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lunes, 2 de octubre de 2023

¿Las razones equivocadas? UNA.

Sé, a pesar de todos, sé, aunque no me encuentre, sé. Sé quién soy yo.
Una chica, una mujer, siempre aquella niña temerosa de que se burlaran de mí.
Ya no más. Ahora, ya, finalmente, ya después de muchos, muchos, muchísimos años, sé quién soy, y de qué lado masca la iguana, mi iguana.
Ahora, ya a los cuarenta años, cua-rennnn-ta años, sí, 40 con número y letra, pude descubrir quién soy y para qué sirvo, casi sin tapujo, y digo casi, porque siempre hay un negrito en el arroz (aunque digan las rectas conciencias que eso es racista, pero las frases idiomáticas son las frases), y porque siempre debe haber alguno para darle esa nota de dificultad a las cosas que nos hace querer recapitular, retomar, retrasar, replantear la vida…
En este caso mi negrito en el arroz es la nueva maestra en la empresa nueva-casi-vieja que estoy iniciando. ¿Que por qué escogí estudiar de nuevo? Pues porque siempre estuvo en mi plan de vida. Tan sencillo como la respuesta de siempre del porqué estudié alemán: "Pues para la carrera de canto", decía yo, porque en esos entonces, no sé ahora, la licenciatura llevaba francés y alemán, además del italiano que me chuté en el propedéutico y, como se me hacía más difícil el alemán y me lo quería ahorrar en tiempo, lo adelanté, según yo, en el CELE de la UNAM. ¿Y luego?
Luego ya no licenciatura en canto y puro dar clases de alemán ad nauseam desde 2008. No, ya no doy clases del Deutsch desde marzo de este año. No es bueno para mi salud física y mental. ¿Y entonces, por qué ahora escogí nuevamente estudiar? ¿Qué? Pues Música estudiar. Y sí, ¿no? Hay que terminar lo que una empieza, a pesar del tiempo y del espacio, a pesar de los dolores viejos en las articulaciones y las uñas rotas. Total que no hay nada ni nadie que me lo impida…Ah, pero, ¿y el canto? ¿No que eras cantante, niña?
Pues sí y pues no.
Además de ser cantante, soy artista, artista escénica, artista performera. ¡Eso es lo que soy! Y en algún momento me voy a clavar más en eso, que poco a poco me he zambullido en eso, que no se diga que no. Porque sí, a estos cuarenta años finalmente he visto lo que soy: UNA PERFORMERA.
Oiga, ¿y la literatura, la escritura? Ah, esas también soy. Una mujer capaz de escribir y representar, realizar performáticamente literario, y qué mejor si es propio, porque sí: Yo también escribo bien bonito. 
Que no se diga que el esfuerzo parental fue en vano, que el tiempo que mi madre invirtió en mí (aunque no sabía exactamente en qué me metía) fue vano, y el tiempo que mi padre invirtió también (que él sí se imaginaba de qué iba la cosa, pero no tenía la dimensión justa) se tiró a la basura; porque sí, ambos me criaron como una Princesita, la niña más preciada y única de sus vidas, la que todo lo que quería hacer, lo hacía (claro, que en algún momento de la vida eso se fue restringiendo). Y es por eso que no me queda más que seguir la misma senda marcada desde tantos años atrás, ¿y qué más da? No hay más que lo que quiero hacer conmigo y eso es…Aunque…
La maestra de canto que me trata de soprano y que me llena de esfuerzo porque no se me ha tratado se soprano así, no tan así, porque el registro ha crecido, mucho, porque voy de abajo a arriba, porque no quiero ser sólo una cantante. Porque la razón de estudiar música-canto es para tener el recurso y utilizarlo en mi obra, en mi ARTEEEE y no ser yo un vehículo caja-musical, sino el vehículo de EL ARTEEEE y cantar-escribir-actuar-bailotear-CREAR así y ya y serlo todo, SER UNA, la más grande que siempre me imaginé y que está aquí conmigo, sorprendiéndome, siendo increíble, que soy yo.
Para eso sirvo y para eso vine aquí y he de perfeccionarme. Se lo debo a UNA. Me lo debo a mí.
UNA en la UAM-I


jueves, 27 de agosto de 2020

De los tiempos pandémicos.

Tiene tiempo que no escribo una entrada por acá, ¿por qué? No sé, quizá por falta de soledad, quizá por exceso de trabajo, quizá por tantas cosas, quizá. Tengo muchos meses sin escribir, dejé de sentirme especial, dejé de querer compartir mi pensar, mi pesar, mi penar, y me centré en el trabajo, en el estudio, en las cosas por hacer. Sin querer me llené de actividades de un día para otro, sin querer y conociéndome. Desconociéndome. 
¿Qué sería de él sin mí? 
¿Qué sería de mí sin él? 
Estos días me he centrado, concentrado, de forma concéntrica en lazos, en redes, en páginas, en mujeres, todas ellas feministas, y no pude tomar descanso del todo , porque surgía una y otra cosa, porque de lo que me quise encargar, una labor insignificante, pero que ha resultado fructífera. Me censuré. 
Escribo hoy y aquí con más ganas que ideas, mirando a mi gata Asuka, sabiendo que hoy viene mi Amor, porque sí, de nuevo, se irá por días y me dejará a cargo del hogar entre semana. Sin embargo ahora pesa más que hace un año, justo porque ya nos habíamos adaptado el uno al otro, justo porque él tenía su papel y yo el mío, porque ahora tengo trabajo en casa y no tengo mucho tiempo de hacerme cargo de todo, ni del desayuno, que él siempre prepara. Hoy, por ejemplo, terminé almorzando a las 12 del día, entre tirar la basura, entre la charla con la vecina, limpiar lo de las gatas, las otras labores de la internet. Lo bueno fue que dejé mi yogurt de guayaba listo desde ayer y que no pasé hambres por la mañana, o casi no. 
Escribo porque este día es día de escribir, porque se me cancelaron las actividades laborales. En verdad, que ayer tenía una idea muy buena, pero tuve mucha faena y ahora, nada. 
Acabo de recordar a un amigo de mi Amor diciéndole, recriminándole que lo he cambiado, que ahora toma pulque conmigo; y me quedo pensando en lo terrible que es que la pareja cambie por uno, que lo verdaderamente terrible es cuando se cambia por el otro para mal, para enconcharse, para guardarse en su casa, para trabajar y sólo dar el gasto, para dejar de mostrar las rodillas, para dejarse de maquillar, para aislarse de los suyos. Es terrible, triste y peligroso, sobretodo lo último. Dejar de ser por el otro, ser un bulto gris al lado de la puerta, en la esquina de los trebejos, en el umbral de la alcoba, ser un nada porque el otro quiere, porque le conviene, por sus celos, por su explotación, por su ansia de control y su inseguridad e inmadurez. Ser la nada y dejar la humanidad tirada como un trapo viejo. Eso sí que es terrible y peligroso…No beber un litro de pulque. Sólo me vino a la cabeza eso antes de sentarme a escribir. 
Será también que ya no he escrito porque la gente no lee, o porque la gente dice que no lee, cuando en realidad sí lo hace. 
¿Por qué perpetuar esa idea? ¿Por qué seguir repitiendo lo que se ha dicho y hecho desde los 90s? 
La gente sí lee. 
¿Por qué vender un taller literario con la mera imagen? ¿No habría, acaso, que dotar de palabras antes que de imágenes para el quehacer literario? Ya me perdí. Entiendo que la imagen lo dice todo, pero no entiendo el afán de todo constreñirlo a una sola pintura, a una foto, a la idea que te la la foto, sin saber el fondo, sin mostrar el contenido porque, ¿no acaso el contenido en lo literario lo es todo? Y sí, la forma, pero en la forma está el estilo…¡Y no la foto del autor!! 
Me cansa la perpetuación de las superficialidades heredadas del final del siglo XX, me cansa que las repliquen, que no las cuestionen, que simplemente digan que así es, porque los medios digitales, porque las tecnologías y el mercado así lo han colocado. No. No es lo mejor. Sí, mucho poner en tela de juicio el patriarcado, el machismo, pero no poner en la mira la superficialidad que nos ha llevado a los lugares más oscuros y peligrosos, ya no sólo en nuestras psiques, sino en las calles, a manos de los carentes de escrúpulos que así crecieron, así fueron educados, justo con esa idea de la imagen por sobre el contenido. 

No. Me niego a tener una vida de sólo imágenes. Me niego a que e muestre sólo una foto, un retrato, una imagen ya distorsionada de mí y de mis actuares. Hay, que no habrá, hay que cambiar ese círculo vicioso, romperlo, constreñirlo, hacerlo trozos y levantar la cabeza, las ideas. Que éstas lo sean todo y no sólo un pedazo de bits con colores y unas cuantas palabras. Supongo que esto último es lo que en verdad quería escribir desde el principio; y no salía nada, porque las reflexiones siempre vienen a mí tras darle varias vueltas a todas las ideas sobresalientes y triviales que le rodean. 
Ojalá que alguien lea esto. Ojalá haya mentes pensantes verdaderamente.

riqueza gastronómica


lunes, 21 de enero de 2019

La primera de enero

¡Cómo pasa el tiempo!
Llegamos aquí en agosto y ya es enero, e-ne-ro.
Quedamos en que acá haríamos las cosas que nos gustan y apasionan. Aún no ha pasado ello.
Supe que una poetiza murió. Leí sus poemas por primera vez. Me arrepentí de hacerlo. No me gustaron. ¿Es en serio que así es la poesía publicada en el siglo XXI? ¿Y las formas? ¿Los fondos? ¿La retórica? ¿Las figuras?
Escribir por tema poesía no es lo conveniente. Lo deseable es escribir poesía de todo aquello que te mueva la entraña, te parta el alma, conozcas, te arranque el corazón, te parta en pedazos. Escribir desde muy adentro, desde las profundidades de la mente. Sino, no. ¿En serio eso leen ahora?
Sujeto, verbo, predicado.  No más.
También me dijeron por ahí que la industria editorial pide textos así, sin más juegos de palabras, sin retóricas locas. La lengua descorazonada.
Escribir entonces y ya. ¿Por qué sólo piden que se cuente una historia? ¿Y la forma de contarla ya no vale? Justo eso es parte del placer de la lectura, del placer estético.
Escribo esto porque todos se han estado interesando en problemas políticos demasiado calientes, demasiado calientes y egoístas, por eso he optado por no decir nada, nadita al respecto, por apegarme a mi agenda política y acatar mis reglas, así, también egoísta, porque, como ya había dicho, es mi trinchera. ¿Mi trinchera?
La trinchera del placer, de cuerpo, de EL ARTEEEEEE. La posición desde la divinidad de lo Femenino, el origen, la vida misma, ¿y a qué vinimos sino a gozar??? ¿Y cómo gozar? Pues con el cuerpo, ¡qué más! Y en este cuerpecito hermoso tenemos una bella mente, mente que hay que alimentar y cultivar con EL ARTEEEEEE.
Vamos a hacer arte.
¿Qué la gente no se aburre de no hacer arte? ¿Qué la gente no se cansa de oír las mismas canciones insípidas de dos acordes (o uno) y cuatro —por mucho— notas en su melodía? ¿No se aturden de los gritos desafinados, de las palabras burdas, de la falta de elaboración en el mensaje? ¿No??
Se puede hacer de la vida arte, así como se puede hacer arte de una vida. 
El arte como forma de vida.
Ya sé que un montón de autores ha escrito sobre ello.
Me pregunto, ¿cuándo, cómo, hasta dónde podremos hacerlo?
El ruido de agobia. El ruido me quita la tranquilidad. El ruido me impide concentrarme en las cosas que importan. Eso descubrimos aquel día en que le conté a mi Amor sobre qué fue lo que me puso mal durante el temblor del 19 de septiembre: El ruido.
Sin silencio poco puedo hacer.
Me descubierto, tal vez ya sabía, que el silencio es mi mejor aliado, que mi cabeza es tonta, que no puedo andar por la vida si no estoy dándole voz a mis pensamientos únicamente. El acto más egoísta.
Si no sigo los pasos que me estoy nombrando en silencio, pierdo el hilo de los acontecimientos, aunque sean los más cotidianos y automáticos. ¿Me estaré poniendo vieja?