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viernes, 23 de junio de 2023

Uno de esos días...

He tenido la tentación de escribir acá, mas no me he podido dar el chance de hacerlo, puesto que, cuando he tenido un par de minutos, he estado ya bastante cansada, o con el tiempo encima. Justo ahora el tiempo cambió y me dio la oportunidad de saltar mis obligaciones y escribir un poco sobre mí, sobre el otro, sobre los días que requeman mi cabeza y me llenan de insatisfacciones y esperanzas de: ¿En verdad soy capaz de? Tuve la idea de hacer algo así tan vago, un ejercicio de escritura pequeño, pequeñito, no obligatorio, aleatorio, un mero juego, tuve la idea y salió algo que yo no supe si salió, pero que alguien externo confía en que sí lo sea, en que sí vale lo suficiente para presentarlo públicamente, ¿seré yo capaz de rellenar 60 minutos de ideas y creatividad sin ninguna canción, sin ninguna ponencia, ninguna cosa de interés social o escénico? Quién sabe. El chiste es que por alguna razón desconocida un profesor piensa que escribo poesía y me dice que la lea en público, así, como leen las personas de literatura (de entre las cuales estoy y no, sólo por el flamante título de licenciatura que finalmente poseo, pero que no dice más sobre mis capacidades intelectuales). ¿Qué será de mí en ese día? ¿Haré el ridículo?
Uno de esos días… Como el día en que so pretexto de trámites, nos escapamos y tuvimos una cita de esas como las que teníamos antes, una cita soleada y llena de viento, de añoranza y de ganas de salir más allá, más arriba, sin más planes que caminar hacia la otra calle y llegar para tener una mejor vista, un café o una comida rica. ¿En qué momento dejamos todo eso? Ah sí, en el momento en que nos mudamos y el sol inclemente impide ese tipo de salidas, en el momento en que dejamos de encontrar sitios agradables y en donde todo sitio era rellenado con chocolate líquido y dulce sobre dulce, sin posibilidad de contraste en el gusto. ¡Qué terrible gusto! Uno de esos días que tanto nos queríamos y que caminábamos sin rumbo y con estilo por las calles, esas calles que ya no son nuestras calles, sino la de otros miles de personas que es el mejor futuro el estar en esa ciudad tan llena, tan acomodada, tan sin agua y con millones por todas partes.
Será que la construcción de mí misma está aquí, cimentada en el no ser como ellos, como esos otros, los de la ciudad, los del campo, los de las afuera. Será que Una es Una y nada más, y que tal vez sí sea capaz de aprender, de emprender de nuevo el sueño que yo misma corté, por miedo y comodidad, por querer tener un futuro estable, ese que no lo hay, por saber más y quedarme corta, tan sólo con unas cuantas fuentes.
Total que quizás sí de el ancho y tenga parque y pueda leer poemas sin tanto desgaste, pero eso sí, con un poco de histrión, tal vez sí, porque de literatura soy, pero también le hago al teatro y de música y de arte y de todo, como un mole bien hecho, no tan picante, no tan dulce, pero bien condimentado y que sí, también cae pesado.

Una


jueves, 9 de marzo de 2023

Mi aborto del feminismo.

Pido perdón por no cumplir con el feminismo, por no llenar los estándares, por querer sacudirme en todo momento los "deber ser" y los preceptos de éste.
Pido perdón por no ser 100% sorora y no dejar de torcer los ojos ante algunas acciones que me incomodan, de esas que parecen mandato, de esas que me saben a imposición, a regla inquebrantable y absoluta.
Pido perdón por no haber soportado ya los absolutos, los no rotundos, la ceguera ante el contexto, ante las personas individuales y sus historias.
Pido perdón por haberme exaltado con una compañera que tuvo a bien el querer proteger identidades de mujeres, sin saber exactamente si se les estaba vulnerando o si era real lo que se le estaba diciendo.
Pido perdón por no soportar esos absolutos feministas, esos "porque es hombre" y punto, aunque se haya tratado de razonar con ella, aunque se le haya dicho "él es mío y hace lo que yo le digo y es mi material", aunque se le haya dicho "vine a cubrir el performance de mi esposa", mientras ella hubo respondido: "Pero no todas son tus esposas".
Pido perdón por pedirle a mi único compañero de vida, al bueno, que me acompañe en cosas simples, en recoger material gráfico y echarle un ojo a las compas, así sin estorbar y sin protagonismos. Pido perdón por ahorita no tener una compañera lesbiana que me pueda apoyar en ello.
Dicho todo esto. Dejaré de ser feminista.

(Aunque siempre me llamará la atención de cómo paulatinamente hay chicas aquí y allá que se quejan de que las activistas les han hecho mal).

Gestorbener Feminismus

jueves, 26 de enero de 2023

No hacer. Hacer nada.

Enfermé esta semana. Quedé con tantito moco y me cuido de la ronquera, porque sino, ¿de qué otra forma podría yo comenzar el año dando clases de canto? Acabo de limpiar el suelo. Esta semana lejos de las actividades pública y físicas han dejado en mi un cuerpo más o menos descansado, una cabeza un tanto clara, pero una casa realmente sucia. No es porque seamos en realidad muchos, sino porque tenemos un nuevo gato y nos trae tierrita, además de que aquí la caña carbonizada cae como nieve y brinda a la tierra nutrición, y a las losetas, mugre. Purita y toditita mugre. Pero ni modo, ya no quería vivir en el monstruo llamado CDMX que porque era imposible, y sí. El plan era venir a vivir acá con mi Amor, encontrar un terreno para construir, comenzar a hacerlo y vivir haciendo lo que fuera que nos gusta. Y tantán.
El plan era venir a vivir aquí con mi Amor, mi gata Isis, mi perra Gilda y que a los pocos meses se mudara mi madre a Querétaro, donde tiene su casa amueblada, y todos abandonáramos la gélida casa el sur de la Ciudad. El plan fue, porque Gilda se quedó con mi madre, al igual que ella con mi padre y todo pasó por delante, justo antes de la pandemia, y nos llegó el año parado, luego vino el otro, y mi gata, y mi madre, esas dos se fueron.
No sé si en realidad me ha hecho bien ir con una psicóloga y hablar de las cosas así sin objetivos, porque me siento laxa, pero no quiero rigor, porque los objetivos me agobian y me llegan de desazón. La gente dice que está mal vivir así, que está mal no tener ninguna meta, ninguna ambición, que está mal no poderse imaginar en el futuro así exitosa, estable, remunerada. La verdad es que no me gusta hablar de ello, ni del éxito, ni de la estabilidad, mucho menos de la remuneración. Me la he estado viviendo así, cachando lo que viene para mí, sin mucha ambición de querer lo mejor, (¿o no?). No quiero lo mejor, ni lo ambiciono, porque lo mejor siempre implica más casas, más autos, más dinero, más fortuna, lo mejor para mi pobre cabeza crecida en este triste mundo no implica más nutrición, ni mejores condiciones, ni más felicidad.
Tampoco me gusta imaginar mi futuro, porque esas proyecciones siempre han de ser el de una casa propia, perro, gato, marido, carrera, trabajo estable, propiedades, compras, viajes, cosas que sí me van, pero que son para todos y yo no soy todos. Quiero un viaje a la playa, pero no a la playa donde todos van, quiero estabilidad, pero no la que implica no ver ni el atardecer, quiero carrera (pero si ya tengo una, pero no la ando presumiendo, aunque de tantas pausas nadie sabe de ella y todo se va para atrás porque además, al lugar al que vine a parar nadie te presta ni un lápiz si no sabe quién eres). Lo único que quiero es una casa propia y ahí es cuando llega la frustración, porque ya estamos en el umbral de febrero y ni siquiera hemos hecho lo que habíamos convenido hacer en diciembre, ¡en diciembre! Yo creo que haré esas agencias solas, sino eso tampoco va a avanzar, así como trámite del ISSSTE.
No me gusta hablar de mi futuro porque no se concreta, ni en uno, ni en dos, ni siquiera en cinco años. Lo que realmente quiero es construir una casa y habitarla antes de ser demasiado vieja, tener mi casa para nuestras actividades, nuestros gustos, nuestra familia, un lugar donde de verdad, nadie, NADIE nos moleste y no tengamos que vestirnos para ir al baño.
Pero en fin, lo único que venía a escribir es que me enfermé un poco y que finalmente hice la nada, LA NADA, y he podido ver series, películas, ¡he podido leer! Cosas que quiero, que me nace, cosas que hago para rellenar el tiempo, casi sin pensar en pendientes, obligándome a echar para adelante los trámites por hacer, los pagos, la maldita vida adulta. Esta semana en donde sólo me he cuidado a mí y un poco a las gatas. Esta semana merecida que seguirá así, hasta la última hora de este domingo, porque por supuesto que no iré a taller de teatro el sábado, donde seguirán ad nauseam con La Bella y La Bestia, porque he visto en las redes sociales que se promociona como taller de teatro musical y eso sí que yo no quiero, no me late, me cansa, me fastidia, hasta sueño que estoy harta. He pensado en renunciar, pero entonces, ¿cómo practico y perfecciono?
Y justo ahora, se ha ido la luz…
¿Por qué, en serio, a la gente le gusta disnei y el teatro musical? Tanto ruido, tantas luces y sonidos: estridencias que no te dejan la cabeza más que para ellas y no para las cosas buenas y mesuradas. Por eso es que no me gusta imaginarme en el futuro, mucho menos hablarlo, porque mi futuro imaginado –si acaso lo pudiese realmente elaborar en la mente– no es como el de los otros, con canciones sosas y luces y sueños de fantasía en donde al final el bien siempre triunfa, mientras que el mal es castigado. Eso no, eso siempre es muy aburrido. Mi película tiene suaves cabellitos, muy buena música bien estructurada y un argumento sólido como edificación antigua aún no descubierta por los saqueadores de tesoros (y los arqueólogos).

Yo


miércoles, 16 de septiembre de 2020

Una llamada de Feministlán / Las Heroicas

Mentiría si no me da miedo cada día que mi pareja en algún momento se le botara la canica y se convirtiera en aquel gran macho que todo mexicano tiene en su interior. En el Pater Familias sobre protector, en el hombre controlador de actos y de ideas, en el celoso patológico manipulador. Sí, diario tengo miedo por mí y deseo que no pase, que él siga siendo como se ha manifestado estos años, que siga congruente con sus ideales y jamás deje de poner en tela de juicio las acciones que le enseñaron que un hombre debe ser.
Lo conozco lo suficiente como para confiar en él, mi vida, mis pensamientos, la construcción de nuestro hogar y nuestro patrimonio. Le sé todo y él me sabe todo. No hay nada que ocultar, ni una mentira, ni un saber. Todo nos lo contamos, con la entera confianza de que es verdad, de que no nos hemos de juzgar, de que nuestros puntos de vista serán discutidos, pero jamás minimizado.
¿Qué les enseñan a los niños que deben hacer, que deben pensar y actuar? 
Ellos son los fuertes, nosotras las débiles, ellos deben resistir, nosotras flaquear, ellos deben de tener la mente dura y los músculos dispuestos para todo, nosotras debemos estar agradecidas por su escudo protector, físico e intelectual. Ellos accionan, nosotras nos sometemos a su acción.
Todos los días me pregunto si no uno de estos él tomará esas riendas de la vida, o si acaso no ya las está tomando y no me he dado cuenta, ciega por el amor incondicional que me profesa.
Luego recuerdo a otra persona, alguien que dice ser igual, alguien que dice apoyar la causa feminista, el aborto, la lucha contra la violencia, que decía ser un hombre que se cuestionaba y que ya no era el mismo de antes y…cómo después me desechó sin necesidad de la verdad, mirando sólo sus prejuicios y atacando mis supuestas acciones.
No diré que todos los días lo recuerdo, eso ya no pasa, pero de vez en cuando, y más en estos días, no por causa mía, sino por una tontería que él hizo y noté, pero hoy sí está en mi mente, porque gracias a él encajo, por desgracia, en aquél chocante dicho que reza: "El aliado de una es el agresor de otra." Dicho chocante que generaliza, y que por eso me desagrada. Y por él, porque se las sigue dando de aliado feminista y porque él y sólo él ha sido el único que ha puesto en tela de juicio mi sexualidad, es que caigo en la terrible generalización, penosa, desagradable. 
Él es una muestra de la desgracia, de que el machismo no se sacude con una toalla, que, por un lado se dicen liberados del machismo y por otro lado, lo siguen actuando. ¿Y ellas? Y las mujeres mayores no actúan de la misma manera?
En mi vida nueva en estos lares me di cuenta de muchas cosas, que la burbuja citadina nos protege, que no todas las mujeres crecen y se desarrollan igual, tanto por la zona urbana, como por la clase social, aprendí que muchas mujeres jóvenes crecieron más precipitadamente que yo y se dieron de frentazos con los machos horrendos de estas tierras. Les enseñaron a ser mujeres —cualquier cosa que eso signifique— y como tales las maltrataron muy, pero muy pequeñas, sin haberles dado la oportunidad de respirar un poco de madurez antes del golpe machista. También, por razones generacionales, ellas tuvieron los estereotipos de género dictados por el mercado, mucho más marcados. Así crecieron, sin ver otra posibilidad de vida, creyendo que ser niña era portarse bien y ser mujer era lo que escuchaban y veían en los medio. Y, como se vieron en la necesidad de crecer velozmente, no tuvieron la oportunidad de probar y reprobar lo que les habían enseñado del cómo ser mujer.
Llegué, las conocí y aprendí de ellas. Les llevo ya varios años, muchas de ellas estaban naciendo cuando yo estaba iniciando la carrera, prácticamente ninguna gozó de ver el contraste del siglo XX, de lo sórdido de un muro divisorio a la esperanza de un mundo unido en la paz y la libertad, misma que se desapareció un 11 de septiembre, evento en el cual no ahondaré.
Las conocí y supe que ellas eran sabias, que su fuerza no estaba dirigida por un berrinche, sino por el hambre verdadera de justicia. Supe que sabían lo que hacían, que leían, se informaban, que no todo lo hacían con víscera (no tanto). Supe sus historias, que todas habían llegado a ese punto del feminismo por sus historias de maltrato. ¿Cómo era posible que chicas de menos de 22 años ya tuvieran una historia de violencia física, un procedimiento legal contra alguien, la necesidad de atenderse en un psiquiátrico?
Algo definitivamente se está haciendo mal cuando mujeres tan jóvenes tienen que dar su tiempo de vida en lo que se supone que debía estar solucionado desde hace años.
Y lo que más me enoja, además del sistema que desprotege a las mujeres que apenas están llegando a serlo, son las mujeres mayores; todas aquellas que se ciñen a los preceptos de su edad, de las enseñanzas de su infancia, de su juventud; todas ellas que no ponen en tela de juicio nada y piensan que las más jóvenes son simplemente tontas, por jóvenes, que son inexpertas y, por lo mismo, incapaces de formarse juicios, de organizarse para algo bueno, que todo lo hacen por berrinche, porque ellas no saben. 
Me enoja que esas mujeres mayores crean que las jóvenes son débiles porque se quejan, porque no aguantaron en silencio lo que ellas pasaron, no importando que, tanto las chicas, como las mayores, todas, hemos vivido experiencias similares, porque hemos sido criadas en México, en Latinoamérica machista y misógina. 
Me enoja que esas mujeres mayores quieran medir a las jóvenes con la misma vara con la que fueron medidas, que no se acerquen a ellas, que no dialoguen con ellas y que crean que sus años son la verdad única. Me enoja que las mujeres no deseen desempolvarse el supuesto respeto a sus canas y vean que el problema es de todas, no sólo de ellas y que sólo ellas tienen la solución.
Me enoja la mentira, la mentira de él, las mentiras de las que se creen la Verdad. Me enoja que todo lo quieran ensuciar con lucha política y de fuerzas, que siempre gane el prejuicio sobre la justicia.



jueves, 23 de abril de 2020

El encumbrado encierro.

Desde el encumbrado encierro, la superioridad moral, mi posición por sobre todos aquellos que no quieren entender cuán importante es acatar las normas dictadas por la autoridad, no someto a discusión nada y dejo que ella haga de mí lo que le plazca, porque es por nuestro bien, porque el toque de queda está bien, porque la vida y el libre tránsito es un error cuando nuestra vida peligra.
Ellos, ellos son los que están mal; yo estoy muy bien. Yo obedezco, yo no salgo, yo me mantengo lejos de todos (distanciamiento social, le llaman), permanezco en silencio, pero vomito en redes sociales mis malestares y cómo es que repruebo el actuar de la gente, aquella gente que sale inconscientemente, no me importa que sea para trabajar, no me importa que hayan salido por insumos, no, ellos deben verse asustados y tensos, tal como yo estoy cuando permanezco en casa; tal como yo estoy cuando salgo (ya qué) a la calle a hacer algo impostergable, algo sumamente necesario.
Sí, todos deben salir con horror de la calle, con terror de la gente, con estrés, angustia, pena, ansiedad por todo, con asco. 
¿Por qué la gente no lo hace? ¿Por qué la gente cuando sale va por la vida de forma pausada y hasta sonríe?
Seguro hasta tienen sexo, seguro no se lavan las manos cada media hora, como dicta la autoridad, seguro no riegan sus ropas con alcohol al llegar y se meten a bañar de inmediato mientras prenden la lavadora para lavar la muda del día. ¡Seguro hasta saludan a sus familiares al llegar a casa, y cocinan con ellos, y comen con ellos en vez de pedir comida de algún local!
Yo no entiendo a la gente…
Desde el encumbrado encierro, con mi oficina en casa, o mis clases en linea, o con el dinero ahorrado, repruebo tajantemente el actuar de los otros mortales, así, sin importarme su contexto, sin voltear a ver cualquier problemática que no sea la mía. Todos deberíamos permanecer asépticos, envueltos en batas, mascarillas y lentes, todo desechable, todo listo para que el señor anónimo de la basura se lo lleve, sin que me importe nada, porque ya no será mi problema, porque, aunque mi producción de basura sea mucho mayor, no me importa, el fin justifica los medios.
Miro con escándalo la forma de caminar, de actuar, de ser de los que andan en la calle; lo miro porque no hacen como yo, porque ellos serán los culpables de que yo y sólo yo enferme. No están pensando en mi esfuerzo; no están pensando en mi sensatez…¡Son unos puercos!

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Desde el personal encierro detesto a todos aquellos que viven en la queja, el terror y la ansiedad, que no reprueban las acciones inconscientes porque atenten en contra de la comunidad, sino porque atentan en contra de su máximo esfuerzo de aislamiento. Y no es que los mire con bien, no es que no tenga algo de muina al ver cómo algunos faltos de razón se saltan las normas y se entregan a las aglomeraciones y a la suciedad.
La forma más sana de llevar la cuarentena es guardando el ánimo y construyendo imaginaciones del futuro, no señalando con el dedo, de la manera más fácil y trivial, a todo aquél que se le considere malo e irresponsable.



martes, 11 de febrero de 2020

Inhumanos mexicanos.


Desde la férula inmovilizadora, me atrevo a escribir al respecto de Ingrid E., la mujer asesinada y desollada por su pareja.
Desde este desesperanzado corazón casi no escribo sobre el caso de horror humano que estamos presenciando en este país piñata llamado México.
¿Qué puede pasar por la mente de una persona al matar a su parea?
Nada, no pasa nada. Simplemente se nubla la razón, (¿alguna vez la hubo?). Siguiendo la narración del feminicida, pelearon, la cosa se puso violenta, ella lo agredió y él le dio el chuchillo y dijo: "Mátame, hazlo." ¿Qué hizo ella? Apenas lo hirió. ¿Por qué él no se detuvo?
Quizás ella tomó el cuchillo y vio la oportunidad para defenderse, (casi podría asegurarlo) porque una mujer al verse acorralada recurre también a la violencia, por miedo, por terror…Terror. Pero al final no le hizo gran cosa. ¿Por qué? La vida violenta, no sólo una relación violenta, sino la vida entera, despertar, desayunar, regresar a casa, dormir, todo envuelto en celos y falta de amor, con falta de lugar seguro, aislada, empequeñecida al grado de ser incapaz de ver la puerta abierta, la puerta de la libertad. Así es el sentir de quien está bajo el yugo de una relación codependiente, violenta, aterradora. Tal vez por eso.
Él, en su calidad de superior no pensó, no, no lo pensó y la mató con el mismo cuchillo que momentos antes le había ofrecido para que ella lo matara. Ella, con su falta de fuerzas (físicas, mentales, emocionales) no pudo contra el embate del que se supone la amaba. Él, sin pensar, sin razón, terminó con su vida, lo hizo porque podía, porque nadie se lo impedía, porque creía que era suya. No, ella no era nada, sólo una molestia, ruido de fondo en su vida. Se la quitó de en medio, hizo todo lo posible por deshacerse de ella, como un desecho, como un animal atropellado en la carretera, un bicho muerto.
Lo estoy asumiendo todo.
No la amaba.
Lo que hizo con su cuerpo después simplemente no tiene nombre.

Lo que vino después fue realmente escalofriante.
Tras dar a conocer la noticia en redes sociales, circuló la foto explícita de un cuerpo descarnado, así, sin pudor ni respeto; se hizo explícita la manera en la que se trató el cuerpo de Ingrid. La gente no dejaba de compartir dicha imagen y descripción, de uno y otros lados, con cualquier tipo de justificación: Desde que para que no digan que las feministas exageran, hasta la vulgar nota roja. Después vinieron los comentarios a la grotesca publicación… ¿Se creerá que la mayor reacción fue de indignación ante tal inhumano crimen? N, si no la mayor, sí la más notoria fue la revictimización y la burla.
Un montón de seres machistas, tanto masculinos, como femeninos, no tardaron en expresar su odio: "Algo hizo", "Para qué anda con una persona tan horrible y vieja, ella tan joven, naturalmente despertaba celos.", "Para qué se queda en esa relación, todo por tener un sugar daddy.", "Pero seguro algo quería de él, por eso no se iba." "Ya ven, por qué no se valoran y están con ese simio."
Al poner estos comentario, parafraseados todos, me doy aún más cuenta de lo que tienen en la cabeza la cobarde mayoría de los mexicanitos. Comentarios estúpidos que sólo escriben desde el anonimato de las redes sociales, que no se atreverían a expresar en vivo ante un foro más grande, pero que sí expresan en la intimidad de hogar, porque así verdaderamente piensan, porque así fueron criados. ¿En qué cabeza funcional cabe el burlarse de un asesinato tan atroz?
Este país es una ruina por ellos, por todos nosotros, por nuestra educación y las ínfulas de querer ser más, de creerse moralmente superior al otro, siempre y en todo momento, de la moral católica mal plantada y ejecutada, de la nula responsabilidad por nuestros actos.
¿Cómo los mexicanitos no son capaces de ver más allá de sus narices y ver que la misma problemática de Ingrid en casa es la misma que tienen en su hogar? ¿No ven los masculinos que en realidad, por su falta de educación emocional y su cultura machista, son tan capaces de actuar como el mismo homicida? ¿No ven las femeninas que, por su falta de educación y atención, por vivir la desigualdad, por no analizar su situación, es posible que sean víctimas terribles como la de este caso?
¿No ven que están replicando con sus prejuicios la violencia sangrienta que aún está circulando en las fotografías (porque apenas hace unos minutos volví a ver otra horrible publicación)?

Somos un país enfermo, un país sin remedio, un país sin comunidad, cuyos miembros pequeñitos, insignificantes, ven sólo por su bien individual. Por falta de empatía, quizá no merecemos nada de compasión ni respeto.


Ingrid E.

jueves, 19 de septiembre de 2019

19.9.19

A pesar de no querer pensar en ello, de no querer expresar nada, de querer olvidar la ansiedad y el terror que sentí esa tarde del 19 de septiembre de 2017, ese estupor, esa incredulidad, porque, ¿en serio en 19 de septiembre? ¡No puede ser! Y sí fue. A pesar de quererme evadir y ver la televisión y poner las efemérides del día, que no encontré muchas, nuevamente caí en el tema del aniversario.
El aniversario número dos del 19s y número treinta y cuatro del terremoto del 85. Ambos nombrados diferente, ambos tan distintos y tan iguales.
Tan distintos porque, egoístamente, uno no me pegó y el otro sí. Tan distintos por su epicentro, su profundidad, sus afectaciones. Tan iguales por la gente que salió a ayudar, la solidaridad, la resiliencia, la camaradería. Tan iguales por el desastre y la destrucción. Tan iguales.
Muy a pesar mío escribo sobre esa terrible fecha, no porque haya perdido algo materia, no porque haya perdido algo de tranquilidad, no porque los cercanos a mí hayan padecido en demasía las consecuencias, no. 
Escribo por el impacto mediático, por la idea con la que todos, aparentemente todos, se han quedado del 19s: El heroísmo.
¿En serio?
Es decir, sí, se agradece a todos los que salieron de sus casas y ayudaron como pudieron a los que quedaron sin casa, o atrapados, o sin abrigo. Se agradece infinitamente, pero con las expresiones con las que me he encontrado este día de: "Bravo a los héroes", "México unido" y demás cosas y con tal avalancha de dichos pro heroísmo mexicano, me deja pensando en las motivaciones reales para ayudar. 
¿Ayudar porque se necesitaba sin más? o ir a ser los héroes de la película. No, tampoco lo escribo desde el sillón de la envidia, yo misma salí a ayudar, pero ya y punto. Salimos porque pudimos, porque queríamos y porque teníamos que hacerlo, no salimos para ensalzar posteriormente nuestros logros, ni que alguien más los ensalzase.
Si la motivación no fue la de el ser héroes entonces, ¿cómo es que los nombrados héroes permiten que ese discurso siga y tape las verdaderas consecuencias y daños del sismo del 19s y del mismo terremoto del 85?
¿En serio la gente que enarbola la gratitud al héroe anónimo no quiere darse cuenta de la manipulación de este discurso?
¿No están viendo que se pretende ocultar los daños, los derrumbes, la corrupción de lo DRO, el hecho de que se siguieron construyendo grandes edificaciones en suelos donde no eran adecuadas, el hecho de que donde se tumbaron edificios dañados ahora hay nuevos  aún más altos, el hecho de que muchas personas que se quedaron sin casa, siguen sin estarlo?
¿No se están dando cuenta de que la proclama de gratitud al héroe anónimo se está utilizando para que el grueso de los mexicanos eviten pensar, saber, investigar, mirar a simple vista, los grandes problemas sin solucionar del Gobierno Mexicano, si es que lo hay? ¿De verdad no quieren ver que, si hubo héroes fue porque nunca hubo un régimen que amparara a sus ciudadanos antes y después de la desgracia?
Tantos agradecimientos en las redes sociales y en los medios masivos de comunicación no me dejan más que la desazón de ver cómo la gente se deja cegar por el placebo de la unidad de los mexicanos y cierran los ojos fácilmente ante la gran ausencia que hay en este país piñata: El Estado.

Nota: Me costó mucho trabajo redactar esto. Me disculpo de antemano. Es el total coraje que hay en mí ante el evidente sopor de la sociedad.

sábado, 17 de agosto de 2019

Poblanos, esos horribles machos.


No iba a escribir nada sobre las protestas feministas de estos últimos días, ni sobre las violaciones que no tienen ni reparación, ni justicia, (ya ni hablar de cómo los médicos de Morelos aún se congratulan de tener la objeción de consciencia para negarse a practicar un aborto en caso de violación). No, no iba a tocar el tema, porque me rebasa, porque va más allá de mis agallas y de mi coraje, porque entiendo la ira e impotencia que las mujeres cargan día con día, en mayor o menor medida, porque sí, no hay mujer que haya sido libre de violencia de género, o violencia machista, como quiera llamársele. No hay mujer que no cuente alguna anécdota de cómo de niña el tío la quiso jalar por allí, de cómo cuando estaba sentada en el transporte público con sus shorts un hombre le tocaba las piernas, justo al lado de la madre, de cómo, al caminar por la calle, pasó un señor y le dio una nalgada, cosas así, por decir, así sin nombres.
Y sí, en cada una está también el detenerlo, en decirle al personaje masculino: "Detente", pero en lo que agarramos valor, en lo que logramos reaccionar, en lo que nos aseguramos que es acoso o toqueteo y no el simple vaivén del camión, se nos va la oportunidad de encarar y darle tremendo tortazo. (Aunque, justo por los acontecimientos recientes, no habrá el que diga que ese tortazo es violencia contra el hombre, que la mujer también maltrata, viola, mata —no importando que lo haga en defensa propia, eso qué—. ¡¿Alguien quiere pensar en los hombres!??)
Pero bueno, no iba a escribir nada sobre los últimos acontecimientos en este país piñata sobre las violaciones de policías a una menor, ahora desacreditada por las autoridades, contra las radfem (feministas radicales, por si no saben que es), que maltrataron el mobiliario urbano y el hermoso monumento a la independencia. (Así con minúsculas) (Pobre Niké, pero bueno, ella entendería totalmente).
Entonces, ¿qué me hizo querer escribir sobre el tema? Por supuesto que una razón personal, porque soy un ser egoísta y todo lo veo sólo y únicamente a través de mi estrecha visión y, cuando algo me pega, agrede o molesta, entonces ya es mi problema. (Mentira que me haya indignado por las violaciones y omisiones de las autoridades, yo gozo de mi posición y lo demás ni me viene ni me va…sarcasmo, por si no saben leerlo).
¿Cómo me afectó esto?
Desperté y vi un montón de publicaciones de hombres diciendo que ¡Cómo era posible que las mujeres (tan fragantes y delicadas, eso querían decir) se hubieran atrevido a atentar contra los símbolos patrios! ¡Cómo era posible que hayan vandalizado de esa manera la estación del metrobús, eso no es de damas! (eso también lo dejaban leer). ¡Qué esa no era manera de manifestarse, que hay formas! (han de ser de usos y costumbres de su pueblo natal) ¡Que esa no era manera de exigir respeto, que hay que respetar! (Lo que me acaba de recordar un dicho que mi tía me dijo sobre el honor, que no es quien lo merece, sino quien lo da…Habría que profundizar, pero este no es el momento). ¡Que…demás cosas!!!
En resumen, que las radfem (feministas radicales, para quien no sepa, ya sé que lo escribí, pero luego no saben leer, si quieren saber más, pueden hacer uso de su buscador, ahí está mucha más información, este blog no es para instruir) son vándalas, violentas, masculinas, delincuentes, y que todas, toditas las que fueron a la marcha (a la cual no pude ir) son así, para acabar pronto.
Y toda esta letanía de lo que leí de los machines (en texto y subtexto) se me hubiera resbalado del todo, si no lo hubiera leído de cierto poblano familiar mío (lo siento, no soy perfecta, tengo familiares de Puebla).
Ese pariente mío tenía una visión del mundo parecida a la mía, hasta que algo, que desconozco, pasó y se convirtió en un señor poblano más en este país piñata de este mundo matraca y este pariente poblano tiene un detalle oscuro que alguien, también pariente, me confesó alguna vez; y hasta hoy día lo recordé, lo relacioné y me indigné.
¿Con qué cara este macho manoseador se atreve a juzgar a las que salieron a manifestarse y lo hicieron como saben y/o quisieron hacer? ¿Con qué cara las descalifica y dice que le duele ver la destrucción de una ciudad que, por cierto, no es la suya, cuando lo que realmente importa y detonó dicha destrucción fue la rabia ante las violencias sexuales de todas, y que él mismo ha perpretado? ¿Ya no se acuerda, olvidó convenientemente, lo que le hizo a esa parienta en común, junto a otros iguales?
No puedo decir más sobre el tema, no me corresponde, le corresponde a ella, así como me toca a mí guardar su nombre, pero yo le creo, le creo porque es una mujer, le creo porque este pariente es poblano, porque sé, por oídas y vistas, cómo se comportan los machos poblanos, porque mi padre es de allí y he oído horrores de su propia voz, porque he visto cómo los viejillos miran a las muchachas en ese Estado, porque he oído cómo se expresan de las mujeres allá, porque me sé las historias truculentas que se guardan en esas casas…
¿No tiene memoria el macho?
Claro que la tiene.
Lo que no tiene es vergüenza, lo que no tiene es dignidad, lo que no tiene es empatía, lo que no tiene es humanidad. Ese macho no merece respeto: No es quien da el honor, sino el que lo merece.
Es lo que diré al respecto esta ocasión.

lunes, 1 de julio de 2019

Día uno punto tres.

No mucho qué decir, no mucho qué pensar.
Saliste a comprar ropa interior, porque estás harta de tanto brassier y quieres algo cómodo y acorde con tus necesidades, porque no te gusta ceñir tus senos, porque eso sólo te molesta la espalda.
Encontraste ropa bonita y acorde con tus necesidades.
Encontraste dulces.
Encontraste mermeladas y pastas.
Fuiste víctima de las campañas publicitarias.
Como muchos lo son.
Después te pones a discutir y te quedas pensando y sí, quizá sí, siempre fuiste así de radical, sólo que antes no lo expresabas de manera tan tajante, o tal vez sí, ya no lo sabes, pero te exaspera el ver que la gente no ve lo evidente, que al utilizar tal o cual concepto se está jugando del lado equivocado de la cancha, porque sí, estás convencida de que el lado equivocado de la cancha es todo aquél relacionado con lo que ha manado de la cúpula de la iglesia católica y de la cúpula de las derechas, que conste que dices la cúpula, no la variedad que hay abajo, la cual, por fortuna, es variopinta y razona mejor, sin absolutos, aunque tú a veces seas algo absoluta, como el hecho de ser absolutamente divina para tu amor.
Regresas a tu pensamiento. ¿Por qué se te crispan los pelos cada que alguien mienta la ideología de género?
Una ideología es el "1. f. Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una personacolectividad o épocade un movimiento culturalreligioso o políticoetc." Una llamada ideología de género es utilizada para distinguir y denostar, para marcar lo diferente y resaltar su anormalidad con respecto a la supuesta normalidad de quienes utilizan ese término. Sí, una ideología es el conjunto de ideas, pero una ideología de género es utilizar ese conjunto de ideas para actuar en contra de la diversidad humana, para imponer su propia mentalidad retrógrada utilizando el argumento de la imposición en contra de su voluntad.
Aquí es donde te exaspera y da risa a la vez. Aquí es donde estás viendo justo lo que te choca de los católicos, de aquellos que dicen sufrir y ser perseguidos y maltratados por serlo, cuando en realidad eso no ha pasado, cuando en realidad su grupo ha sido el que más daño físico y moral ha hecho en la mentalidad de este país piñata.
Mucho que pensar y poco que escribir, por el momento, porque te falta la razón este día para armar argumentos suficientemente sólidos para rebatir a las gentes.
Te dispones a vestirte e ir por el pan con el muchacho de Calderón.

jueves, 21 de febrero de 2019

Escapada hacia la ciudad.

Hemos ido a la gran ciudad, sí, a la Ciudad de México. Hemos ido con un objetivo específico, como siempre pasa, porque no vamos de oquis. Hemos ido al museo a ver la exposición de Saturnino Herrán y otros Modernistas en el MUNAL. Nos ha encantado.
Hemos comido comida japonesa, porque acá en Cuautla nomás no hallamos variedad gastronómica que satisfaga nuestro sibarita paladar. Me he quedado en la casa de mi madre, he dormido en mi vieja cama, he charlado sobre tema varios, he desayunado allá y después fui a un examen profesional.
No recuerdo —como casi siempre que escribo aquí con una intención— el porqué de querer escribir ahora. No creo que sea exactamente para contar las anécdotas varias sobre la capital, sobre el clima del que, por alguna extraña razón, todos se quejan, ¡si está rico, hay viento que refresca y hay sol!
Pinches chilangos, y sí, siempre lo he dicho, desde niña, no aguantan ni tantito calor, no saben lo que es el incendiarte con la PINCHE CALOR.

Fui a la casa de mi madre y de bajada he visto un operativo quesque anti talamontes, "ya pa'qué", pensé, después de que vi cómo el cerro del Ajusco está ya casi por la mitad sin árboles; y no creo que sea por el clima, porque sí llovió en esta temporada invernal y no está haciendo exactamente calor de sequía. Pobre cerro, pobre sierra del Chichinautzin, lo mejor sería que todos los habitantes humanos de esa zona ¡desaparecieran! No que se mudaran, no, que ya no existieran. Se están comiendo el bosque con su avaricia estúpida, ¿saben para qué talan los árboles? No, esos árboles no dan madera fina, ni pisos bellos, ni tablones interesantes, no, esa madera no se puede utilizar mucho más que para polines, sí, los ahora tan populares polines, gracias al temblor del 19 de septiembre de 2017. ¡Polines! Palotes de madera que sostienen edificaciones en construcción o por caerse. ¿En serio por eso están matando un bosque?? 
Al subir a ese pueblo, tras quince minutos de estanco en la pequeña y única calle principal, también recordé por qué salí de allí. Sí, ese lugar es insoportable, no sólo por el clima, sino por toda la falta de generosidad de esas gentes. Si no caben los autos, ¿por qué estacionarlos para que quepan menos?
No, tampoco abrí esto para escribir de las neurosis pasadas.

De casa de mi madre traje libros, muchos libros, libros para leer, porque noté que me hace falta leer, saber, absorber, crecer más. Me gusta la tranquilidad de la lectura, la capacidad de la mente de enfocarse en algo y quitar la paja y las tonterías de la cotidianidad. 
Falta leer y reposar lo leído.
Falta escribir ficción.
Falta hablar de lo leído.
Y de regreso me puse en el celular —porque la mandarina apagó el camión— a leer un texto feminista que comenzó a inquietarme. El libro comienza planteando la incomodidad de las mujeres que se supone lo tienen todo: Una familia, pareja, hijos, casa, carrera, pero que aún les falta ese no sé qué de no saber quiénes son. Sí, algo así he visto por allí y por allá. Ya sabré qué mas dice, porque me tuve que bajar del autobús.
Ojalá ese texto me dé una solución a los ruidos de mi cabeza. Ojalá.

También hemos ido a la titulación de un buen amigo. Iba a poner que fue divertido, pero no fue exactamente eso. Pensar que cupo la posibilidad de no ir, pero no, si no íbamos, nos arrepentiríamos. La amistad es algo serio e importante, casi tanto como el amor en pareja.

¿Y la gran ciudad?
Por un momento sentí nostalgia en ella. Después, al transitar por Tlalpan y ver cómo se estaban chingando (no hay otra forma de escribirlo) unas edificaciones pequeñas y podría decirse que hasta históricas para, asumo, construir de esos edificios gigantescos, sobrevaluados y pretensiosos encima de un suelo que —ya se vio— no es el apto para esas construcciones. No aprenden, ¿verdad? Puede más la ambición que el sentido común y de conservación.
Por esas cosas nos fuimos de la que fuera nuestra ciudad natal, por esas y otras tantas.
Seguiremos yendo a visitar, ya sea por trabajo, ya sea para ver las exposiciones que nos faltan, pero echar raíces allí, lo dudo, ¡ni cómo! Cada vez es más cara, la gente es más egoísta y nosotros simplemente queremos calor.

Cerro del Ajusco desde la Unidad de Posgrado. UNAM.

martes, 19 de febrero de 2019

Las cosas bonitas.

¿Qué son las cosas bonitas?
Las extraño.
Extraño las cosas bonitas que miraba en la calle.
Extraño los días despreocupados en la acera.
Extraño los detalles de las banquetas, los muros, las casas, las historias que se guardan.
Las extraño.
Extraño las caminatas sabatinas y los chistes; el buen humor y las risas. Extraño la superficialidad de la vida, la total falta de seriedad y los días, y las noches.
¿Qué son las cosas bonitas?
Viendo en otro sitio veo que las personas no cambian del todo, aunque digan que se han superado, que la valentía las ha llevado adelante y están, ¿solas? No lo sé. No quiero investigar.
Hablando con el pasado veo cómo, en efecto, la gente no cambia, no para bien, no para mal, simplemente permanece igual, quizás actuando un poco distinto, opinando de manera más informada, cauta, recatada, pero casi siempre con el mismo punto de vista que tenían hace diez años. ¿En qué año estamos ya?
Sí, digamos que extraño la simpleza de las cosas, la tonta certeza de la comida caliente al regresar a casa, la falta de pendientes que se deben hacer para sobrevivir el día a día.
Las cosas bonitas como un perfumito, un jabón sabroso, un vestidito de rebaja, una crema de niña, aretes divertidos, anillos antiguos, rescatar algunos libros. ¿Son las cosas bonitas algo tontas?

¿Venimos al mundo a embellecer el entorno y a cuidar a los otros?
Hablando de política de este país piñata. ¿De verdad no les escandaliza que un grupo de mujeres que se dicen ser feministas se nombren madres de la patria? ¿Madres? ¿En serio?
1. No todas la mujeres son madres. No todas quieren. No todas deben. La maternidad es cosa seria
2. ¿De la patria? La patria ya es una figura en sí, no necesita una madre. Ya es una Patria.
 Dicen que las mujeres están para embellecer el entorno y cuidar del otro. ¿En serio?
3. Las mujeres vienen a este mundo matraca a ser personas y vivir como otras tantas, luchar, respirar, ser, hacer, no a adornar. No somos flores, jarrones, cuadros. Con perdón de las flores, que tampoco vienen a adornar, sino a cumplir su función en la vida de las plantas. Son seres vivos.
4. Estos últimos años se ha estado pugnando porque las mujeres no sean las cuidadoras natas. No. Las mujeres, como personas, tenemos el derecho a decidir si vivimos o si no vivimos y nos la pasamos cuidando; es decir, ¿cuántas mujeres no se quiebran por tener que cumplir con sus obligaciones profesionales a la vez de andar de cuidadoras de todos en la casa? No. En serio, no tenemos que andar cuidando gente, también tenemos que ver por nosotras, corrijo, primero tenemos que ver por nosotras. Ya luego los otros. Aunque suene egoísta, lo siento, no me importa.
Ya estuvo de mujeres fundidas por tener que abarcarlo todo. Que los demás también vean por ellos.
He terminado, por el momento, con este paréntesis político.

Tal vez no sólo la superficialidad sea lo que extraño, sino también la furia encausada, la lucha congruente, el feminismo sin ánimos de culpar a todos, ver que sí, se debe ser de armas tomar y hacer por sí mismo, ser responsable y no estar en la estupidez absoluta de que el otro es más que el otro, sino el enemigo porque no se es como uno piensa que se debe de ser.

¿Dónde están las cosas bonitas ahora?



martes, 29 de enero de 2019

Terrorcito

Habría que hacer un análisis muy amplio sobre la masculinidad, sobre la cosificación de la mujer, sobre el miedo del macho hacia la mujer (o hembra, por qué no), sobre su actuar sumamente violento en estos últimos años en este país piñata llamado México.
Leí por ahí una teoría interesante de por qué la ausencia del padre en la crianza del hijo, sea varón o mujer, afecta la masculidad y la transforma en no otra cosa que un macho violento, que rechaza a la madre cuidadora, que lucha eternamente contra el padre, que desea ser más que él y, en consecuencia, se hipermasculiniza hasta el punto de ser el violento, ajeno a todo lo femenino, misógino, incapaz de manejar sus emociones. 
Sí, lo estoy manejando de manera simplista tal vez, es un resumen vago que viene del fondo de mi cabeza, como resultado de una discusión grata sobre el tema y sí, quedamos de acuerdo en que el padre debería estar más cerca de sus hijos desde la salida del vientre, oh clemente, que debería estar presente para lograr conectar sus emociones con el crío y no sólo esperar largos años hasta que se le pueda enseñar algo útil. Debería, sí.
Pero en este país piñata llamado México eso es casi imposible. Primero por la crianza machista que todos, la que imposibilita que el padre se acerque a un bebé, ya sea por prohibición de las mujeres de la familia, como por su total miedo a romperlo, o porque simplemente, el padre no está.
La figura del padre en este país no existe. Eso lo sabemos. El padre sólo representa o algo vago, lejano, algo duro, alguien que da dinero, alguien que viene por las noches y los fines de semana se la pasa durmiendo o haciendo cosas de "El hombre".
Tampoco me voy a meter en psicología, porque no es mi fuerte, porque, si se quiere leer sobre ello hay un sinfín de textos que hablan mejor que yo sobre la figura del padre.
Suponiendo que el padre no está en este territorio por todas las razones sociopolíticas posibles, ¿cómo se salvarán los habitantes del país piñata?
Nunca habrá padre presente. Nunca habrá contacto con las emociones. Prevalecerán los machos misóginos incapaces de ver al otro —el otro que no debiera ser el otro, sino el igual, el que casualmente, y no, es una mujer— y tener consideración por él.
Estamos condenados.
Y dentro de esta condena queda la ola de desapariciones, feminicidios y nuevos secuestros a mujeres en la capital del país. ¿Y qué pasa? ¿De verdad por qué no hay fuerza policiaca que haga algo? ¿Es tan difícil abrir una investigación y dar con las redes de crimen organizado que seguramente están tras todas esas atrocidades en contra de mujeres y niñas?
Sin quererlo, y queriéndolo, lo he nombrado Terrorismo de Estado, (aunque algunas damas ya me han dicho que he sobre dimensionado el asunto y por eso he optado por cortar con ellas). ¿Por qué decirle así a la falta de interés de las autoridades en hacer una investigación ante la obviedad de la situación? Es decir, si se sabe que hay redes de droga que no sólo comercian con droga, sino con órganos, niños, mujeres, hombres, todo lo que se pueda vender en el mercado negro, ¿por qué no actuar?
Justo por eso. No se ha hecho verdaderamente con el problema de la droga, mucho menos con nimiedades como la desaparición forzada y a plena vista de muchas, muchas mujeres y niñas, al fin que son más de la mitad de la población, que son grupo vulnerable (vulnerado, diría yo), que son histéricas, argüenderas, mentirosas, traicioneras, que deberían quedarse en su casa a hacer labores del hogar y no salir a la calle a simplemente pasear, o ir al cyber a hacer una tarea. Porque el "ellas se lo buscaron" significa: "Ellas están afuera y podemos tomarlas para nuestros fines."
Pero no, así no piensan las autoridades, así piensan los delincuentes, mismos que, yo supongo, le dan algo a los que deberían vigilar para que no hagan nada, para que asientan cuando les diga un hombre que esa mujer está histérica y mal de su cabeza. El gobierno no piensa que las mujeres sean El Otro, la otra, la incomprensible, la dócil, la que no debería hacer ruido.
¿Y cuando ella hace ruido? Fácil, se le calla, hasta se le desaparece.
¿Y si hay muchas que hacen ruido? Fácil, se les inyecta miedo, temor, terror. Porque, según estoy leyendo, el Terrorismo de Estado es  
«…una forma del ejercicio del poder estatal cuya regla de conocimiento permite y/o impone, con miras a crear el temor generalizado, la aplicación clandestina, impredecible y difusa, también personas manifiestamente inocentes, de medidas coactivas prohibidas por el ordenamiento jurídico proclamado, obstaculiza o anula la actividad judicial y convierte al gobierno enagente activo de la lucha por el poder»1
¿Qué es esto? Según entiendo, en mi poca cabeza, que el Estado ejecuta el terror de manera clandestina (puede ser mediante delincuencia organizada), para el ordenamiento de los inconformes. Este terror puede darse no sólo mediante la fuerza policiaca sobre el ciudadano, sino con la falta de autoridad sobre quienes lo están amedrentando y quitando no sólo su tranquilidad, sino hasta su vida. 
¿No está pasando justo esto en la sociedad del país piñata llamado México?
O acaso estoy alucinando, me estoy yendo por caminos errados, por imaginerías mías. ¿No acaso el Estado es falto de acción ante el terror perpretado por —asumo, supongo— grupos de delincuencia organizada contra mujeres, no es omiso?
¿Y le convendrá?
Claro que sí.


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1GARZÓN VALDÉS, Ernesto, Filosofía Política,
Derecho, Colección Honoris Causa, Universidad
de Valencia, 2001, p.147.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Desesperanzada y harta.

Despierto tras un sueño largo y pesado, tras haber soñado por segunda vez con aquella persona que me jodió hace un año. Exactamente hace un año, o casi, pero sí, digamos que hace un año yo estaba en la locura enamorada y se me rompió el corazón de la manera más vil e injusta.
Un año y estoy acá, en Cuautla, dándole a los proyectos, viendo cómo las cosas avanzan como una masa lenta, que no ahoga, pero que sí desespera, y no un poco, sino bastante.
¿Qué más hacer?
Es cierto que el que espera desespera, y desespera más que, al despertar, tras un sueño extraño, incómodo y bello a la vez, veas noticias espantosas en la red.
¿Qué tiene que ver mi vida, en este momento, con los horrores que se dan a conocer por las redes sociales?
Todo y nada. Todo y nada porque soy mujer y soy parte de un grupo vulnerable en este país piñata, en este mundo matraca. Todo. Y nada, porque estoy hecha una furia y hago las cosas según mejor pienso y me place y porque sé que en la lucha también está el "Adaptarse o morir".
¿Por que digo todo esto?
¿Por qué no dejarlos morir solos? ¿Por qué, si los hombres son los impartidores de injusticias, no se les abandona a su suerte? ¿Qué harían un montón de hombres solos en casa sin ninguna mujer cerca? ¿Qué harían un montón de hombres solos en una oficina, sin una mujer cerca? ¿Qué harían un montón de hombres solos en una Entidad Federativa, sin una mujer cerca? ¿A quién tendrían para impartir su misoginia? ¿Con quién delegarían los trabajos mínimos del hogar, de la oficina, del orden, de la agenda de la semana? ¿Con quién conversarían por las noches y sacarían sus miedos más profundos? ¿Quién les lavaría, plancharía, cocinaría, limpiaría?
Sí. Ellos, en algún momento, tendrían que hacerse cargo de ellos mismos.
Sí. Hay varios hombres en este país piñata que se hacen cargo de ellos mismos, que son ordenados, limpios, organizados, que saben lavar, planchar, cocinar, fregar, pero no son el grueso, lamentablemente, no. Hay muchos hombres aún que se creen que debe haber una mujer cerca para hacer las nimiedades del hogar y la oficina, muchos y de todas las clases sociales. No sé. Me han dicho que no debo generalizar, pero ¡cómo no hacerlo si lo sigo viendo, si lo atestiguo!!
Me he cansado de la nimiedades de hogar; me he cansado de ver cómo las mujeres pelean infructuosamente (yo incluida) con hombres que se creen los dueños del entorno y más allá; me he cansado de ver cómo las mujeres aleccionan a otras mujeres sobre cómo deben ser mujeres, cómo deben ser femeninas, cómo no deben ser no femeninas, cómo deben ser activas, cómo deben ser no pasivas, cómo deben ser feministas; me he cansado de ver los horrores que sufren las mujeres por el hecho de ser mujer; me he cansado de ver cómo, aunque estén unidas, no resulta en gran cosa, de que, por mucho que se pida justicia, no la hay… ¿Y si mejor TODAS desaparecemos? Y si se nos trata mal en el trabajo, en la escuela, dentro de un gobierno, ¿por qué no nos vamos de allí y lo dejamos solos?
Adaptarse o morir, sí. Hace no mucho oí que las mujeres ya hicimos mucho para entender, para cambiar, para ser y entender al otro, pero que los hombres han hecho poco de esto, que las adaptaciones les han venido guangas, que es hora de que ellos hagan el esfuerzo también y pues, ¿por qué no lo dejamos solos a que hagan todo, toditito el trabajo? 
Quizá aprendan algún día, quizá mueran, o quizá, lo cual es lo más probable, hagan de otros hombre su 'mujer' su ser inferior para que se haga cargo de las nimiedades del hogar, la oficina, la vida diaria y cotidiana.
Sí, esa es la Eva desesperanzada y harta.



miércoles, 26 de septiembre de 2018

Un año / Un mes / Destiempo. 19s

Aquí estoy, a destiempo de las conmemoraciones del 19s y del terremoto de 1985. Estoy alejada del ruido de la Ciudad de México y me gusta.
Hemos cumplido un mes y una semana de habitar en esta colonia de Cuautla, Mor. es esta calle sin pavimento, junto a un baldío, frente a un sembradío y atrás de una torre de agua. Nos sentimos felices, aunque, para ser verdad, nos hace falta ya el contacto con el mundo exterior, con la red, pues, pero pronto, ya pronto, espero, sino, nos seguiremos robando la internet de distintos cafés, mientas nos atascamos de cafeína.
Hace no mucho fui a mi antigua casa a hacer algunos asuntos, a charlar con la madre y traerme algunas de mis cosas. ¿Qué será de ella sin mí? ¿Qué será de esa casa sin nosotras?
Al regresar sufrí, pues me entró frío en el cuerpo y al llegar al clima cálido, no tenía más que la sensación de la helada mano de la muerte sobre mí. Sí, suena exagerado, pero eso era lo que traía. El frío no se me quitó, sino hasta el día siguiente, tras una caminata hacia la señora que vende el pollo.
Antes de esa incursión hacia las heladas manos de la muerte en el cerro que cada vez se pone más pesado y sucio, tuvimos a bien el conmemorar dos sismos: El del 19 de septiembre de 1985 y el del 19 de septiembre de 2017. 
Las cosas.
Cuántas cosas han cambiado para nosotros, los pequeños habitantes del centro de este país piñata llamado México, y no. El cinismo ha permanecido, los hurtos, los robos, la fraudulencia de los gobernantes. Todo eso ha quedado exactamente igual que hace 33 años, y no, porque hemos visto lo que ya se hacía y sabíamos cómo era y una gran mayoría se ha quedado con las manos abajo, mientras que los menos han hecho algo, quizá significativo, pero demasiado pequeño para hacer diferencia. Sí, hoy me encuentro pesimista, pero es lo que hay.
En estos lares de Morelos se ve que nada, nada ha cambiado, ni mejorado, tal vez ni empeorado. En estas tierras se pone de manifiesto cómo las mentiras están allí a la luz, cómo la gente las desdice y sabe las verdades, pero cómo hay poca posibilidad para la acción. 
Tal vez estoy siendo demasiado general, pero no tengo gana de ser específica; quizá sea mi dolor estomacal de tanto tragar.
¿Y qué haremos acá, además de crear un hogar y habitar la casa de nuestros sueños?
La Revolución, quizá, una pequeña, pero más que significativa: Me conformo con sembrar muchas, muchas semillas y ayudar a alguien… Ahora estoy siento optimista, será que hay que salvar algo de estos momentos donde hay un nudo en la panza.
Y ustedes, un año después del 19s, ¿qué salvan, se salvan??