiero. (Y estoy llorando, así, en silencio, sin gimoteos, el arte de llorar sólo lagrimeando, tal vez sea ese el arte del dolor profundísimo).
Lo hecho durante estos meses no ha dado muchos frutos. No. Porque mi trabajo no es suficiente, porque no soy suficiente, no soy nadie, ni nada, no. Porque mi tiempo no cuenta, ni la preparación, ni los preparativos. Me he quedado sólo con un par de videos larguísimo y ningunas gracias, ni palabras. He sido excluida de todo. 
He sido excluida de mí misma. Tengo frío. No me gusta tener frío.
Estoy harta de estos días, de estos climas, de estos vientos. No me gusta el vacío que viene después de un estornudo. No me gusta nada, nada, nada. Como tampoco me gusta a la idea de renunciar a una convicción por la convicción de otras. ¿Quién hubiera pensado que un bloque feminista estaba en contra de la comunidad LGBTTTI por infinitas razones? Sí, que son varones, sí, que muchos varones homosexuales son misóginos, sí, que algunos Trans lo son y se creen superiores, sí, que lo políticamente correcto se está comiendo la palabra M  U  J  E  R, sí, pero ¿oponerse al orgullo? ¿oponerse a la fiesta, celebración y conmemoración de una lucha por algunos sectores? ¿Cuándo la parcialidad define el todo?
Si es así, soy BISEXUAL antes de ser FEMINISTA, porque me prefiero en mi interior que en mi exterior político…Como si una cosa excluyera a la otra, como si la orientación sexual fuera un estereotipo de género. 
Estoy harta de las generalizaciones.
Estoy harta de estar en silencio.
Estoy harta de estar harta.
Estoy harta de no recibir ternura.
Estoy harta de tener que ser cuidadosa y callada.
Estoy harta de buscar el equilibrio y la paz mental.
Estoy harta de ser una huérfana con padres vivos.
Estoy harta del sentimiento de desamparo.
Estoy harta del tacto.
Estoy harta de la impaciencia de la gente.
Estoy harta del delirio.
Estoy harta de la falta de empatía y compasión.
Estoy harta de ti, de todos, estoy harta de mí.



domingo, 8 de marzo de 2020

8 de Marzo 2020

Confesiones.

En diciembre de 2019 tuve un enfrentamiento terrible con mi familia. ¡Ah, la familia! ¿Qué haríamos sin ellos?

Esta entrada la dedico a unas chicas maravillosas, unas chicas que me dieron razón para seguir luchando, esperanza.

En diciembre de 2019 tuve un terrible enfrentamiento con varios miembros de mi familia, corrijo, con uno en particular, el más nocivo, la tía con la que comparto nombre. Ella, la que entorpeció todo, mujer machista, la que siempre defendió a un amigo que de pronto tuvo desacuerdos conmigo, la que es amiga de una psiquiatra que lamenta que se haya quitado la homosexualidad de las enfermedades mentales, la que iba a consulta con un yerbero poblano que me dijo que el sexo en exceso era enfermedad y orillaba a la gente a la homosexualidad, la que sobreprotegió a su hijo y nunca le contaba las cosas de la familia, la que odia a mi padre.
Mi padre, esa persona que pocos conocen, ni yo, ni él tal vez.
Mi padre tuvo una crisis psicótica por infartos cerebrales, estuvo internado en psiquiatría gran parte de diciembre, para ir brevemente a un asilo y luego retornar a psiquiatría, ¿por qué? Porque la tía que lo odia impidió que se tomaran las medidas pertinentes para su adecuado ingreso, porque se cree la dueña de mi madre, de la casa, de las vidas que no son suyas. Esa tía, que otrora parecía progresista, ahora es una señora institucional, que cree que hay una sola razón, la suya, y que se empeña en tener el control de todo, esa señora que ayudó a la ruina de diciembre de 2019.
Regresemos a mi padre. Él, el que tiene mucha cola que le pisen, odiado por la tía por hostigarla, con denuncias en su antiguo centro laboral de parte de unas compañeras suyas (a las cuales les creo totalmente); el típico ojo alegre, macho mexicano y poblano, celoso, de esos de escenitas de celos a mi madre, lo cual, supongo, hizo que ella se aislara del mundo exterior; infiel, hasta que se rompió la rama y lo sacaron de casa. Mi padre es todo lo que se puede esperar de un hombre en este país piñata, bueno, casi todo, porque no era un borracho, eso sí no. Tampoco era tan mal padre en los años de mi infancia, bueno, quizá sí un poco consentidor, pero me enseñó a ser una niña segura de mis capacidades físicas, no me obligaba a ser lo que una niña tiene que ser, me llevaba a los ensayos del coro, a los conciertos, jugaba conmigo en el parque, me respondía las preguntas que le hacía sobre el impala, hasta me conseguía los libros que en la escuela y en la facultad me pedían que ya estaban agotados. 
Supongo que dentro de su mente eso era ser padre, pero en algún momento él se fue de la casa, yo crecí y dejamos de conocernos. O quizá nunca nos conocimos, o quedamos desconocidos.
Él creció en un mundo sin papás. Fue mandado a un internado muy pequeño y no volvió al hogar jamás. Se la pasó de escuela en escuela, hasta terminar la ingeniería en el Politécnico. Luego entró a trabajar, luego se casó, tuvo una familia, fue infiel, se fue de la casa, regresó, se fue, regresó, se fue…regresó, se quedó y pasó todo aquello del diciembre de 2019.
¿Por qué escribo de mi padre a colación del día de la mujer? 
¿Por qué describo a esa tía, que es mujer como yo, de esa forma despreciable?
¿Por qué no hablo de mi madre?
Bueno, porque mi madre es cosa aparte y esto no es diván.
De la tía y de mi padre hablo porque son mis muestras representativas de lo estúpido que es el machismo.
Ella hace y piensa las cosas en función de lo que cree que está bien, según parámetros machistas: proteger a los hombres, repudiar a los homosexuales, joder a las mujeres, porque sí, lo que hizo en el asilo no fue otra cosa que arruinar el descanso de mi madre. Dirán, ¿y el asedio de mi padre hacia ella? Es culpa de mi padre, no se le puede justificar.
Él actuó como se supone que se debía hacer en el México de la Postmodernidad (oh, este país piñata), siguió los pasos dictados, fue el eterno proveedor, hasta que se cansó, hasta que estalló y enfermó, y quedó en el loop constante de su enfermedad,  su sexualidad perdida, de ya no ser hombre. Sí, porque ya no eres hombre cuando dejas de ser proveedor y no puedes tener sexo nunca más. Se acabó, mejor morir, ya no tiene sentido seguir si no se puede ser hombre, e s e   h o m b r e  que esta nación quiere, que este mundo matraca creó…Este hombre macho que se consume por no poder ser lo que en verdad quiso ser, por tener que cumplir su función dentro de la sociedad.
¿Qué quería ser mi padre además de ingeniero proveedor? Le gustaba dibujar y cantar. (Sí, por eso yo también canto), quería hacer muchas otras cosas, también mi madre, pero ambos tuvieron que dedicarse a formar un hogar, a mí, a criarme, y lo dejaron todo, se dejaron.
Dirán que fue su decisión y sí, pero tampoco había otro camino que seguir, o sí, pero el siempre deseado era ese: El del hogar feliz, de la gran familia mexicana…

Por casi un año estuve convencida de que ese modelo de familia, ese modelo de ser hombre, el modelo macho, ese modelo de ser mujer, el que le acomoda al macho, no podría cambiar en este país, porque todos parecen, no cómodos, todo lo contrario, pero sí conformes con ello. Nadie cuestiona el porqué del macho proveedor y de la mujer guardada. (Aunque la mujer ya trabajo, ah, pero todo lo que gana va para el hogar y los hijos, porque así debe de ser, además de que esa mujer trabajadora ha de partirse de 6 para atender todos los frentes sin decepcionar a nadie y sin derecho a descansar). 
Todo el año pasado estuve convencida de que el modelo patriarcal era imposible de tumbar, de que los señores de este país tenían todos los pelos de la burra en la mano—y de sus mujeres–, y que no habría ley, denuncia, petición, invocación, oficio, seña, grito, movimiento, revolución, que moviera el patriarcado, pero hoy, en este día, 8 de marzo de 2020, a punto de salir a marchar, puedo decir que encuentro en una colectiva de heróicas e históricas jóvenes, la energía y las ganas de tumbarlo.
¿Por qué?
Porque han demostrado que la juventud no tiene nada que ver con la ignorancia.
Me uno y quedo con ellas porque me conmueven como nadie, porque me han contado cómo desde muy pequeñas se las han visto muy mal con la violencia machista, y cuando digo muy mal, es en serio, no sólo miradas lascivas en la calle, no unos arrimones en el transporte público, sino exposición de sus intimidades y hasta golpes, con la consabida omisión de las autoridades para proporcionarles justicia.
Estas chicas me han abierto los ojos y hasta el corazón. Me han hecho entender cosas que difícilmente podría, de seguir encerrada en mis años y en mis problemáticas personales.
Porque las mujeres están siendo violentadas gravemente a edades cada vez más tempranas, y porque se las culpa y juzga duramente, sin pensar en que son personas que merecen dignidad y respeto, como  cualquiera.

Hace poco menos de un año quedé peleada con una amiga porque ella nunca pudo entender que utilizar el término de ideología de género era ofensivo para la comunidad LGBTTTI. Me enojé mucho con ella y me enoja más ahora, porque es profesora de chicas de edades tiernas, como las de la colectiva, y no veo que ella esté haciendo la diferencia que deberíamos estar haciendo nosotros, los de treinta y más sin hijos y con posibilidades intelectuales para jalar a los que siguen y darles total apoyo. Sigo molesta con ella también por otras cosas…

Mi madre no puede con su alma y mi padre perdió su salud. Ambos llevaron la vida que se supone que debían llevar, la linea marcada, tan machista y patriarcal, la misma linea que pega en la vida de las más chicas y también de los varones, ese machismo que lo consume todo.


martes, 11 de febrero de 2020

Inhumanos mexicanos.


Desde la férula inmovilizadora, me atrevo a escribir al respecto de Ingrid E., la mujer asesinada y desollada por su pareja.
Desde este desesperanzado corazón casi no escribo sobre el caso de horror humano que estamos presenciando en este país piñata llamado México.
¿Qué puede pasar por la mente de una persona al matar a su parea?
Nada, no pasa nada. Simplemente se nubla la razón, (¿alguna vez la hubo?). Siguiendo la narración del feminicida, pelearon, la cosa se puso violenta, ella lo agredió y él le dio el chuchillo y dijo: "Mátame, hazlo." ¿Qué hizo ella? Apenas lo hirió. ¿Por qué él no se detuvo?
Quizás ella tomó el cuchillo y vio la oportunidad para defenderse, (casi podría asegurarlo) porque una mujer al verse acorralada recurre también a la violencia, por miedo, por terror…Terror. Pero al final no le hizo gran cosa. ¿Por qué? La vida violenta, no sólo una relación violenta, sino la vida entera, despertar, desayunar, regresar a casa, dormir, todo envuelto en celos y falta de amor, con falta de lugar seguro, aislada, empequeñecida al grado de ser incapaz de ver la puerta abierta, la puerta de la libertad. Así es el sentir de quien está bajo el yugo de una relación codependiente, violenta, aterradora. Tal vez por eso.
Él, en su calidad de superior no pensó, no, no lo pensó y la mató con el mismo cuchillo que momentos antes le había ofrecido para que ella lo matara. Ella, con su falta de fuerzas (físicas, mentales, emocionales) no pudo contra el embate del que se supone la amaba. Él, sin pensar, sin razón, terminó con su vida, lo hizo porque podía, porque nadie se lo impedía, porque creía que era suya. No, ella no era nada, sólo una molestia, ruido de fondo en su vida. Se la quitó de en medio, hizo todo lo posible por deshacerse de ella, como un desecho, como un animal atropellado en la carretera, un bicho muerto.
Lo estoy asumiendo todo.
No la amaba.
Lo que hizo con su cuerpo después simplemente no tiene nombre.

Lo que vino después fue realmente escalofriante.
Tras dar a conocer la noticia en redes sociales, circuló la foto explícita de un cuerpo descarnado, así, sin pudor ni respeto; se hizo explícita la manera en la que se trató el cuerpo de Ingrid. La gente no dejaba de compartir dicha imagen y descripción, de uno y otros lados, con cualquier tipo de justificación: Desde que para que no digan que las feministas exageran, hasta la vulgar nota roja. Después vinieron los comentarios a la grotesca publicación… ¿Se creerá que la mayor reacción fue de indignación ante tal inhumano crimen? N, si no la mayor, sí la más notoria fue la revictimización y la burla.
Un montón de seres machistas, tanto masculinos, como femeninos, no tardaron en expresar su odio: "Algo hizo", "Para qué anda con una persona tan horrible y vieja, ella tan joven, naturalmente despertaba celos.", "Para qué se queda en esa relación, todo por tener un sugar daddy.", "Pero seguro algo quería de él, por eso no se iba." "Ya ven, por qué no se valoran y están con ese simio."
Al poner estos comentario, parafraseados todos, me doy aún más cuenta de lo que tienen en la cabeza la cobarde mayoría de los mexicanitos. Comentarios estúpidos que sólo escriben desde el anonimato de las redes sociales, que no se atreverían a expresar en vivo ante un foro más grande, pero que sí expresan en la intimidad de hogar, porque así verdaderamente piensan, porque así fueron criados. ¿En qué cabeza funcional cabe el burlarse de un asesinato tan atroz?
Este país es una ruina por ellos, por todos nosotros, por nuestra educación y las ínfulas de querer ser más, de creerse moralmente superior al otro, siempre y en todo momento, de la moral católica mal plantada y ejecutada, de la nula responsabilidad por nuestros actos.
¿Cómo los mexicanitos no son capaces de ver más allá de sus narices y ver que la misma problemática de Ingrid en casa es la misma que tienen en su hogar? ¿No ven los masculinos que en realidad, por su falta de educación emocional y su cultura machista, son tan capaces de actuar como el mismo homicida? ¿No ven las femeninas que, por su falta de educación y atención, por vivir la desigualdad, por no analizar su situación, es posible que sean víctimas terribles como la de este caso?
¿No ven que están replicando con sus prejuicios la violencia sangrienta que aún está circulando en las fotografías (porque apenas hace unos minutos volví a ver otra horrible publicación)?

Somos un país enfermo, un país sin remedio, un país sin comunidad, cuyos miembros pequeñitos, insignificantes, ven sólo por su bien individual. Por falta de empatía, quizá no merecemos nada de compasión ni respeto.


Ingrid E.

lunes, 9 de diciembre de 2019

25 días para mi cumpleaños, tengo talento.

Este año ha sido una mezcla de sensaciones y sabores, casi sin sabores, pero con sabores, todos diversos, desde la alegría, la ternura, la tristeza, desolación, aislamiento, aburrimiento, terror, hasta el hartazgo y la desesperanza.
Este año está acabando ya, pero como si no lo quisiera. De pronto me viene a la memoria la pérdida, pareciera tan lejana, pero fue hace unos meses, aunque ya se cumpliría un año de eso… Y aún duele a veces. Todavía lloro poquito.
Este año me enseñó que la frustración duele, arde, enferma.
Este año he tenido bastante roto el corazón. De comenzar bien a la tristeza a la desesperanza, pasando por la locura, y justo esa locura me orilló a parar, a quitarme lo bello, lo más bello, a vaciarme, a dejarme con el hueco, en negro.
¿Por qué he optado por el silencio? ¿Por qué no emito más sonidos? ¿Por qué me he alejado tanto de esa extraña pasión que muchas veces se muestra infructuosa, que, cuando pasa no me da la satisfacción que imagino porque mi cuerpo y mi mente me traicionan? ¿Dónde está lo bello?
Veo que todos hacen su Arte, que tocan sus objetivos, los juegan y tienen satisfacción. ¿Me estoy comparando?
¿Y el patriarcado? ¿Qué se hace con ese estorbo? No se va a caer.
Me da ternura ver el entusiasmo de las más jóvenes, las que piensan que sí se va a caer. (Total desesperanza la que tengo).
¿Y qué lucha se va a hacer? ¿Qué lucha tomar? ¿El ARTEEEEEE? ¿La caída del patriarcado? ¿El aborto legal? ¿El simple derecho a ser personas iguales y sin restricciones?
No puedo dejar de darle vueltas a las cosas que molestan, que incomodan, no puedo dejar de sorprenderme cómo la gente prefiere el status quo, y las entiendo a la vez. A veces anhelo un poco de eso, para poder comprarle a mi amor algo bonito para esta navidad, ¡pero no me va a alcanzar! ¿Cómo le hacen los demás?
Va a ser ya mi cumpleaños y lo único que querría es ver a la gente que quiero y comer rico con ellos, así, sin peleas ni complicaciones. Estoy tan cansada que no puedo enhebrar idea alguna; todas quedan zafadas, así como estoy yo:

Z             A    F            A    D                      A

Deschavetada


Creo que este año perdí tanto como gané, pero ¿por qué siento que he perdido más?

martes, 15 de octubre de 2019

Pendientes

Tuve que escribir, a pesar de no querer. ¿Por qué tuve que hacerlo?
No hay lugar como el hogar, el hogar, y ese antiguo hogar al que me niego a regresar, aunque se me ha pedido por el padre, porque se encuentra enfermo, pero ¡no hace caso a las indicaciones médicas! ¡Deja su tratamiento! Y la madre, que se ha quedado con él azarosamente, se cansa, pero no me pide que vaya, porque sabe que el padre sólo quiere atención.
Pienso en él, en lo que ha hecho por mí en el pasado, y sé que debería ir, ¡pero cuando fui se había ido con un sobrino! ¿Cómo hacerle? Me encuentro lejos, a casi cinco horas de distancia en camión, porque manejar me agota bastante, y el frío. 
Pienso en los pendientes que tengo también acá. En esos proyectos atorados, en que no sé cómo empezar. Pienso en lo que necesito hacer, en las esperanzas y la espera. Sólo pienso. Luego termina la semana y comienza la parte de ir a trabajar, viajar, ver qué doy de clase, seguir, y pienso… luego hago. 
Y continúa la siguiente semana, no tan exactamente igual a la anterior, pero con unos muros de silencio algo inquietantes. Yo no sé qué hacer.
A veces me siento sola. A veces dejo simplemente que el Amor se encargue de la casa, pero luego no se puede, porque siempre falta algo por completar, un trapo, dos cucharas, la ropa. No sé. Tampoco puedo soltar del todo, porque no sé soltar y, cuando suelto, algo raro pasa.
También la gata Isis ha estado más caprichosa que nunca; con esos deseos de pasear en el balcón a mitad de la noche. Me despierta y no puedo hacer nada, porque lo despierto, no le puedo hablar, porque lo despierto. Entonces me levanto, la regaño o la saco, y de todos modos lo despierto. Quisiera que él se despertara también y viera por ella. Dice que lo hace cuando yo no lo hago,  no sé, supongo, porque hay noches en las que sí logro dormir de corrido, y pienso.
Han sido días extraños, pesados, raros, molestos. Han sido días en los que no me acomodo y sé que él tampoco del todo. Los tonos, los modos, y yo me quejo, porque sí.
Son días en los que mi necedad se encuentra con la necedad de los demás, en los que no encuentro más que desesperanza, donde por más que veo, pienso y pienso, leo, razono y pienso y luego él me explica el otro punto de vista, no encuentro más que callejones sin salida.
Sí, el macho siempre será macho.
Sí, el macho no desaparecerá nunca.
Sí, el macho está instalado en su sillón de la comodidad.
Sí, el macho tiene el poder.
Sí, el macho está riendo justo en este momento de toda mujer, hasta de su madre.
Sí, no hay manera, no-la-hay, de que un sólo macho reconozca que hace daño, aunque sea el más mínimo.
Sí, el macho cría otros machos, irremediablemente.
No, no hay forma de que el macho se replantee su existencia y las maneras de convivir.
Sí, el macho puede aniquilar con facilidad.

No, no hay esperanza.
O veo el mundo arder, o me voy.

Yo creo mejor me voy.

sábado, 17 de agosto de 2019

Poblanos, esos horribles machos.


No iba a escribir nada sobre las protestas feministas de estos últimos días, ni sobre las violaciones que no tienen ni reparación, ni justicia, (ya ni hablar de cómo los médicos de Morelos aún se congratulan de tener la objeción de consciencia para negarse a practicar un aborto en caso de violación). No, no iba a tocar el tema, porque me rebasa, porque va más allá de mis agallas y de mi coraje, porque entiendo la ira e impotencia que las mujeres cargan día con día, en mayor o menor medida, porque sí, no hay mujer que haya sido libre de violencia de género, o violencia machista, como quiera llamársele. No hay mujer que no cuente alguna anécdota de cómo de niña el tío la quiso jalar por allí, de cómo cuando estaba sentada en el transporte público con sus shorts un hombre le tocaba las piernas, justo al lado de la madre, de cómo, al caminar por la calle, pasó un señor y le dio una nalgada, cosas así, por decir, así sin nombres.
Y sí, en cada una está también el detenerlo, en decirle al personaje masculino: "Detente", pero en lo que agarramos valor, en lo que logramos reaccionar, en lo que nos aseguramos que es acoso o toqueteo y no el simple vaivén del camión, se nos va la oportunidad de encarar y darle tremendo tortazo. (Aunque, justo por los acontecimientos recientes, no habrá el que diga que ese tortazo es violencia contra el hombre, que la mujer también maltrata, viola, mata —no importando que lo haga en defensa propia, eso qué—. ¡¿Alguien quiere pensar en los hombres!??)
Pero bueno, no iba a escribir nada sobre los últimos acontecimientos en este país piñata sobre las violaciones de policías a una menor, ahora desacreditada por las autoridades, contra las radfem (feministas radicales, por si no saben que es), que maltrataron el mobiliario urbano y el hermoso monumento a la independencia. (Así con minúsculas) (Pobre Niké, pero bueno, ella entendería totalmente).
Entonces, ¿qué me hizo querer escribir sobre el tema? Por supuesto que una razón personal, porque soy un ser egoísta y todo lo veo sólo y únicamente a través de mi estrecha visión y, cuando algo me pega, agrede o molesta, entonces ya es mi problema. (Mentira que me haya indignado por las violaciones y omisiones de las autoridades, yo gozo de mi posición y lo demás ni me viene ni me va…sarcasmo, por si no saben leerlo).
¿Cómo me afectó esto?
Desperté y vi un montón de publicaciones de hombres diciendo que ¡Cómo era posible que las mujeres (tan fragantes y delicadas, eso querían decir) se hubieran atrevido a atentar contra los símbolos patrios! ¡Cómo era posible que hayan vandalizado de esa manera la estación del metrobús, eso no es de damas! (eso también lo dejaban leer). ¡Qué esa no era manera de manifestarse, que hay formas! (han de ser de usos y costumbres de su pueblo natal) ¡Que esa no era manera de exigir respeto, que hay que respetar! (Lo que me acaba de recordar un dicho que mi tía me dijo sobre el honor, que no es quien lo merece, sino quien lo da…Habría que profundizar, pero este no es el momento). ¡Que…demás cosas!!!
En resumen, que las radfem (feministas radicales, para quien no sepa, ya sé que lo escribí, pero luego no saben leer, si quieren saber más, pueden hacer uso de su buscador, ahí está mucha más información, este blog no es para instruir) son vándalas, violentas, masculinas, delincuentes, y que todas, toditas las que fueron a la marcha (a la cual no pude ir) son así, para acabar pronto.
Y toda esta letanía de lo que leí de los machines (en texto y subtexto) se me hubiera resbalado del todo, si no lo hubiera leído de cierto poblano familiar mío (lo siento, no soy perfecta, tengo familiares de Puebla).
Ese pariente mío tenía una visión del mundo parecida a la mía, hasta que algo, que desconozco, pasó y se convirtió en un señor poblano más en este país piñata de este mundo matraca y este pariente poblano tiene un detalle oscuro que alguien, también pariente, me confesó alguna vez; y hasta hoy día lo recordé, lo relacioné y me indigné.
¿Con qué cara este macho manoseador se atreve a juzgar a las que salieron a manifestarse y lo hicieron como saben y/o quisieron hacer? ¿Con qué cara las descalifica y dice que le duele ver la destrucción de una ciudad que, por cierto, no es la suya, cuando lo que realmente importa y detonó dicha destrucción fue la rabia ante las violencias sexuales de todas, y que él mismo ha perpretado? ¿Ya no se acuerda, olvidó convenientemente, lo que le hizo a esa parienta en común, junto a otros iguales?
No puedo decir más sobre el tema, no me corresponde, le corresponde a ella, así como me toca a mí guardar su nombre, pero yo le creo, le creo porque es una mujer, le creo porque este pariente es poblano, porque sé, por oídas y vistas, cómo se comportan los machos poblanos, porque mi padre es de allí y he oído horrores de su propia voz, porque he visto cómo los viejillos miran a las muchachas en ese Estado, porque he oído cómo se expresan de las mujeres allá, porque me sé las historias truculentas que se guardan en esas casas…
¿No tiene memoria el macho?
Claro que la tiene.
Lo que no tiene es vergüenza, lo que no tiene es dignidad, lo que no tiene es empatía, lo que no tiene es humanidad. Ese macho no merece respeto: No es quien da el honor, sino el que lo merece.
Es lo que diré al respecto esta ocasión.

jueves, 4 de julio de 2019

Día cuatro punto tres.

Asuka y Fufú, en medio una lavanda.
Te levantaste y aprovechaste tu día.
Cantaste, no bien, no mal, cantaste. Traes un asunto raro con tu técnica, no sabes si lograrás desenmarañarlo. Necesitas retomar tus lecciones, pero cómo, no por el momento.
Hoy estás cansada.
Cansada de que algún masculino desconocido te rebata las cosas, que si el feminismo, que el aborto, que el aborto gratuito, que si la identidad de género, que hombre-mujer, no más, que la naturaleza, que la terquez.
La terquez es de ellos. Porque al llegar a rebatir y decir que ellos también existen, que nosotras nos debemos responsabilizar, que somos unas feministas que queremos imponer el culto a la MENSTRUACIÓN, que todo lo queremos ver a través de nuestra perspectiva, que no tenemos sentido del humor porque no nos reímos de los chistes machistas (el es un chiste no es válido si está ofendiendo con una generación burda), (el tolerar insultos, segregaciones, violencias, conceptos que han demostrado ser perjudiciales para la humanidad, tampoco es válido). Al hacer eso, pareciera que los masculinos quieren deslindarse de las responsabilidades, como si el hecho de que una mujer expresara sus opiniones fuera directamente en detrimento de él, como si todo en su vida versara sólo de lo femenino y él estuviera sojuzgado a ello, como si se le impusiera el "Mundo de la mujer" en todo momento. ¿Será así? O será simplemente que tiene miedo al ver que no todo es penes, testículos, virilidad, voz de mando, gerencia, autoridad. ¿Será que el masculino tiene miedo de explorar el resto del mundo y que termine gustándole? Eso no lo sabes, sólo te aventuras.
Aunque sí, históricamente el hombre teme a la mujer.
Y pues sí, tenemos cierto culto a la MENSTRUACIÓN, porque, muchas, tras bastantes años, hemos hecho las paces con nuestros cuerpos y esperamos que las más jóvenes puedan ver que no es desagradable habitarnos. Tú sabes bien cuánto te costó lograr aceptar tu masa, aceptar tus habilidades y tu falta de nalgas. Tú sabes bien cuánta joda y dolor fue vivir con una toalla sanitaria puesta entre las piernas por años y manchar por todas partes, porque la manufactura fue cada vez más deficiente y porque el material que están usando cada vez es más perjudicial (pero nadie dice de qué están hechas, ni cómo), pero que después, gracias a la copa MENSTRUAL, todo eso quedó atrás y si manchas es porque eres una loca descuidada y te vale, y si tienes dolor es lo mínimo a comparación de los días que prácticamente necesitabas incapacidad. 
Tú sabes el largo camino que tuviste que hacer para decir que tu cabello chino es maravilloso y no una bola enmarañada eternamente, causa de tus gritos matutinos de la infancia, uf, y cuando se te empiojó…
Tú sabes lo que fue crecer sin guía moral y descubrir tu sexualidad de forma no ortodoxa, más que la sexualidad, el placer, y gozar sin culpa y luego descubrir que hay diversas maneras de compartir el cuerpo: no sólo con hombres, sino también con mujeres, y que eso es lo más delicioso y maratónico, lo inimaginable.
Tú sabes lo que es el dolor del desamor y el terror de la codependencia. Sabes los caminos más oscuros al lado de una persona, como también conoces los caminos vertiginosos y luminosos al lado de otras personas.
Sólo tú sabes todo lo que te ha costado finalmente ser tú y luego viene un papanatas a querer rebatir.
Bien sabes el porqué de lo que dices, el porqué de tus defensas, porque han sido parte de tu vida, porque has visto que ese podría ser el mejor camino para muchas otras compañeras. Abrazas más que nunca la diversidad sexual porque siempre estuviste con ella, porque no le hace mal a nadie, porque se trata de derechos humanos, no de imposición, como otros quieren hacer pensar.
Lo haces, porque lo sabes, porque la claridad, la honestidad y el placer tienen que estar unidos para una mejor educación, para crear la empatía que tanto hace falta, porque has visto cómo confundir a la gente con términos vagos, con prejuicios, con doble moral y con restricción sexual simplemente crea individuos neuróticos, fuera de sí, infelices y violentos.
Sabes que la falta de empatía está matando gente.
Lo que no sabes es por qué no lo están viendo, por qué pareciera que piden a gritos volver a la represión moral.
Tú no quieres vivir en ese mundo.
Y volviendo, ¿por qué defiendes tus ideas sobre la MENSTRUACIÓN y el feminismo? ¿Sólo por patear el avispero? Porque deseas que algo de eso quede pegado en las mentes de las más jóvenes y sean felices más pronto.
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Me da gusto que hayas cumplido con las metas del día, entre el trabajo de años, como el reto de cambiar el tanque de gas.

lunes, 1 de julio de 2019

Día uno punto tres.

No mucho qué decir, no mucho qué pensar.
Saliste a comprar ropa interior, porque estás harta de tanto brassier y quieres algo cómodo y acorde con tus necesidades, porque no te gusta ceñir tus senos, porque eso sólo te molesta la espalda.
Encontraste ropa bonita y acorde con tus necesidades.
Encontraste dulces.
Encontraste mermeladas y pastas.
Fuiste víctima de las campañas publicitarias.
Como muchos lo son.
Después te pones a discutir y te quedas pensando y sí, quizá sí, siempre fuiste así de radical, sólo que antes no lo expresabas de manera tan tajante, o tal vez sí, ya no lo sabes, pero te exaspera el ver que la gente no ve lo evidente, que al utilizar tal o cual concepto se está jugando del lado equivocado de la cancha, porque sí, estás convencida de que el lado equivocado de la cancha es todo aquél relacionado con lo que ha manado de la cúpula de la iglesia católica y de la cúpula de las derechas, que conste que dices la cúpula, no la variedad que hay abajo, la cual, por fortuna, es variopinta y razona mejor, sin absolutos, aunque tú a veces seas algo absoluta, como el hecho de ser absolutamente divina para tu amor.
Regresas a tu pensamiento. ¿Por qué se te crispan los pelos cada que alguien mienta la ideología de género?
Una ideología es el "1. f. Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una personacolectividad o épocade un movimiento culturalreligioso o políticoetc." Una llamada ideología de género es utilizada para distinguir y denostar, para marcar lo diferente y resaltar su anormalidad con respecto a la supuesta normalidad de quienes utilizan ese término. Sí, una ideología es el conjunto de ideas, pero una ideología de género es utilizar ese conjunto de ideas para actuar en contra de la diversidad humana, para imponer su propia mentalidad retrógrada utilizando el argumento de la imposición en contra de su voluntad.
Aquí es donde te exaspera y da risa a la vez. Aquí es donde estás viendo justo lo que te choca de los católicos, de aquellos que dicen sufrir y ser perseguidos y maltratados por serlo, cuando en realidad eso no ha pasado, cuando en realidad su grupo ha sido el que más daño físico y moral ha hecho en la mentalidad de este país piñata.
Mucho que pensar y poco que escribir, por el momento, porque te falta la razón este día para armar argumentos suficientemente sólidos para rebatir a las gentes.
Te dispones a vestirte e ir por el pan con el muchacho de Calderón.