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martes, 3 de diciembre de 2024

¿Ustedes no extrañan a sus papás?

Justo antier estaba recordando el momento exacto en que me sentí desamparada, algo huérfana, lejana de mis padres, sí, huérfana y desamparada, de plano. Ese momento fue cuando tuve un esguince en el tobillo y no había quién me asistiera bien a bien, no, porque mi madre estaba lejos, mi padre enfermo, incapacitado mentalmente, y mi pareja pues, estaba trabajando y se ausentaba dos días a la semana, aunque si bien, él me acompañaba en el transporte público para mis actividades, había otras, las del hogar, en las que no podía asistirme del todo. En la más difícil era en la del baño. Vieran qué difícil es tener que bañarse con regadera y un yeso… por eso comencé a usar la cubeta comex y la jícara, era más eficiente y sencillo para no mojar la pierna; sin embargo eso daba otra dificultad: La de tener que subir la cubeta, calentar el agua, poner todo listo para no caerme. Recuerdo que un día él estaba malhumorado y me contestó de fea manera, supongo que estaba cansado, harto del baile de las cubetas, pero yo no tenía por qué tolerar eso. Recuerdo muy bien que con todo y férula calenté mi agua, me puse la cubierta en la pierna y me bañé así, yo solita, porque tenía calor, porque hacía calor, porque lo necesitaba. Nunca hablamos de eso.
A partir de entonces tuve la idea de pedir lo menos posible, a pesar de que me había dicho que le pidiera lo que fuera, que él lo haría con gusto.
Desolación. Desamparo.
La primera vez que me sentí así fue cuando necesité muletas, mismas que me prestó una amiga inmediatamente, cosa que le agradeceré de por vida y que hizo que yo la amara tanto, justo ahora la sigo amando. No. La primera vez que sentí desamparo fue cuando se metieron a la casa de mi madre y todo fue caos, y nadie sabia bien qué hacer, menos ella, y todo fue para mal. ¿Qué iba yo a hacer con mi perra? Nadie le quiso dar asilo, ni los conocidos de la familia, ni mis amigas acá; tampoco mis caseros se vieron cooperativos, a pesar de haber sido un evento bastante traumante. Sí, ahí sentí el desamparo. En una tierra lejana, sin los míos, que son pocos, con las manos atadas. Después fue el desamparo de las muletas y, después, la necesidad de usar un bastón. ¿Dónde conseguirlo en esta ciudad? No fue hasta tras casi un mes, que mi madre pudo venir a verme, que ella se pudo mover y traerme un bastón, mismo que aún conservo y adorné con estampitas de Hello Kitty. Ella y yo platicando sobre lo extraño que nos resultaba pensar: "Le voy a decir al Huehue que traiga…" y después constatar que eso ya sería imposible lo que restara de nuestras vidas. El desamparo de la persona que siempre estuvo allí, satelitalmente a veces, pero allí, y que dejara que ser/estar.
La desolación. Cuando sientes esa libertad, ese TE-MANDAS-SOLA, pero no hay más allá que ti misma, no hay a quien robarle un billet o a quien contarle cualquier pavada, que, aunque le pueda contar al padre, no habrá la misma respuesta, uno, es el padre, dos, no tiene la misma habilidad. Esa misma desolación que sentí aquella tarde en que me calenté sola el agua, cubrí mi pierna para no mojarla, y supe que era yo y yo, a pesar de todas aquellas palabras que en eso momento se vieron huecas.
Sí, este es un largo PMS. ¿Cuándo fue la última vez que me bajó la regla?



martes, 5 de julio de 2022

Adiós, ayer, adiós.

Un encuentro bastante incómodo tuve la semana pasada. Un encuentro que ni esperaba, ni quería, ni sabía el porqué del objeto. ¿Para qué verla? ¿De qué me iba a hablar? ¿Me iba a reclamar algo, a pedir, a solicitar, a ordenar? ¿Querría yo pelear con ella? ¿Querría yo decirle que la culpo totalmente de la muerte de mi madre, de su cansancio previo a dejarse caer al pozo? ¿Valdría la pena el desgaste y la pérdida de tiempo?
La mesura llegó a estos, años, cierta mesura, sí, aunque no la completa calma ante las cosas inoportunas. Ansiedad sí hubo, bastante, incomodidad y alguna pelea. ¿De qué servía acceder a verla? Tal vez era mera curiosidad de saber qué quería de mí, si había alguna novedad, porque algo bueno de ella, no, totalmente no. Lo dudo.
Luego llegó a mi cabeza ese recuerdo infantil de ella cuidándome, llevándome al cine a ver Terminator 2, de darme un libro a leer, de enseñarme cosas y tenerme la confianza para habitar su casa por semanas, todo en esa infancia tan inocente, tan falta de juicios y valores en contra. ¿Qué pasó con la tía que sí cuidaba de mí, que era moderna por ser la más joven? ¿Qué pasó con esa mujer a la que yo admiraba de pequeña, que me subió al metro por primera vez, que me prestaba ropa para sentirme mayor, que me enseñó a que se puede ir al mercado a comprar una fruta cuando se tiene hambre y así matar el apetito sanamente?
Se fue con mi infancia, llegaron los prejuicios que se asientan con los años, con la adolescencia, los prejuicios que se postran sobre la cabeza de la que está creciendo y le impiden ser ella misma, hacer cosas nuevas, y buenas, y al mismo tiempo que mi inocencia desapareciera, sus prejuicios de adulto rancio, de ideas conservadoras, llenaron su mente, (o quizá ya estaban allí, pero era incapaz de verlos). ¿Qué pasó entonces? Me volví otra, me volví yo, me volví Una.
Accedí a verla, a pesar de que se me dijera que para qué. Pues accedí a verla por educación, por cortesía, por verla, porque quizá sí sería la última vez que la viera en la vida, quizá no. Accedí un poco por los recuerdos de la muy lejana tía. Fue tan mesurada la visita, tan de dientes afuera, tan falsamente cortés e hipócrita, tanto que valió la pena, por saber que yo era yo, y soy otra, y soy Una, tan lejana a la que piensan que soy, tan ajena, afortunadamente ajena, y capaz de mostrar una careta correcta, por el bien de todos, a pesar de mi disgusto, a pesar de su presencia, a pesar de que insultara ya sin razón a mi padre, todo por mi padre, por mi tío, que la acompañaba y, sobretodo por mí. ¿Valdría la pena la pelea y el desgaste físico-emocional? No.
Ya no estoy para esos trotes, ya no doy el cuerpo en cosas que no producen el bien en mí. Ya aprendí. ¿Ya aprendí?
Luego vino la llamada telefónica. "¿En qué proyectos estas? ¿Qué estás haciendo?" Cosas, esa fue mi respuesta, cosas, porque soy libre, verdaderamente libre, no le tengo que rendir cuentas a nadie, ni contar mis sueños y proyectos a ninguna persona que no lo valga, y porque, recordé también muy bien, que justo la faceta de carne de mí, la humana, la faceta de EL ARTEEEEEE que me conforma, fue la que más deseó aplastar durante mi formación. Por supuesto que no tendría que contarle absolutamente nada.
Eso, sumado a su insistencia de no aceptar la violencia (como si apartar a su hijo de su familia no lo fuera, como si pelear la cocina con su hermana no lo fuera, como si dejar a su sobrina con hambre después de una ida al hospital a ver a su hermana, no lo fuera), y de recalcar quién era su única familia en este país –su hermano, mi tío– y decir que será la última vez que estará y que sólo viajó por su única familia que le queda. No, no vale para mí ya, ni por el recuerdo, ni por la admiración que alguna vez le tuve, esa que valió para que accediera a perder un par de horas de mi vida en verla. Ya... 

...adiós a la tía


martes, 26 de abril de 2022

Cansancio y un poco más.

Abril. Ya se fue abril y ni lo sentí. Entre tantos viajes y pendientes por hacer, viajes, viajes y viajes. ¿Y las fotos? ¿Y la diversión? Sólo viajes. Y sólo veía con recelo las fotos alegres y familiares de la gente, las bodas, los XV años, y yo, viajes, viajes, viajes.
Primero para peinar el asunto de los terrenos del padre, la familia ávida de sus hectáreas, de su cuarto, de su herencia. El hermano disponiendo a diestra y más que siniestra de lo que no es suyo, ayudado de la ausencia de mi padre. Todos dando por sentado que está tan enfermo que sería mejor hacer y deshacer por él, sin él. Ese viaje fue sencillo, más fácil, algo relajado. Con una parada en Oriental, otra en Libres. El enorme tren, las paletas del Pato y los quesos de cabra. Una charla con una vieja conocida, hotel decente y joda, joda, joda. Ningún otro paseo y un regreso bueno, con cemitas y alegría de no ver una súper carretera, sino la panorámica vía federal que me brindaba recuerdos, vagos, pero recuerdos.
Segundo, para peinar lo que dejó mi madre, mi madre y su hermana, aquella persona molesta que sólo gusta de estropear las cosas, aquella parienta que llegaba de extranjia para des-arreglar lo que ya estaba acomodado, como lo hizo la vez de la emergencia familiar, la vez que por su mandato se mudaron de manera revuelta y desordenada las cosas de mi madre a diversas locaciones, todas lejanas, todo mezclado. ¿Qué encontré?
Bultos de ropa, documentos desordenados, no las facturas, no los contratos, pero sí muchas cosas muy, pero muy viejas, trastos, ropa de cama, cobijas, dos o tres, quizá cuatro vidas. Las vi todas amontonadas y bien dispuestas por la sobrina, pero en desorden, de ese desorden de las cosas que no son tuyas y les das un sitio con lo que la mente te alcanza. Todas las cosas de mi madre.
A decir verdad, creía todo mucho peor. Tal vez el año transcurrido ayudó a que se fuera ordenando todo, aclaro que no solo, pero tal vez; sin embargo, ¿qué necesidad había de favorecer el caos ante el caos no pedido?
Las negociaciones.
Este viaje fue tan pesado, no sólo por los kilómetros manejados, no sólo por el estrés de no saber dónde estaba cada cosa, sino por ver qué era lo conveniente y cuáles iban a ser los nuevos términos en cuanto a los habitantes e la casa de mi madre. Finalmente, la de las decisiones habré de ser yo, ¿no? Y pues sí, así fue, porque es lo mejor para todos en este momento y porque no me doy abasto con las cosas. ¡Las cosas! ¡Cuántas cosas hay en todos lados? ¿Alguien quiere ropa de señora  mayor? ¿Alguien quiere una recámara? ¿Alguien quiere una caminadora, una cama de masajes? ¿Alguien quiere rentar una casa semiamueblada?
Las Cosas.
Mientras tanto, de tanta vuelta, tanto pendiente, tantas charlas, no hubo paseo, no hubo mucho que ver, pero sí gente horrible. Gente horrible en las calles, en el centro comercial donde paramos a almorzar, en las redes. Las señoras prepotentes queretanas amedrentando a las chicas que apenas estaban entrenando para formar parte del equipo de la cafetería. Las personas que hacían escarnio de las amigas que dejaron a la que apareció muerta en una cisterna. Las personas que se burlaban de aquéllos que lloraban una palmera que parecía que vencería a la humanidad.
La gente es horrible, es una porquería, y no cualquier gente, sino la gente del país. Ya no cada quien tiene su lucha, sino que cada quien tiene su móvil para odiar. Es tan cansado ver las estupideces de las personas, pero lo es más aún cuando una sólo quiere cerrar la mente tantito para lograr encontrar el mejor camino. 
El mejor camino.
El mejor camino sería… que dejaran estar en mi camino. ¡Cuánta mezquindad! ¡Cuánta falta de corazón y tiento! ¡Cuánto maldito egoísmo! Tanta porquería duele y hace que desee dejar de vivir, que sólo quiera estar acostada en mi cama viendo a la nada, sin decir nada, sin ver, sin oír, tan sólo sintiendo el fresco de las recientes lluvias, tan sólo acariciando la suavidad de las almohadas. Dejar de ser en la vida real y la tecnológica, simplemente desaparecer, como lo hice todo este mes de mi trabajo.
Dejar el camino, dejar.

Sombras

martes, 26 de mayo de 2020

Expandirse y dejar.

Tiempo ha que no soy yo. Luego me fui, luego volví.
Ahora me duele un dedo. Los malos hábitos caen nuevamente. En mí.
No soporto nada, no me soporto a mí. Quiero estar sola un momento y pensar, y no pensar, quiero vivir de refilón todo un día en mi propia intensidad. Serán las hormonas, el encierro, habitual encierro, el calor, la falta de camino, el ciclo, el enclaustramiento, el común enclaustramiento, la temperatura alta, la omisión de vía, será.
Yo sé qué será y es lo de siempre, aderezado con lo otro, lo del día y la convivencia, que se hace extraña, que se hace plana, que se hace siempre. Ser personas de hábitos no es malo, tampoco lo hace bueno, lo hace normal, normalizado, terrible y aburrido, y luego no, porque hay saltos, sobresaltos, embistes, truenos, ya no quiero. Quisiera estar sola, solita un momento, y luego quisiera no estarlo. Quisiera no estarlo cuando no quiero y luego estarlo, cuando quiero, ¿cuándo no?
De niña era lo mismo. Me aburría de estar sola y salía y me aburría de salir y me metía, me metía, me mentía. Yo creía que era genial, que era única y especial; creía que nadie más podría ser como yo y luego resulta que hay mil, millones igual a mí. Soy una copia de la copia de una copia. Lo único que me hace diferente, quizá, sea mi pobre historia personal.
¿No será también una mentira? ¿No será que vivo el autoengaño y que lo que digo ser, tener y estar, no es, ni tengo, ni estoy?
Ojalá el auténtico nihilismo consumiera por completo mi cerebro, para dejar de pensar, de penar, de sentir, de doler. Ojalá llegara el gran hoyo negro y me quitara de estas no ganas, de esta tremenda incapacidad de no ser. Ojalá tuviera las agallas de nada.
No soy yo de aguantar ni mi propia mente.
¿Qué demonios hago aquí?
Esta tarde de verdad que quise huir, por mí, por mi pie, por mi salud mental, por dejar de sudar a lágrima tendida irrespetuosa. No se puede fingir la sonrisa, el hambre, ni la satisfacción.
Quisiera simplemente expanderme, destruir y devorar al mundo, desecharlo y seguir, con el alivio del olvido. 
¿Cómo le hacen para salirse de sí?


lunes, 13 de enero de 2020

Yo sólo quería ver televisión

Empecemos por el principio.
¿Ya se acabó el año? ¿Ya estamos en el 2020? Para mí da lo mismo, o ya no es lo mismo, o ya da igual. Este ordenador no lo he abierto desde el año pasado, es real. No tuve oportunidad de ver series, de hacer facturas de diciembre, de hacer ningún trabajo pendiente, ni adelantar, ni nada. 
Vivir en medio de duelos y emergencias al rededor de un mes, y justo el mes de vacaciones, en donde se debe hacer un necesario descanso, no es aprendizaje, lo aseguro.
Apenas comenzando las vacaciones decembrinas, cuando vino un extraño suceso, algo que movió la psique y los planes familiares de más de un núcleo. Que se metan a allanar la casa materna buscando algo en específico da mucho qué pensar; que se metan a allanar por segunda vez y dejan sólo su cuarto patas pa'rriba, da aún más que pensar.
No pude ayudar la primera vez, tampoco la segunda. Quizá me hubiera puesto en peligro; quizás no.
Sólo sé que la paranoia y la estupidez es inmensa, que entorpece más la voluntad de un ser ineficiente, ególatra, impositivo, odioso, que la misma incapacidad del aparato judicial de este país piñata.
Este diciembre me encontré con un par de extraños robos, el desequilibrio mental de un familiar cercano, la inacción y total corrupción policiaca, la pasividad de una madre y la imposición más arbitraria y estorbosa de su hermana. Todo el conjunto me dejó exhausta; me tiene aún así.
Justo hoy, al dar clase a mi jovial alumno, no tenía otra gana más que la de llorar y estar en la cama sin hacer nada, hoy, el primer día del año en que pasaré la noche a solas, hoy, la primera tarde del año en la que sólo me tuve a mí y a mis gatas.
No bien comenzando las vacaciones, empezaron los más extraños problemas.
Después del robo a casa habitación, vino el peregrinar de una madre, con su parada de supuesto descanso en este hogar, en donde no hizo más que criticar y ponerse a limpiar, no sin proporcionarme sendos viajes en carretera, un susto en la Xochimilco-Oaxtepec y todo el kilometraje que no acumulé durante el año. 
No olvido tampoco el choque que sufrió mi amor, a causa de la falla de unos frenos del carro en el que venía de un supuesto profesional de la seguridad privada, que fue a ver la casa para ver qué sacaba de dinero, digo, en qué podía ayudar. Mi novio ya está mejor; quedó bastante mallugado, al igual que su amigo, que fue a ayudarle para ver la escena del crimen.
Todo parecía resolverse, o calmarse siquiera, cuando se decidió llevar a mi progenitor a un asilo para terminar su recuperación mental, oh, pero ¡sorpresa! Con la prisa estúpida de la idea más idiota, concebida por la más ineficiente persona en caso de crisis y peligro, no le dieron ni las medicinas psiquiátricas, ni las recetas completas a los que se dedicarían a cuidar la recuperación del padre. ¿La razón? Una mudanza exprés que habría de hacerse al día siguiente muy temprano, sacando cosas sin razonar de una casa que había estado habitada por casi veinticinco años, mudanza decidida, no por la dueña de la casa y de las cosas, sino por su hermana. ¿Y qué pasó después? Que mi padre se descompensó, dejó de tomar su medicamento y tuvo una crisis psicótica, tomando por sorpresa a sus nuevos cuidadores, quienes no tenían idea de lo que pasaba, porque mi madre no se dio el tiempo de informar la situación por completo, dado que su hermana la sacó de prisa del lugar, no importando la salud de mi padre, ni mi regreso nocturno y solo hacia mi hogar en otra ciudad.
Muchas otras cosas pasaron, pero justo esa fue la que logró que determinara desconectarme de los problemas familiares, no por problemáticos, sino por haber sido agrandados por la ineptitud de una persona.
Ahora bien.
El cumpleaños, sólo con mi amor. El día siguiente con los ruegos maternos de convivir y mi total negativa. La partida de rosca con la aparición de la tía viniendo a recoger las pertenencias maternas.
Y toda la siguiente semana tratando de recuperar el tiempo, hacer los pendientes que habíamos planeado, buscar cosas para el nuevo hogar, ir al cine, tratar de descansar, finalmente comer nuestra dieta habitual.
Lo que nos lleva al día de hoy: Estoy realmente agotada, pareciera que el año no acabó, que las sorpresas no cesarán, que las cosas de tengo planeadas para este 2020 se verán entorpecidas por causas totalmente ajenas a mí.
No olvido que pasé el 25 de diciembre manejando y un 30 de diciembre de lo más pesado y salvaje, que mi cuerpo y mi psique están aplastados, y que por eso soy incapaz aún de retomar la vida cotidiana, por más que me esfuerzo, por más que hago lo del día a día, porque llega un momento a una hora cualquiera en la que todo me llega y se cuelga de mis hombros, como si ese todo deseara que no avanzara más en mi propia vida.
Este fin de año fue realmente retador. Tuve que sortear no mi ineptitud, no mis apegos, no mis deficiencias, sino las de muchas otras personas. Agradezco a quien estuvo a mi lado, mi amor, a quien preguntó por mis desventuras, mis amigas, a quien no me importunó.
Por cierto, mi perra Gilda se quedó sin casa también; aún no sé quién la pueda cuidar de aquí a mayo. 

Extraño a mis papás.
Yo que sólo quería recibir regalos de navidad.
Yo que sólo quería pasar un cumpleaños feliz.

Yo sólo quería ver televisión.


lunes, 4 de agosto de 2014

Ni las mujeres gordas merecen ser amadas.

Ni las mujeres gordas, ni las flacas. Ninguna de ellas merecen ser amadas. Quizá sí las delgadas; tampoco. Las mujeres no merecen ni amor, ni respeto, ni consideración. Son objetos para entretener pupilas y carnes, para pasar el tiempo, para repasar las acciones del día, cuando se tiene tiempo sobrante.
Las mujeres son muñecas que siempre deben estar lindas, perfumadas, depiladas; deben esperar pacientemente a que se les llame, de otro modo pueden interrumpir arduas labores no femeninas, pueden robar tiempo, estorbar. Las mujeres deben dar espacio para que el mundo gire y se haga todo por ellas, casi todo, porque ellas deben encargarse del mundo, aquél mundo invisible, diminuto, carente de importancia, aquél mundo no productivo que siempre está. Las mujeres deben facilitar el paso al mundo productivo y callar las nimiedades de su intelecto. (¡Ja! Intelecto)
La inteligencia de las mujeres consiste en hacer las cosas bellas, mejor dicho, en embellecer el ambiente, el espacio. Si las mujeres intentan hacer algo más que ello, están equivocadas. 
Una buena, decente y respetable mujer jamás dejará ver sus sentimientos, no hay que incomodar a los demás con ellos, son cosa que cada una debe resolver sola, en su intimidad, por separado, sin ayuda, sin chistar. 

Ahí va la mujer sin rezongar, a que la maltraten, la vejen, le digan que no es prioridad, que no tienen tiempo ni ganas para convivir con ella. Ahí va, o no va, se queda encerrada en su casa, esperando pacientemente a que le llamen, a que se hagan presentes para ella. Ahí queda la mujer enloquecida por los demás, porque seguramente es una loca por andar pensando, por andar sintiendo, por presumir siquiera que se le trata mal. Aquí escucha la mujer atentamente:
"No mujer, no, tú eres la que está mal, si tú piensas así es porque tu cabeza así lo está creando, porque es tu imaginación fructífera, porque no estás al cien en tus labores y te pones a pensar en cosas extrañas. Si no confías en el otro es tu problema, es tu interior el que está mal; no es que el otro actúe, engañe, moleste, maltrate, no, porque la responsable de todo eres tú y solamente tú. Espera pacientemente a que se te baje ese mal ánimo y ve cómo tu proceder siempre ha sido equivocado."

Pobre de ti, quisiera ayudar un poco más, pero en estos momentos no se me ocurre otra cosa que escribir estas palabras rápidas que tal vez no sean entendidas como se deben.




jueves, 8 de noviembre de 2012

Pongamos nombres y apellidos

En el clima de desesperanza, de poco dinero en las arcas, de amigos y enemigos ocupados en sus asuntos,  la opción feliz, la opción para el refugio ha de ser la familia.
En un mundo en donde te reconocen como persona, como parte de su grupo y empiezan a dar consejos, los que nunca te dieron cuando más dolor del alma tenías, siempre es mejor esconderse, porque hacer oídos sordos es difícil. ¿Qué les hace pensar que ellas tienen la razón? Generalizando perdemos todos la razón y se ve en una sólo dirección, qué pena, cuánta pérdida de tiempo.
No mujeres, no formaré parte de su aquelarre, justo porque sé lo que se siente estar del otro lado: ser juzgado sin derecho a defensa alguna, ser juzgado por lo que otros hacen.
Admito que pensaba que todos eran iguales, admito que aún lo pienso en ciertas ocasiones. Sé muy bien que justo por eso no me junto con cualquiera, no tengo una relación sin saber de quién se trata, qué piensa de ciertos temas, cómo se comporta conmigo ante el enloquecimiento hormonal.
Qué tristeza que no se le pueda decir nada a esas mujeres que hablan como les tocó en la feria, qué desperdicio de energía el mío cuando intenté mostrarles que estaban equivocadas, por lo menos conmigo, que no hay necesidad de exprimirlos, ni de ocultar los sentimientos, ni amaestrarlos para que después puedan leer mis pensamientos, que no debo aprender a ser "mujercita" para tenerlo atado a mi lado, ni debo dejar de ser yo y aprender el autocontrol asfixiante que provoca las enfermedades.
Ese par de brujas que me querían meter a su club maléfico, no me conocen, ni lo conocen, si saben de nuestras penas de amores mutuas, ni de la mágica comprensión de nuestros cuerpos, ni de estas vidas paralelas que lograrán ir a la par gracias a no hacer nada de lo que ellas proponen.
¿Por qué tendría que no demostrar mis sentimientos, no dar dinero en el hogar, no ser cariñosa, no tener mi propio orden—que no el de ellas—, y dejar de gozar quien ahora muy bien sé quien soy por alguien que justo así me quiere?
¿Por qué querría yo parecerme a ellas, si no fueron exitosas en sus relaciones? A ver...
No daré nombres y apellidos, no les daré la importancia que exigen.
Mujeres del mundo: que así como son, así las quieran, no se modifiquen a imagen y semejanza de nadie.

jueves, 23 de agosto de 2012

Das Leben

¿Qué es vivir? ¿Será coleccionar los acontecimientos, hacerse de souvenirs, llegar al final del día agotado y mal comido? ¿Será tragar lo que sea por hambre, meterse cualquier cosa a la boca por ansiedad, llenar la alacena de frituras y el congelador de tacos y productos empanizados? ¿Será hacer un santuario, encerrarse, privar al mundo de ti, inundar tu casa de mal gusto, ponerse nervioso en las multitudes académicas, decir que perteneces a una minoría y no hacer nada para la causa?
¿Acaso será vivir, eso de estar en un entorno y hacer lo que vieres? Si hay manzanas de temporada, comprarlas; si hay mercado de productores locales, ir; si hay queso regional, consumirlo con gusto. ¿Por qué ir al monstruomercado y atascar el carrito de frutas traídas de otras tierras, congelados y quesos importados? ¿Por qué no convivir con la tierra que tú elegiste? ¿Por qué fingir que eres decente cuando en realidad eres una psicópata?


Universidad de Vermont. Agosto, 2010.

Cosas que recordé simplemente.

viernes, 25 de noviembre de 2011

¿Que le pasa a mi cuerpo?


Comenzamos con el pie diestro y terminamos con el zurdo. Las pasiones rebotan ligeramente en las paredes de piedra y los senderos se agrandan repentinamente para que venga el violador y te mate y corte la cabeza y la de a los perros.
Cada día tiene menos interés y lo interesante es que cada noche relleno mis ojos de sueño para repartirlo entre los zombies que dicen ser empleados bien remunerados y que no son otra cosa que palillos encimados uno por uno. Cada sueño dado es un desliz que los empleados usan para borrar las sonrisas de sus amantes y otorgárselas a sus esposas y cada esposa tira la sonrisa por la borda para que su amante, a la que su esposo ama en realidad, se la coma o la cocine en rica ensalada fresca para uno de sus hijos muertos.
Terminamos con el dedo meñique y comenzamos con el índice, bien arriba, apuntando al cielo, mientras sus otros compañeros dedos se constriñen y ayudan a la señal que debe ser hecha en el momento más oportuno, o en el momento de mayor peligro, o frente a la monja que come los rosales que las niñas han sembrado durante todo el año escolar.
En el mundo matraca, en donde todo se da, yo me doy.


martes, 1 de noviembre de 2011

Tu vida-Tú vida


Se resume, consume. Asumo que nada y nadie son lo mismo, que en los días de muertos se esconden más de tres vivarachos y roban dulces de las ofrendas. ¿Si vinieras esta noche a ver cómo he hecho de bien en esta carrera, seguirías con ese silencio incómodo? No tienes que hacer nada, sólo mirar, así, de lejos; sólo ver los sonrojos y hoyuelos que provoco; sólo ver cómo fue que yo no tuve que largarme para ser algo más que el no se qué que tanto incomodaba.
Con el juego de los acentos, con el cartón, con los remedios poco elaborados para manejar las historias intrincadas; con ellos y por todos ellos, los que jamás me leyeron, y los que sí lo hicieron y ahora piensan que nada vale ya, estoy sentada mirando un librero repleto de libros técnicos, enciclopedias, mangas, partituras, diccionarios y obras literarias, escribiendo sobre casi nada y, mientras lo hago, recordando las muchas maneras en las que solía escribir mis cosas y los múltiples cuadernos que usaba en esos tiempos en los que creía que escribir algo sería importante para la humanidad.
Y tú, que te sorprendías de que pudiera sacar una historia de cualquier gesto, olvido u objeto encontrado.

jueves, 20 de octubre de 2011

Olvidare


Quien me pateare, gritare, dejare y abandonare en el peor momento de mi vida, no debiera estar más presente en esta vida psíquica.
Se va (ya se había ido); se fue (ya se había ido). Resolvió irse y no cambiar y ser la misma persona. Decidió ser una extraña para mí y otorgarme el dolor de aún poder reconocerla. Dijo que los saludos serían de lejos y juró con eso jamás volver.
Sentada yo, mirando las estrellas, la luna, la brisa y los pastizales; esperaba que el segundo milagro ocurriera. No habrá condicional en esta oración; no pasará.
Por la razón más estúpida. ¿De lejitos? Puede irse muy lejos y triunfar.

La felicidad por el primer milagro solamente.

jueves, 6 de octubre de 2011

Desde una fría noche.


Pasaba el Sentir ya cansado se sí, cuando alguien lo llamó desde una ventana.

—¿Qué es lo que deseas?
—Quiero que te vayas de aquí lo más rápido posible
—Entonces, ¿por qué me llamaste?
—Es que no quiero que te vayas
—Tendrás entones que decidir, o me invitas a pasar o me corres de tu vida para siempre.
—¿Podrías irte por un rato y luego regresar para decirte lo que he decidido?

El Sentir accedió y caminó por varios días hasta que de nuevo fue llamado desde la misma ventana.

—Entonces, ¿qué es lo que has decidido?
—Quiero...
—¿Qué es lo que quieres?
—Deseo...
—¿Qué es lo que deseas?
—Debo decir que debes marcharte de mí para siempre.
—Si eso es lo que quieres, que te sea la vida lo más plena posible sin mí. Si algún día te encuentro no me detendré, es más, daré media vuelta para evitar toparnos.
—¿Serás capaz de eso?
—Así lo siento yo.
—Entonces no te vayas. Mejor quédate y disfrázate de otra cosa.
—¿De qué quieres que me disfrace?
—De espejo, para que todo el que quiera ver dentro de mí no haga más que verse a sí mismo.
—Que sea así entonces.

Y el Sentir se convirtió en espejo de esa persona y cada vez que alguien intenta acercársele puede ver en ella lo que mejor le acomoda y gusta: a sí mismo.


miércoles, 8 de diciembre de 2010

Pasado


Todas las obsesiones, todas las pérdidas, ninguna ganancia, ¿ninguna?
De ser quien da consuelo, ánimo, consejo; a ser la que da el cuerpo nada más, la que nació para eso, a la que poco le preguntan; a ser la que saca pa'fuera, la que ayuda, la que (odiaré poner esta palabra) florece; a ser la segura, la que da fuego, la que no quiere más problemas, la que ama, la que sólo a dado cariño; a volver a ser la loca, obsesiva, controladora, la horrible mujer que pone en práctica las enseñanzas culpígenas que su madre le mostró.
¿Es todo esto cierto? ¿Soy sólo cuerpo o sólo seso o sólo sexo o sólo amor o sólo recriminación?
Un montón de palabras podría escribir para explicarme y jamás darme por bien servida.
¿En qué momento está ese control sobre mí de nuevo?
No ceder más, siempre me he prometido; sin embargo vuelvo a hacerlo, a decir que sí, que todo está bien, que no hay problema y sonrío de la manera amarga con la que suelo hacerlo y entre más pasa el tiempo, más guardo rencores. La pena.
Dejar y ser libre, no juzgar, que sean, ser paciente. Ha funcionado, ha habido menos presiones innecesarias, han ido y venido y han hecho lo que han querido a sus anchas, pero ¡me han dado cariño constante! Continuidad, consistencia.
Ésa ha de ser la diferencia. Quien deja una semilla sembrada y se va, esperando que se de algo, pero jamás regresa a siquiera darle un cuidado, difícilmente obtendrá algún fruto.
No. Sí. No.
No soy de cuidado extremo.
Sí soy de cuidado extremo, cuando lo pido.
No soy de cuidado extremo cuando no lo pido.
Siquiera por gentileza las cosas hechas, eso sí, que hasta los conocidos más desconocidos las han tenido conmigo. ¡Ah! ¿Por qué parece que pido tanto?
Con tantos kilómetros de distancia, poco se puede hacer, reír por las noches con quien quiere usar sus dedos, sus ojos, su ordenador encendido y dejar que la distancia, perspectiva, qué se yo, como se diga, como él lo diga. [autocensura]
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Estoy entre tus enredos, mis miedos, mis seguridades y las inseguridades tuyas y me gusta, sin embargo, porque tengo eso otro que jamás había tenido.
No olvido, jamás Olvido.

jueves, 13 de mayo de 2010

Pensares...

Contengo, retengo, no tengo, ¿tendría?
Los silencios largos ahogan la noche, que se va enfriando, según transcurre. Las mismas vueltas, ¿que nadie es indispensable? Lo sé: Nadie cambia.
Las espirales me hacen vomitar. ¿No podría ser solamente un mechón de cabello mío enredado en un dedo? No. Es todo el montón de cabello enredado lo más posible, molestándome como antaño: estorbándome.
¿No puede haber simpleza en mí?
¿Por qué no existe la fórmula mágica para la ligereza?




Zurückhaltend bin ich.


miércoles, 17 de marzo de 2010

Una mujer como yo...


... Sería insoportable para tantos, por mis razones, por mis interrogantes, por mis inseguridades, por mis ensoñaciones; porque pido mucho y doy más a cambio; porque no puede haber simpleza a mi alrededor, muy a pesar de la mía; porque tengo siempre dudas y anécdotas para ilustrar.
¿Quién más soporta a una mujer como yo que unos cuantos? ¿Cuántos otros cuantos pueden conocerme más allá de mis ligerezas? ¿Quiénes, de los que dicen conocerme, se atreven a ir más allá conmigo? ¿Quiénes otros dejan su miedo natural hacia mí y me enfrentan?
Pocos. Ni los más experimentados se dejan de tientos y me tratan simplemente.

Let's face it (como dijera Sumer Glau en TSCC):
I'm a scary robot (women).

martes, 1 de diciembre de 2009

Por momentos bellos, el pellejo.

Hace unos días, en mis reflexiones microbuseras, salió el porqué de mi cambio, el cómo y la razón. ¿Qué fue lo que me hizo ser otra que no la otra? ¿Qué fue lo que me hizo cambiar y valorar distintas cosas?
Fue ella, justo ella lo que lo cambió todo y no para bien y no para mal.
Ver cómo una persona puede ser maltrata
da tanto y cómo aún así puede quedarse en el mismo sitio y darme cuenta de que ésa ya no soy yo, me da un gran alivio.
Que triste y sobretodo, qué espantoso es reconocer que lo que más te hizo crecer en esta vida fue el constante maltrato y la no muy sana huída de allí.

¿Por qué la gente no escarmienta en cabeza ajena?



Allá lejos, por el 2007

jueves, 12 de noviembre de 2009

Da bin ich!

Ilustración: Misstutsipop
Sí, allí estoy yo y que luego no diga que no, que sí soy yo, que allí merito me veo, en sombra y a color. Está bien, tal vez el cabello no concuerde, porque está más largo, pero sí soy yo. Yo lectora y juguetona, yo la niña que sueña con cantar.
Sí, quien hizo esto dijo: "Eres tú" y me regaló una postal con el dibujo. Tiempo después salió este mismo dibujo en un póster para concurso y ahora está colgado en una sala, junto a otros pósters en la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (FILIJ, para más corto).
Puede que esto sea publicidad gratis para Lapaleta, prefiero pensar que no, prefiero decir que es mi presunción de haber sido la musa de alguien, de haber inspirado un trabajo digno de reconocerse.
"Este es el mundo en el que me desenvuelvo"

martes, 27 de octubre de 2009

jueves, 20 de agosto de 2009

Mil descansos

Mil descansos no hacen un sueño y todo lo que baja tiene que subir (esto último lo oí de una madre de familia en el transporte público, ¿no era al revés?).

Ya tengo la consciencia más tranquila; quienes mi importan están en mi bolsillo y quienes no, simplemente están tirados por allí. Me gusta saber de gente que no conozco, me gusta saber de gente que apenas conocí y me gusta mantener contacto frecuente con los satélites de mi vida.
A penas hoy tuve un serio problema con lo que quiero ser. ¿Policia? ¿Presidente de la República? ¿Una artistilla sin sombra siquiera? No son nada de esto ni de lo otro; no le echo todos los kilos a una sola actividad. ¿Será por mi educación la lá?

Tengo una pregunta a mí misma:
¿Algún día seré alguien en concreto... bronce, mármol?

Quiero ser un monumento.

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¡Dos seguidores ehhhh!

martes, 18 de agosto de 2009

¡Un seguidor, un seguidor! / Dobles celos

¡Qué bonito se siente abrir tu blog y ver que finalmente tienes un seguidor! Mis ojitos se abrieron de contento.
¡Un seguidor!
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DOBLES CELOS

1. Que algún Fantasma se aparezca sólo para El Gato.
¿Qué le pasa? ¿Cree que estoy pintada? Ese aguardiente se va terminar por evaporar y mi paciencia ya se fue. No escribiré más al respecto; mis planes se cebarían.

2. Que el Fantasma tenga interés genuino por Mi Gato.
Es Mi Gato y de nadie más. Yo lo recogí de la sucia calle, le di mimos, lo alimenté, le di acceso a mi vida y ahora soy toda suya. ¿Qué se cree este individuo al ser tan familiar con mi novia?
Un dicho popular para él: "Camarón que se duerme se lo lleva la corriente"
Otro dicho popular para él: "El que se fue a la villa, perdió su silla"

Que indigna me siento.
Que tan indignada puedo llegar a estar.